Comenzamos con algunas de las razones de lo que es natural en este animal que somos, un mamífero primate de enorme cerebro. Si la civilización debe cambiar estas pautas básicas es algo que en este tema no analizaré. En temas sucesivos profundizaré en ello.
Cada especie mamífera desarrolla una leche adaptada perfectamente a las necesidades de sus crías y una forma de crianza adecuada para ellas. La cría humana nace inacabada, produciéndose en sus dos primeros años de vida un gran crecimiento físico y sobre todo un extraordinario desarrollo mental y cerebral. La naturaleza ha diseñado lo que se necesita para ese enorme despegue intelectual.
La lactancia materna proporciona el alimento perfecto para el desarrollo óptimo inmunológico, mental y sensorial. La lactancia de humanos y primates es a demanda, con libre acceso al pecho, pues además las crías no permanecen en ninguna guarida sino que acompañan a la madre continuamente, aprendiendo de ella. La duración de la lactancia humana, usando parámetros comparativos con otros animales, estaría entre los tres y los siete años.
El bebé humano nace completamente indefenso y preparado para sobrevivir en contacto directo con su madre las 24 horas. Necesita estar en brazos y ser amamantado a demanda, tanto por su salud física como emocional. El bebé separado de su madre y solo grita y llora porque su instinto le dice que sólo así salvará su vida. Miles de años de evolución lo han preparado para reclamar el contacto físico y el sueño acompañado. Recordemos que todos los primates amamantan a demanda y llevan a la cría en brazos continuamente. Y ningún primate ni en las sociedades no occidentales se constata que los bebés y niños duerman solos como norma, más bien al contrario.
El contacto físico permanente favorece el desarrollo emocional, la autoestima y las capacidades sociales. El bebé aprende de su madre todo lo que necesita en esta primera etapa y se siente más seguro si sus necesidades son atendidas. La crías mejor y mas intensamente atendidas suelen ser las mas preparadas para sobrevivir y relacionarse con los demás. Ningún primate ni sociedad no occidental cría a los bebés separados de su madre muchas horas al día. Son las madres, apoyada por su tribu, las que crian a niños y bebés de diferentes edades. Dejar en grupos de muchas crías aun lactantes bajo la supervisión de un solo adulto y señalar que eso es lo más beneficioso para su desarrollo intelectual y social es algo que solo lleva sucediendo unos escasos cien años.
Asi que podríamos concluir que el bebé humano estaría diseñado para lactar a demanda, dormir con su madre, estar en brazos todo el tiempo. Nunca, en ningún animal, el diseño y los instintos de la cría son perjudiciales para ella. ¿Lo son en el caso de los bebés humanos? ¿Para educarlos debemos contradecir estos instintos vitales? Lo iremos viendo.
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