Como madres, y como padres, siempre querremos lo mejor para nuestros hijos. Y está claro que cada uno tendrá su forma de educar, siempre válida, pero... también es cierto que hay estilos educativos que pueden perjudicar, en algunas áreas, el desarrollo de los niños.
Hablamos, por ejemplo, de la sobreprotección. Esta práctica incluye, en muchos casos, el deseo de mantener a los niños, durante un tiempo indefinido, en una burbuja de protección.
Sin embargo, cuando esta burbuja estalla, los niños pueden encontrarse sin recursos para afrontar los problemas, con poca autonomía y poca seguridad personal.
Y estas inseguridades, a corto y largo plazo, pueden tener un impacto en su autoestima y en su felicidad. Pero, ¿qué más sabemos de las consecuencias de la sobreprotección en los hijos? Hablamos de 11 de ellas y de por qué surgen, en cada caso.
11 consecuencias de la sobreprotección en la educación de los hijos
Sin más preámbulo, describimos 11 consecuencias de la sobreprotección en la educación de los hijos:
Poca autonomía
La principal consecuencia de la sobreprotección en los hijos es la falta de autonomía. Así, si se lo damos todo hecho, si no les enseñamos el valor del esfuerzo, o a tolerar la frustración... es muy probable que acaben teniendo una autonomía muy limitada.
Y esta autonomía se refiere a diferentes ámbitos de su vida: hábitos de higiene, socialización, organización en los deberes, etc.
Conductas pasivas y "cómodas"
Relacionada con el punto anterior, encontramos esta segunda consecuencia en el hecho de sobreproteger a los hijos.
Y es que pueden acabar desarrollando conductas o posturas muy pasivas, esperando siempre que les den las cosas hechas. En este sentido, pueden volverse más "cómodos", al interiorizar que los padres siempre estarán para ayudarles en lo que sea.
Baja autoestima o inseguridades
La sobreprotección en la infancia también puede afectar al desarrollo emocional y afectivo de los niños. Así, esta forma de educar puede tener un impacto negativo en su autoestima, por ejemplo.
Y es que, si les sobreprotegemos, no les permitimos equivocarse, intentarlo, y esto puede generarles la sensación de inseguridad personal, o la creencia de que son incapaces de resolver sus dificultades o problemas, por sí mismos (porque nunca lo han intentado, o no se lo hemos "permitido").
Dificultades para tolerar la frustración
Otra consecuencia de educar desde la sobreprotección, y no desde la capacitación de nuestros hijos y su empoderamiento, es que pueden acabar teniendo dificultades para tolerar la frustración.
¿Por qué? Porque si nunca han tenido que enfrentarse a una situación de frustración, y a las consecuencias de la misma, es muy probable que no puedan hacerse cargo de las emociones que surgen, porque nunca las han experimentado.
Nunca han tenido que hacerles frente, porque siempre "se lo hemos puesto todo fácil".
Incapacidad de esperar o de posponer las gratificaciones
Otra consecuencia directa de la sobreprotección es que tu hijo puede desarrollar dificultades para posponer las gratificaciones. Así, le costará más esperar (tolerar la espera); sobre todo, tener que esperar en situaciones incómodas, o esperar aquello que tanto desea.
Esto ocurre porque desde la sobreprotección se tiende a erradicar cualquier incomodidad en los niños, solo para que no "sufran", dándoles todo lo que piden y quieren de forma rápida y consecuente a sus quejas o demandas.
Sin embargo, una posible consecuencia de ello es esta, una incapacidad para tolerar la espera o para posponer las gratificaciones.
No valorar lo que tiene
Puede surgir también en los más pequeños una dificultad para valorar las cosas que tienen, porque estas las han conseguido fácilmente, o con la ayuda -siempre- de los padres.
Recordemos que no es lo mismo ayudar o acompañar que darlo todo hecho.
Además, no olvidemos que, según los estudios, la gratitud se relaciona con la felicidad y el bienestar. Por ello es tan importante educar también desde la gratitud y el agradecimiento.
Necesidad de la aprobación del otro
Relacionada con la baja autoestima, ya comentada, aparece también esta necesidad constante de la aprobación, o afirmación, del otro.
Si educamos sobreprotegiendo, le estamos lanzando a nuestro hijo, aunque sea de forma indirecta y/o inconsciente, el mensaje de "tú solo no puedes", "me necesitas para todo".
Por ello, tu hijo acabará tendiendo a buscar siempre la aprobación del otro para actuar o para decidir, porque no confía en su propio criterio (ya que no lo ha podido desarrollar).
Ausencia de un criterio propio
Como comentábamos en el punto anterior, otra consecuencia de la sobreprotección es la ausencia de un criterio propio. Es decir, a tu hijo le costará mucho desarrollar su propio criterio a la hora de decidir (ya sea en la escuela, en casa, en sus amigos, en sus gustos personales, etc.).
¿Por qué? Porque no habrá tenido nunca la oportunidad de crear sus propias opiniones, ya que estas tenderán a estar impuestas por los padres.
Y no olvidemos que tener un criterio propio forma parte de una autoestima sana, de la identidad individual y de la autonomía.
Huir de los problemas
Además, tu hijo también puede tender a huir de los problemas, a no afrontarlos, porque difícilmente habrá desarrollado herramientas personales que le permitan resolverlos.
Desde la sobreprotección se tiende a querer arreglarlo todo a los niños, incluidos sus problemas personales.
Por ello, si tu hijo no ha tenido nunca que afrontar problemas solo, no podrá desarrollar estrategias para gestionarlos, lo que le llevará a frustrarse, a no poder hacer las cosas solo, o a estar continuamente pidiendo ayuda (incluso en cosas que él mismo podría aprender a hacer).
Dificultades para asumir las consecuencias de sus actos
Los niños sobreprotegidos también pueden mostrar dificultades para asumir las consecuencias de sus actos, debido a que, generalmente, estas las asumen sus padres. Esto se relaciona con otras consecuencias ya comentadas, como la dificultad para gestionar la frustración, por ejemplo.
Y es que, es importante que sepamos que, aunque es lógico cuidar y proteger a nuestros hijos, queriendo lo mejor para ellos, todo aquello a lo que no se expongan no podrán entenderlo, gestionarlo por sí mismos, etc.
¡Por ello es tan importante acompañar y proteger sin dejar de estimular la autonomía!
Dependencia emocional y apego inseguro
Finalmente, una consecuencia, no menos importante, de la sobreprotección en la infancia, es la dependencia emocional. Esta puede surgir porque el niño acaba desarrollando un apego inseguro, que le hace depender del otro, o "necesitarlo" constantemente para todo.
Y esto se extrapola también al terreno emocional. Esta dependencia la manifestará con los padres, pero también con otros adultos, con los iguales y los amigos, e incluso, cuando sea mayor y si la sobreprotección ha sido intensa y duradera, con sus futuras parejas.
Porque el niño habrá desarrollado una forma de vincularse disfuncional, más desde el miedo al rechazo o la necesidad de protección que desde el amor, el deseo o la seguridad personal.
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