Hay una palabra que de una forma u otra, siempre se presenta cuando hablo de maternidad: amor. Desde el amor más puro, tierno y sincero que nos tienen nuestros hijos, hasta ese amor indescriptible e inmensurable que nosotras sentimos hacia ellos.
Pero a veces hay otro amor, muy necesario, que se nos olvida. Me refiero al amor propio. Te comparto por qué es importante amarte a ti misma tanto como amas a tus hijos.
Todo por ellos, ¿y por nosotras?
Yo creo que todas las madres podemos estar de acuerdo en que amamos tanto a nuestros hijos, que seríamos capaces hasta de dar la vida por ellos. Que buscamos siempre la forma de ayudar a que sean felices, de que aprendar a ser seguros de sí mismos y sobre todo, de que se amen a ellos mismos.
Queremos que el día de mañana, tengan las herramientas necesarias para ser adultos felices, buenas personas y humanos de gran corazón, que ayuden a seguir haciendo de este mundo algo mejor, no solamente para ellos, sino para quienes les rodean. El amor es la base de muchas de las enseñanzas que queremos dar a nuestros hijos.
Pero como en muchas otras lecciones que deseamos dar a nuestros hijos, debemos ser ejemplo a seguir. Y para poder dar amor y enseñar sobre el amor, tenemos que amarnos a nosotras mismas. Estamos dispuestas a darlo todo por ellos, ¿y por nosotras?
Debo aclarar, que con esto no quiero decir que les hagamos menos y nos amemos más que a ellos, sino que nos amemos a nosotras mismas tanto como les amamos a ellos. Bien lo dice una famosa frase: para poder amar a otros, primero debes amarte a ti mismo.
El amor propio es diferente para cada madre
Aunque esto del "amor propio" es un término que se ha escuchado con mayor frecuencia en los últimos años, lo cierto es que es muy similar al "tiempo para mamá", del que ya he hablado en otras ocasiones. Y es que debemos recordar, que si mamá está bien, sus hijos también lo estarán.
Ese tiempo para nosotras, al que también llamamos autocuidado, es algo que debemos hacer para sentirnos mejor, y nace justamente del amor que nos tenemos hacia nosotras mismas, pero también, el amor hacia nosotras podemos alimentarlo al mimarnos y darnos esos momentos o cuidados que nos hagan sentir mejor.
Desde luego, ese amor propio es diferente para cada mujer, pues aunque el amor es un sentimiento universal, cada una de nosotras tiene diferentes necesidades y diferentes formas de sentirse amada, mimada y cuidada.
Para algunas madres, el amor propio puede ir enfocado a un punto emocional o espiritual, donde actividades que le ayuden a relajar su mente o a sentirse en paz con ella misma, le ayuden a sentir ese cariño que necesita. En este caso, practicar yoga o escuchar meditaciones guiadas pueden ayudar.
A otras madres, ese amor propio les llega a través de la actividad y bienestar físicos, que como bien sabemos, ayuda a generar endorfinas y por lo tanto, a sentirnos más positivas. Además, al hacer ejercicio, aunque sea algo tan básico como caminar, nos ayudará a cuidar también nuestro cuerpo.
En otros casos, aunque el amor propio es algo que proviene desde el interior, darnos un empujoncito desde el exterior puede ayudar. Desde ponernos un vestido, usar labial o teñirnos el cabello, el hecho de arreglarnos un poco y vernos mejor, también nos puede ayudar.
Al final, lo que importa es que te sientas amada
La idea de todo esto, es recordar que hacer cosas para nosotras, aunque sean pequeñitas, también es un acto de amor propio, y al regalarnos amor a nosotras mismas, podremos entonces mejorar aún más nuestra capacidad de dar amor a los demás, en este caso a nuestros hijos.
Así que no sientas que es egoísta mimarte ni ponerte como prioridad. Las madres estamos hechas para dar amor y cariño a nuestros hijos de forma incondicional, pero así como se lo damos a ellos, debemos darnos amor también a nosotras mismas.
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