En cambio si la familia promueve una forma de vida saludable, el niño seguramente adoptará los mismos hábitos.
Los adultos sabemos cómo afectan los malos hábitos de vida a nuestra salud, pero los niños pequeños no lo saben. Por eso, los padres somos los responsables de elegir por ellos, y de elegir lo mejor para ellos.
El Dr. Henry McGill, científico de la Fundación de Investigaciones Biomédicas de San Antonio asegura que el 90% de los ataques coronarios serían evitados si se siguiera una dieta sana y se practicaran ejercicio desde la infancia.
Y ni hablar de los casos de obesidad que se evitarían y de tantísimas otras enfermedades provocadas por malas costumbres de vida.
Si los padres nos pasamos el fin de semana encerrados en casa, jugando a los videojuegos y comiendo comida chatarra, daremos un mal ejemplo a seguir.
Si por el contrario les enseñamos los beneficios de hacer ejercicio, de practicar algún deporte, descubrir el sabor de los alimentos saludables, y nos olvidamos del tabaco, daremos un buen ejemplo a imitar.
Estaremos contribuyendo a que nuestros hijos adquieran esos mismos hábitos y se conviertan en niños y adultos más saludables.
Siempre estamos a tiempo de cambiar nuestros hábitos para ganar en salud, que es en definitiva lo que queremos para nuestros hijos, ¿verdad?
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