Cómo saber si tu pareja te hace luz de gas y no te has dado cuenta: siete señales de alerta

No es fácil identificar que las personas que supuestamente nos quieren, nos están manipulando. Y menos la pareja. Pero a veces ocurre. Una de estas formas de manipulación es el llamado gaslighting o luz de gas, que conlleva, principalmente, que el agresor haga dudar a su víctima de todo lo que piensa ella misma con el objetivo de ganar poder, influencia y control sobre ella.

Esto puede perjudicar a los niños en las parejas con hijos, como veremos a lo largo del artículo, ya que al fin y al cabo se trata de una forma de maltrato psicológico.

Aunque no es fácil identificar el gaslighting, porque se produce a través de palabras, gestos y comportamientos muy sutiles, es posible. Te ayudamos a identificar si tu pareja te está haciendo luz de gas a través de estas siete señales.

Gaslighting o hacer luz de gas: origen del concepto

El concepto de luz de gas proviene de hace años y tiene historia. Se popularizó en 1944 a través de la película Luz que agoniza (Gaslight en inglés), que a su vez se basó en una obra de teatro homónima en la que un hombre manipula la percepción de la realidad de su esposa y le hace creer que ha enloquecido.

Muchos años después, en 1969, Russell Barton y J. A. Whitehead utilizaban este concepto en el ámbito de la psiquiatría en su artículo "The Gas-Light Phenomenon", publicado en la revista The Lancet.

En él explicaban cómo parejas y familiares de pacientes los hacían pasar por personas con patologías psíquicas graves, y concluían que era importante analizar cada caso individualmente para comprobar que dicha enfermedad existía.

¿En qué consiste el gaslighting?

La técnica del gaslighting o luz de gas es una forma de manipulación psicológica que hace el manipulador a su víctima, y que consiste en hacerle dudar de todo, sobre todo, de sus propias opiniones. Es decir, el agresor hace creer a la víctima que lo que está percibiendo no es real, o está distorsionado. Niega haber dicho cosas que ha dicho, o haber hecho cosas que ha hecho.

Esta forma de manipulación implica hacer dudar al otro de todo, especialmente de sus propias opiniones. 

Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y directora de Cultura Emocional Pública, explica las fases que atraviesa una víctima de gaslighting:

"Dudar de la propia percepción y de los recuerdos, sentir inseguridad, tener baja autoestima, cerrarse en sí misma y tener dudas de sí misma".

Con todo, la víctima acaba viviendo en un mundo de naturaleza ambigua que le atrapa, y en el que siente que "está loca" o "exagera". No es fácil salir de este mundo que ha ido tejiendo el manipulador a través de sus palabras y actos.

Es por todo esto que hacer luz de gas es una forma de maltrato psicológico que se realiza a través de la comunicación verbal y no verbal. La comunicación entre la pareja se va intoxicando cada vez más, y el contexto entre ambos es cada vez más ambiguo y difuso.

Siete señales para saber si tu pareja te hace luz de gas

Pero, ¿cómo saber si nuestra pareja nos está haciendo luz de gas? Por ejemplo, identificando alguno de los elementos clave que utiliza el agresor para crear esta comunicación patológica:

1. Quita valor a tus palabras

En la luz de gas se produce una especie de rechazo, a través del cual el agresor quita validez a lo que dice la víctima. Lo que dice ella nunca es cierto, válido, o suficientemente importante.

La rechaza, y esto la confunde. Pero esto nunca lo hace de forma muy evidente, para generar aún más confusión. Sería como decirle "te escucho, pero lo que estás diciendo no tiene sentido ni lógica".

Esto puede suceder también en parejas que tienen hijos; en este caso, el agresor le quita importancia a lo que dice su pareja respecto a la educación de sus hijos, lo que se traduce en que siempre se hace lo que él quiere.

2. Mensajes contradictorios

Este elemento de la comunicación a través de luz de gas se denomina doble vínculo. En este caso el manipulador transmite al mismo tipo dos mensajes: uno a través de la comunicación verbal, y el otro a través de la comunicación no verbal. Por supuesto, estos mensajes son contradictorios y confunden aún más a la víctima.

