Los trastornos del comportamiento o de la conducta alimentaria son una de las enfermedades crónicas más comunes en la adolescencia. Se caracterizan por presentar una alteración definida del patrón de ingesta o de conducta sobre el control del peso, lo que lleva al adolescente a sufrir un deterioro físico y psicosocial.
Hoy vamos a analizar los principales trastornos del comportamiento alimentario en la adolescencia, y las señales que deben ponernos a los padres en alerta. Porque la detección y el tratamiento precoz son claves para evitar complicaciones asociadas.
Anorexia nerviosa
Según la AEP, la anorexia nerviosa es una enfermedad psicosomática, caracterizada por una alteración de la imagen corporal y un trastorno de la conducta alimentaria, siendo el rasgo principal la negativa del adolescente a alimentarse de forma apropiada por un temor irracional a ganar peso.
Aunque el número de adolescentes varones con anorexia está aumentando en las últimas décadas, la incidencia entre el sexo femenino es diez veces mayor, siendo la edad media de inicio entre los 12 y los 14 años.
Si observamos cambios inusuales de comportamiento en nuestro hijo, o se dan alguno de estos síntomas, deberíamos consultarlo con el pediatra para que haga la debida valoración:
Se salta una o varias comidas al día, presenta periodos de semiayuno alternados con ingesta normal de alimentos, o evita comer ciertos alimentos que antes sí comía.
Observamos una manipulación anómala de los alimentos, como esconderlos, lavarlos mucho, desmenuzarlos para desperdiciar parte de ellos, retirar la grasa...
Habla con frecuencia sobre su peso o las calorías de los alimentos.
Lleva a cabo rituales extraños durante la comida, como ingesta compulsiva de agua, masticación exagerada, excesiva atención hacia la ingesta de comida del resto de la familia...
Algunos adolescentes presentan anorexia de tipo purgativo, es decir, recurren a purgas para evitar ganar peso, como autoprovocación del vómito, uso de laxantes o ejercicio físico extremo.
En cuanto a los aspectos físicos, los padres debemos prestar especial atención si observamos que nuestro hijo ha bajado de peso o siempre viste con ropa holgada. Igualmente, si tenemos una niña debe alertarnos el retraso de su primera menstruación, o la ausencia de, al menos, tres ciclos consecutivos.
Por lo general, el adolescente que cae en la anorexia es una persona muy insatisfecha consigo misma y con su físico, y además tiende a presentar un alto grado de perfeccionismo, siendo habitual entre ellos el éxito académico.
Bulimia nerviosa
A diferencia de la anorexia, la bulimina se caracteriza por la presencia de atracones alimentarios descontrolados, que llevan después al paciente a aplicar una serie de medidas purgativas encaminadas a neutralizar los efectos de esos atracones.
La bulimia afecta a un 2-4% de los adolescentes, con mayor predominancia del sexo femenino. Además, se calcula que aproximadamente la mitad de los adolescentes con anorexia acaban desarrollando también conductas bulímicas.
Entre los síntomas o conductas que deberían ponernos en alerta destacan:
Los atracones recurrentes de comida, que se caracterizan por la ingesta masiva de alimentos en un corto espacio de tiempo. Si estas conductas ocurren al menos dos veces a la semana durante tres meses, deberíamos consultar de inmediato con el pediatra.
Para evitar ganar peso tras ese atracón incontrolado, el adolescente recurre a purgas como laxantes, diuréticos, enemas, pastillas para adelgazar o la autoprovocación del vómito. Pero, al igual que ocurre en la anorexia también puede darse un tipo de bulimia no purgativa, con ayuno o ejercicio físico excesivo, aunque en menor medida.
Nuestro hijo busca comer en soledad, se levanta varias veces de la mesa para ir al cuarto de baño, o se mete en el baño inmediatamente acaba de comer.
Entre los principales cambios físicos que podemos advertir destacan las alteraciones en el esmalte de los dientes, debido a la continua erosión de los jugos gástricos.
En cuanto a otros problemas de comportamiento, es frecuente encontrar síntomas relacionados con la ansiedad y con otros compartamientos impulsivos, tales como consumo de alcohol y dogras, o relaciones sexuales precipitadas.
Se debe tener presente que, a diferencia de la anorexia, la bulimia tiene un diagnóstico más difícil pues el paciente no presenta síntomas de gravedad nutricional ni pérdida de peso (en ocasiones insluso puede tener sobrepeso). Por eso es tan importante la observación de las señales de alerta para hacer un diagnóstico precoz.
Trastorno por atracones
Comer en atracones es otro de los trastornos del comportamiento alimentario. A diferencia de la bulimina, los atracones no van seguidos de vómitos, y tampoco se dan medidas de contención del apetito como ocurre con la anorexia.
Tiene una incidencia similar a la bulimia, pero no es un trastorno propio únicamente de la adolescencia. Otra de las diferencias con respecto a la bulimia y la anorexia es que ocurre con igual prevalencia en hombres que en mujeres.
El trastorno por atracones puede ocurrir con independencia del peso, siendo más común entre personas con depresión, frecuentes fluctuaciones de peso o tendencia a la obesidad.
Entre los principales síntomas de alerta a los que debemos prestar atención destacan:
Atracones recurrentes de comida, al menos dos veces por semana durante seis meses.
Nuestro hijo come muy rápido y tanta cantidad que incluso llega a sentirse mal físicamente. Tambiés es frecuente que busque comer en soledad y que lo haga, incluso si no tiene hambre.
Tras el atracón de comida, el adolescente se siente culpable por lo que ha hecho.
Por lo general, no se dan cambios en su comportamiento relacionados con una mayor intensidad física, periodos de ayuno o vómitos autoinducidos.
Trastornos alimentarios no específicos
Pero también pueden darse formas atípicas o incompletas de trastornos alimentarios, en los que falten alguno de los síntomas más importantes que hemos mencionado, estos se den de una forma más leve, o no se produzcan alteraciones con la menstruación o el peso.
En este sentido, la AEP también destaca el "síndrome de temor a la obesidad", frecuente entre los adolescentes y caracterizado por el miedo a engordar, el empleo de dietas hipocalóricas y el abundante ejercicio físico para controlar el peso. En este caso no se producen conductas purgativas ni existe una distorisión de la imagen corporal.
La adolescencia es una etapa de la vida especialmente vulnerable, debido a la cantidad de cambios físicos que se producen y que pueden llevar al niño a experimentar nuevos estilos de vida con alteraciones en los patrones alimentarios.
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Más información | Trastornos de la conducta alimentaria - AEP, La bulimia y la anorexia nerviosa - AEP, Kids Health