La crianza de los hijos implica muchas tomas de decisiones a lo largo de los años, desde el nombre que llevará el bebé hasta la escuela a la que asistirá. Todas esas decisiones corresponden a los padres, aunque hay ciertos temas que pueden ocasionar "polémica" porque se consideran controvertidos.
Uno de ellos, es el colecho, que si bien es algo que se recomienda a partir de los tres meses para prevenir la muerte súbita y tiene muchos otros beneficios para los bebés, en el caso de niños mayores se cuestiona mucho.
Sin embargo, al igual que la lactancia, el colecho también proporciona beneficios a los niños más allá de su primer año. Y por ello, y porque creo que se deben respetar las opiniones de otros padres, hoy te cuento porqué mi hija de cinco años todavía duerme en mi cama, y seguirá haciéndolo hasta que ella lo decida.
El colecho nunca estuvo en mis planes
Comenzaré siendo sincera: hacer colecho con mi hija jamás estuvo en mis planes. Hace ya algún tiempo conté aquí mismo en Bebés y más cómo fue que me convertí a favor del colecho. Al igual que muchas parejas durante el embarazo, cuando llegó el momento de ver dónde dormiría nuestra hija lo primero que vino a nuestra mente fue la cuna, así que cuando ella ya había nacido y el moisés que nos regalaron comenzó a quedarle pequeño, compramos una.
Tal y como sucede en muchos aspectos de la crianza de los hijos, nosotros podemos imaginar las cosas de un modo, pero nuestros hijos tienen otro planes. Y eso sucedió con la cuna. Mi hija odiaba la cuna. Apenas habían pasado cinco minutos de haberla colocado ahí tras quedarse dormida, se despertaba llorando.
No importaba lo que intentáramos: desde poner música suave o dejar una prenda mía cerca para que se calmara, hasta aquella noche que ahora recuerdo con gracia, en la que me metí con ella a la cuna con tal de que durmiera. En nuestra desesperación también probamos esos absurdos métodos para "enseñar a dormir" al bebé dejándolo llorar, algo que jamás volveré a hacer porque de solo saber lo que sienten los bebés con ellos, se me parte el corazón. En resumen, nadie dormía, todos sufríamos.
Hasta que una noche, exhausta y harta de la situación, decidí dejarla dormir en nuestra cama, a pesar de que hubo quienes me dijeron "no la metas a tu cama, porque se acostumbra". Y por primera vez en meses, tuvimos paz. Y descanso, que muchísima falta nos hacía a todos.
Eventualmente, comprendí que el problema no éramos nosotros ni mi hija ni mi aparente incapacidad para seguir métodos para dormir. El "problema" era que ella me quería a mí, su madre, ¡algo completamente natural en cualquier bebé! Así fue como comenzamos a hacer colecho, que en ese entonces yo ni siquiera sabía que tenía un nombre o que era un opción que podía elegir.
Con el tiempo supe que eso que hacíamos se llamaba colecho, leí sobre sus múltiples beneficios y entendí que muchas de las cosas negativas que se dicen sobre él son solo mitos o están basadas en prejuicios sin fundamentos, y además, es beneficioso para toda la familia. Desde luego, esta es solo mi experiencia, y lo que me haya funcionado a mí no necesariamente le funcionará a todos.
Por qué seguimos haciendo colecho si ya no es bebé
Todo esto quise contarlo porque quizás al momento de leer el título de este escrito pueden pensar que soy una fanática del colecho y que para mí no existe otra opción, o que es solo idea mía que mi hija duerma en la misma cama que yo. Pero la realidad es que simplemente fue algo que hicimos porque no nos quedó más remedio y afortunadamente, funcionó.
Pero así como en mis planes nunca estuvo hacer colecho, tampoco estaba que a sus cinco años de edad mi hija continuara durmiendo conmigo. Desde luego, esto no es algo que me moleste o me preocupe, porque en todo este tiempo he ido derribando muchos mitos que tenía acerca del colecho, gracias a que he leído acerca de sus beneficios y también claro, de las precauciones que se deben tener al hacerlo.
La parte difícil viene cuando alguien se entera que ella sigue durmiendo conmigo a pesar de que ya no es una bebé. No faltan los comentarios fuera de lugar ni las miradas extrañas. Confieso que en ocasiones me da verguenza que las personas sepan que aún hago colecho con mi hija, porque nunca sé cómo van a reaccionar.
Esto al mismo tiempo me resulta curioso, porque al parecer eso de ver mal el colecho con niños que ya podrían dormir solos es algo del mundo occidental. En Japón y otros países del lejano y cercano oriente, por ejemplo, los niños duermen con sus padres hasta los cinco o seis años y hasta donde sé, no tienen ningún problema de dependencia hacia los padres y solitos se van a su propia habitación alrededor de esa edad.
Pero independientemente de que en Japón o en donde sea, el colecho con niños mayores es lo normal, la verdad es que sigo haciéndolo porque además de que sé que no le causa ningún daño en su desarrollo, el colecho sigue siendo lo mejor para nuestra familia, que ahora solo está conformada por mi hija y yo (algo de lo que también hablé hace tiempo y por si lo estás pensando: no, el colecho no afecta la relación de pareja, en todo caso la mejora).
Desde luego, esto de seguir haciendo colecho no es solo porque sí. Además de ser práctico, me ha regalado muchos momentos lindos que me hacen morir de amor, como cuando siento su pequeña mano acariciando mi cabello al dormir, o cuando estira su brazo para tocar el mío o el hecho de poder ver sus ojos sonreír de forma adormilada al despertar a mi lado. Si no durmiera conmigo, probablemente me perdería de todos esos pequeños instantes tan tiernos y propios de la infancia.
Aunque también es cierto que el colecho no siempre es color de rosa ni todo son momentos idílicos. Hay noches en las que siento que una patada ninja me golpea, otras en las que mi brazo pierde sensibilidad porque ella está dormida sobre él o despierto al borde de la cama porque me estuvo empujando durante la noche, en sus intentos por dormir lo más cerquita posible. Pero a pesar de eso, no lo cambiaría por nada.
¿Hasta cuándo seguiremos durmiendo así? Con toda sinceridad respondo que no lo sé, porque hace mucho tiempo decidí que será ella quien elija hasta cuándo seguirá durmiendo en mi cama. A mí no me molesta su presencia, y creo que no tiene nada de malo que hagamos colecho a su edad. Para mí, es una señal de que aún me necesita, después de todo, estamos hablando de una niña de solo cinco años.
Desde luego, mi hija y yo hemos hablado acerca de que ella comience a dormir en su propio espacio, y desde hace más de un año instalamos una pequeña cama para que duerma en ella. Siempre le ha emocionado la idea, ordena los muñecos que quiere que le acompañen y hemos comprado sábanas de sus personajes favoritos. Pero aunque hay noches en las que se acuesta decidida a dormir ahí, hasta hoy, la mayoría de las noches termina regresando a mi cama en la madrugada.
Así que si tú también haces colecho con tus hijos “mayores” y te sientes presionado por dejarlo, no te preocupes y disfruta, que los años en los que nuestros hijos son pequeños pasan volando. En cuanto a mi hija, yo sé que ella sigue adquiriendo mayor independencia cada día, por lo que tranquilamente seguiremos haciendo colecho hasta que ella lo decida (algo para lo que no creo que falte mucho, sinceramente). Si otras personas opinan distinto o no están de acuerdo con esta decisión, realmente no es asunto nuestro.
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