Por ejemplo, verbalmente el agresor simula que se interesa por lo que le preocupa a la víctima, pero a su vez pone cara de "¿otra vez con lo mismo? siempre estás igual" o "no me interesa lo que dices".

Esto hace que la víctima no sepa con qué mensaje quedarse, aunque aquí es importante quedarse con el no verbal, que es el que más cuesta de simular o distorsionar (es el más fiable).

3. No quiere responder sobre ciertos temas

Este elemento se denomina desconfirmación. La desconfirmación implica negarse a responder sobre ciertos temas. Por ejemplo, si la víctima le pregunta al agresor "¿dónde has estado?", o "¿por qué me mientes?", el agresor contesta "no quiero hablar de esto, eres una desconfiada, o ¿ya estás otra vez con lo mismo?".

También conlleva frases incompletas "si es que tú..." o incongruencias. Y el trasfondo de todo esto, y el mensaje que recibe la víctima, es un rechazo hacia su persona, como si no existiera o no fuera importante.

En caso de que la pareja tenga hijos, en la crianza esto puede traducirse, por parte del agresor, en no querer implicarse en ciertos temas, en no pasar tiempo con los hijos, en ocultar información relevante, etc.

4. El silencio o la ley del hielo

La ley del hielo es una derivada del fenómeno anterior, pero en este caso es aún más explícita. Implica ignorar deliberadamente a la víctima, hacer como si no existiera.

El agresor se disfraza de un silencio cruel que tiene un mensaje claro "no te voy a hablar, no eres importante, no te hago caso". Este silencio aparece sobre todo cuando es necesario aclarar ciertos temas, como por ejemplo un engaño o una infidelidad, pero al agresor no le interesa aclarar nada.

Aplicado a la crianza, esto puede ser altamente tóxico, porque, como bien sabemos, es importante hablar y consensuar ciertos temas en relación a los hijos. Con la ley del hielo esto no se produce y a raíz de ello pueden aparecer malentendidos, temas sin atender, etc., lo que perjudica sin duda a los que menos se lo merecen.

5. Sientes que "estás loca"

Cuando nuestra pareja nos hace luz de gas acabamos pensando que "estamos locas". Esto lo consigue a través de la manipulación verbal (con palabras) y no verbal (gestos, miradas...), haciéndonos creer que pensamos algo que realmente no pensamos; en definitiva, que lo que decimos no tiene ningúna sentido, ninguna lógica o importancia, o que le acusamos de algo totalmente falso (cuando en realidad no es así).

6. Dudas de todo

Cuando sufrimos luz de gas nos volvemos inseguras, y no sabemos muy bien por qué. Quizás eras una persona muy segura de ti misma, y desde que estás con esta persona, empiezas a dudar de todo.

Te cuestionas tus opiniones y pensamientos, lo que le has dicho o cómo lo has tratado... no sabes por qué pero sientes que "hay algo que no estás haciendo bien". En las parejas con hijos, esto puede traducirse en un sentimiento enorme de culpa, que nos lleva, por ejemplo, a pensar que no estamos educando bien, que somos malas madres o malos padres, etc.

Cuando nos hacen luz de gas nos cuestionamos nuestras opiniones, formas de pensar y actuar. No sabes por qué pero sientes que "hay algo que no estás haciendo bien".

Y este es uno de los principales cometidos del gaslighting o luz de gas; hacer dudar al otro de sus opiniones, capacidades, etc., para ganar poder, control o influencia sobre dicha persona, aunque esa persona no tenga motivos reales para dudar de sí misma.

7. A veces nos muestra un comportamiento totalmente diferente

Pero para que todo lo anterior resulte efectivo, para que el agresor pueda ejercer luz de gas sin que nos demos cuenta (ganándose nuestra confianza y haciendo que dudemos de todo), tiene que compensar de alguna forma estos comportamientos tóxicos y dañinos por otros más amables y amorosos.

Es lo que se denomina en psicología refuerzo intermitente (cuando nos dan "una de cal y otra de arena"). Conlleva que nuestra pareja tenga momentos en el que se muestra muy afectuoso y cariñoso, muy amable y atento.

Cuando nos trata así de bien, nos sentimos bien, y es precisamente lo que nos hace dudar de todas las otras formas de manipulación que emplea con nosotras.

Fotos | Portada (Freepik)


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