Resiliencia emocional, independencia, tolerancia a la frustración, capacidad para afrontar y resolver conflictos... son seguramente, muchas de las cosas que deseas que tu hijo desarrolle.
Un interesante artículo publicado en la revista digital Kqed.org ha abordado todas estas cuestiones, y en él se mencionan además ciertas investigaciones sobre el tema, que iremos conociendo a lo largo del post.
Entre las conclusiones de los expertos encontramos la siguiente: los expertos afirman que los adolescentes de 18 años de hoy son como los de 12 años de hace una década; tienen menos resiliencia emocional e independencia. Pero, ¿por qué? Y, ¿cómo solucionarlo?
Dificultad para abordar los conflictos
Según Brett Mallon, profesor de la Universidad Estatal de Kansas que realiza talleres sobre la resolución de conflictos con los jóvenes, los estudiantes hablan sobre el conflicto como si fuera algo terrible. Y se pregunta, "¿es que tienen miedo al conflicto o les falta experiencia?". Según él, seguramente se trate de ambas cosas.
Un creciente cuerpo de evidencia científica está empezando a sugerir que los problemas de la adultez y la salud mental en los estudiantes universitarios pueden tener su origen en parte en la infancia, y en esa falta de resiliencia e independencia a la hora de resolver las dificultades de la vida.
Y es que los jóvenes carecen de resiliencia emocional e independencia, si los comparamos con generaciones anteriores, según investigaciones recientes como la de Bernard & Stephanou, publicada en Child Indicators Research.
Falta de resiliencia e independencia: ansiedad y depresión
La resiliencia se define como la capacidad para enfrentar adversidades de la vida y además, salir fortalecidos de ellas. Y la independencia es aquella capacidad para tomar las propias decisiones y para resolver los propios conflictos (también pidiendo ayuda cuando sea necesario).
Este fenómeno de la falta de resiliencia e independencia, según los expertos, ha ido unido a un aumento de la ansiedad y la depresión entre los jóvenes. Y además, este aumento se ha agravado debido a la pandemia por COVID-19.
Dori Hutchinson, directora ejecutiva del Centro de Rehabilitación Psiquiátrica de la Universidad de Boston, lo resume así:
“Me gusta describirlo como que algunos niños están creciendo con retraso en el desarrollo, los jóvenes de 18 años de hoy son como los de 12 años de hace una década. Tienen muy poca tolerancia al conflicto y la incomodidad, y el COVID simplemente lo expuso”.
Mayor resiliencia, mejores resultados
Otras investigaciones han mostrado que los jóvenes con una buena resiliencia e independencia obtienen mejores resultados académicos en la Universidad, y también mejores resultados a nivel emocional.
Sin embargo, en la actualidad cada vez más estudiantes llegan a la Universidad con menos experiencia o capacidad para lidiar con los altibajos de la vida. Y esto se relaciona muchas veces con una menor tolerancia a la frustración y menor resiliencia.
Cómo valoran los jóvenes las situaciones de riesgo
La capacidad para desarrollar la resiliencia y afrontar los conflictos tiene que ver, en parte, con qué situaciones son peligrosas (arriesgadas) para mí y cuáles no lo son.
En un nuevo estudio (actualmente en revisión), liderado por la psicóloga Yulia Chentsova Dutton, de la Universidad de Georgetown, se estudió precisamente esto. Concretamente, se analizó si el umbral de los estudiantes universitarios estadounidenses para lo que consideran "de riesgo" era comparable con estudiantes de otros lugares.
Encontraron lo siguiente: tanto los estudiantes turcos como los rusos describieron haber presenciado eventos que implicaban un riesgo real (peleas violentas en el transporte público, condiciones de conducción peligrosas causadas por conductores ebrios, mujeres siendo seguidas agresivamente en la calle...).
En cambio, los estudiantes estadounidenses eran mucho más propensos a citar como cosas peligrosas, cosas que en realidad hacen todos los días la mayoría de los adultos, como "estar solo fuera" o "viajar solo en Uber".
La necesidad de poder practicar la autonomía
La psicóloga de la Universidad de Georgetown plantea la hipótesis siguiente: cuando los estudiantes tienen menos oportunidades para practicar la autonomía, tienen menos fe (o confianza) en sí mismos para poder resolver una situación de riesgo. Según ella:
“Mi sospecha es que la baja autonomía parece traducirse en baja eficacia” [...] “La baja eficacia y una combinación de estrés se asocian con angustia, ansiedad y la depresión”.
Por ello, como padres y adultos, hemos de favorecer estos espacios y estas oportunidades de aprendizaje y autonomía a los hijos, ya desde que son pequeños.
Porque el ser sobreprotector o excesivamente controladores con ellos no solo dificulta esta capacidad para desarrollar la autonomía, sino también, para ser más resilientes. Si no se enfrentan a los conflictos, no pueden aprender estrategias para resolverlos.
Menor resiliencia, más problemas de salud mental
Y es que la resiliencia, un elemento que forma parte de la inteligencia emocional, es importante. En otro artículo, de Daniel Esienberg y colaboradores, los psicólogos relacionaron la falta de resiliencia e independencia con el aumento de los problemas de salud mental y los trastornos psiquiátricos en adultos jóvenes.
El estrés puede ser positivo
Los autores del artículo afirman, además, que los momentos de estrés o conflicto no solo no son dañinos, sino que son esenciales para el desarrollo humano. Pero la "niñez moderna", por una variedad de razones, brinda pocas oportunidades para que los niños practiquen esas habilidades.
¿Cómo fomentar la resiliencia e independencia?
Como decíamos, es importante crear situaciones para que los niños y adolescentes tengan la oportunidad de tomar sus propias decisiones (siempre ajustándonos a su edad), algo beneficioso para su autonomía y resiliencia.
También lo es ajustar nuestras ayudas (y suportes) a lo que necesitan en cada momento, aprendiendo, de igual modo, a confiar en ellos y a delegar (y enseñarles) aquello que pueden hacer solos.
Por su parte, Mary Alvord, creadora de un grupo para ayudar a desarrollar la resiliencia en los estudiantes en entornos académicos, el Programa Constructor de Resiliencia, habla de algunas ideas para favorecer estas habilidades, que hemos adaptado en el caso de niños y adolescentes:
- Fomentar su proactividad.
- Evitar que se victimicen.
- Animarles a pensar en qué cosas pueden controlar y cómo.
- Que identifiquen también todo aquello que no pueden controlar.
- Animarles a tener la confianza para pedir ayuda cuando sea necesario.
Finalmente, Courtney Joly-Lowdermilk, directora asociada de servicios estratégicos en el Centro de Rehabilitación Psiquiátrica de la Universidad de Boston y también citada en el artículo de Kqed.org, considera importante fomentar que los jóvenes vivan todo tipo de experiencias:
"Cuando controlamos las experiencias de un adulto joven y no tienen esa gama completa de experiencias emocionales, en realidad estamos restringiendo las oportunidades de las personas para vivir una vida plena y tener toda la gama de la experiencia humana”.
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