Negociar es un arte que implica conectar con el otro, entender sus necesidades y adoptar un papel flexible en ciertos momentos.
Y es que, seguramente te hayas encontrado muchas veces con situaciones que requieren negociar y llegar a acuerdos con tus hijos. Y en alguna de esas situaciones quizás hayas acabado "cediendo", frustrándote, enfadándote, sintiéndote mal por cómo lo has gestionado...
Aquí no se trata de ceder más o de ceder menos, sino de ser capaces de llegar a puntos en común con nuestros hijos, respetando sus necesidades e intereses pero también lo que nosotros creemos que será más positivo para ellos. ¡Te contamos cómo negociar con ellos de forma sana, respetuosa y enriquecedora para su desarrollo!
¿Qué significa negociar?
Cuando hablamos de negociar nos referimos a todo aquel esfuerzo que realizan dos o más personas, en sus interacciones, para obtener un beneficio, llegar a un acuerdo mutuo... Así, negociamos para resolver conflictos, para llegar a un punto de acuerdo o un punto en común, ganar ventajas, llegar a un punto neutral...
Con los niños, podemos negociar una gran cantidad de cosas en el día a día; desde cosas más sencillas como qué van a merendar, o si hoy irán o no al parque, hasta aspectos un poco más complejos como la hora de llegada a casa (cuando son más mayores), las tareas o responsabilidades que tendrán asignadas en el hogar, etc.
Por ello es tan importante identificar algunas claves que nos puedan ayudar a negociar con ellos y, sobre todo, a llegar a acuerdos que beneficien a ambas partes. ¿Cómo lo hacemos? Os dejamos siete estrategias útiles para negociar con ellos.
Siete claves para llegar a acuerdos y negociar con tus hijos
¿Qué nos puede ayudar a negociar con los niños de forma asertiva para llegar a puntos en común? ¡Hablamos sobre siete estrategias!
Anímale a dar su opinión
Un primer paso para llegar a acuerdos y negociar con los niños es animarles a dar su opinión. Puedes planteárselo así: "¿Qué opinas de esto? ¿Qué necesitas? ¿Qué esperas?".
Una vez conozcas su opinión, sus expectativas, explícale cómo lo ves tú. Que sea una conversación real, no un mero intercambio de intereses. Para ello, la escucha activa es clave aquí (como veremos también más adelante).
Ofrécele alternativas
A la hora de negociar con los más pequeños, una estrategia que nos puede servir es ofrecerles diferentes alternativas cuando tengan que decidir. Se trata de "ponérselo fácil" y de que puedan escoger con libertad, siempre respetando unos criterios o unos mínimos antes estipulados (y comentados con ellos).
Por ejemplo, tu hijo no quiere ir a hacer una excursión el fin de semana en familia, porque dice que no le apetece.
Una idea sería proponerle varias opciones: que pueda escoger ir un día en lugar de dos como se había acordado, la posibilidad de escoger el lugar, etc. Es una forma de fomentar disciplina y criterio pero sin dejar de ser flexibles.
Plantéale hacer una lluvia de ideas
A la hora de llegar a acuerdos con los hijos, otra idea que nos puede ayudar es plantearles la posibilidad de hacer una lluvia de ideas conjunta. Por ejemplo, no os ponéis de acuerdo en la actividad extraescolar que realizará este año.
A él le interesan unas, pero tú crees que otras le pueden beneficiar más. Aquí puedes plantearle lo siguiente: "mira, hacemos una lluvia de ideas con actividades que te puedan gustar, y después decidimos".
De esta forma, estás acercando posturas, facilitando un clima más cercano, y eso le puede ayudar a sentirse como uno más, con capacidad también para escoger (aunque a veces sea con "limitaciones").
Resolved el conflicto juntos
No hay mejor forma de resolver un conflicto, o de llegar a un acuerdo, que haciéndolo de forma conjunta. Plantéaselo como un juego, como un trabajo en equipo.
Puedes preguntarle qué opciones considera él, o qué intereses tiene, para tú posteriormente comentar qué es lo que opinas tú. La clave está en la escucha activa: escucharos mutuamente, con atención.
Sé flexible y fomenta también su flexibilidad
La flexibilidad es una herramienta indispensable para llegar a acuerdos, acercar posturas, entender mejor al otro... Por ello, es importante que seas flexible con tu hijo, pero también, que fomentes en él la flexibilidad.
¿De qué manera? Por ejemplo, planteándole diferentes opciones y que escoja la que mejor se adapte a lo que él necesita (es una forma de ampliar su mirada, su perspectiva).
O animarle a que sea él mismo quien plantee las opciones, por ejemplo a través de la lluvia de ideas ya mencionada (pero sobre todo, que sean varias opciones, que no se limiten a un "sí" o un "no").
Por otro lado, también pueden ayudarte ejercicios de estimulación cognitiva enfocados a trabajar esta habilidad en concreto (la flexibilidad es, en realidad, una habilidad cognitiva).
Uno de estos ejercicios que te planteamos consiste en colocar en un tablero fichas de parchís, en cada una de las casillas, donde cada casilla tiene el nombre de la ficha (por ejemplo, "ficha verde") en un color que no corresponde al mencionado (por ejemplo, las letras son amarillas). Así, el niño tendrá que hacer el esfuerzo de "salir de esa incoherencia" entre la no-correspondencia del color de la ficha y del color de las letras, mediante la flexibilidad.
Genera un espacio y un clima adecuado
No siempre resulta fácil negociar ciertos aspectos de la educación de nuestros hijos; qué les conviene, qué les puede ir bien, qué les puede perjudicar... Por ello, una forma de facilitarnos las cosas es generando un espacio y un clima adecuado para hablar.
Aunque esto no siempre será posible (hay "negociaciones" que surgirán con él en la calle, en el parque, etc.), podemos intentar llevarlo a cabo en la medida de lo posible. ¿A qué nos referimos con esto?
Por un lado, seleccionar el espacio para hablar (sobre todo con temas importantes); ¿su habitación? ¿El salón? Idealmente, deberá ser un sitio cómodo para ambos.
Por el otro lado, fomentar un clima cercano, relajado. Podemos empezar preguntándole por cómo le ha ido el día, o reforzándole por algún pequeño logro. Y poco a poco, ir introduciendo el tema a debatir o a negociar.
Pon en práctica la asertividad
La asertividad es aquella habilidad que nos permite decir las cosas de forma sincera y honesta pero sin herir al otro. Es decir, con respeto y tacto pero sin dejar de defender nuestras creencias o puntos de vista.
Cuando negociamos, es importante hacerlo a través de este estilo comunicativo, porque si nos situamos en los extremos opuestos (agresividad o pasividad), es muy difícil llegar a acuerdos, transmitir confianza, que nos escuchen... Porque el otro puede cerrarse en banda, sentirse herido, juzgado, etc.
Por ello, la asertividad puede resultarte de ayuda, por un lado, a la hora de expresarle a tu hijo qué crees tú que necesita de forma clara, y por el otro, a la hora de pedirle que te explique también lo que él opina.