En Bebés y más te hemos hablado en diversas ocasiones de que los castigos no son la mejor manera de educar a los niños. Incluso hace un año Lola nos compartía un artículo donde comentaba que después de 50 años de investigación concluían que los azotes no funcionan y son perjudiciales para los niños.
Por eso es bueno considerar dejar atrás ese tipo de métodos correctivos y busquemos alternativas respetuosas que sí sean efectivas para educar a nuestros hijos. En esta ocasión quiero hablarte de cómo enseñarle a nuestros hijos que lo que importan no son los castigos, sino las consecuencias de sus actos.
Personalmente nunca he estado a favor de los castigos físicos para educar o corregir a un niño, incluso desde antes de ser madre ya pensaba así y cuando nació mi hija lo reafirmé. ¿Cómo sería capaz de golpear a esta personita que yo misma concebí y traje al mundo?
Mi experiencia personal con los castigos físicos
Nunca antes había hablado de esto en un lugar tan público pero considero importante mencionarlo. Cuando yo era pequeña sí hubo ocasiones en las que mis padres me corrigieron con golpes o me azotaban con el cinto. De solo escribirlo siento que comienzo a temblar.
¿Realmente funcionó esto para enseñarme a distinguir el bien del mal? Yo estoy segura que no. Lo único que logró fue que yo sintiera miedo de mis padres y tuviéramos una relación alejada y dañada. Afortunadamente con el paso de los años pude sanar esa herida y ahora tenemos una mejor relación y ellos han comprendido que ese tipo de crianza no es la que quiero para mi hija.
¿Por qué no importan los castigos?
Principalmente, porque no funcionan. Cuando se castiga a un niño no le estás enseñando qué fue lo que hizo mal, simplemente le enseñas a que si hace ciertas cosas, se le castigará de alguna manera. Pero además de que en realidad no logran comprender el por qué no deben hacerlas, el efecto del castigo es solamente temporal.
Hay una frase que me encanta de un artículo de Armando donde nos da consejos de cómo responder a quienes nos sugieren que pegar a los niños es positivo y necesario: Hacer mal a alguien no puede ser una buena manera de enseñarle a hacer el bien.
Explicar y mostrarle las consecuencias de sus actos
Aunque a mí me castigaron ocasionalmente con golpes y tiempo fuera, estoy segura que eso no me sirvió de nada porque recuerdo que al recibir los castigos, yo no comprendía qué había hecho mal. Un simple "te dije que no tocaras eso" o un "obedece" no son suficientes para un niño. Si queremos que verdaderamente entienda hay que explicarle el por qué y las consecuencias de lo que hace o deja de hacer.
Para ello, te comparto algunas sugerencias o ideas que creo podrían ayudar a que nuestros hijos entiendan el por qué hay ciertas conductas que deben seguir.
Demuéstrale la importancia de los valores
Yo aprendí a diferenciar lo bueno y lo malo a base de una educación enfocada en valores. Honestidad, amabilidad, respeto, generosidad, son algunas de las lecciones de vida que están muy presentes en mi manera de actuar.
¿Cómo les hacemos entender cuáles son y por qué debemos respetarlos? Primeramente, dando el ejemplo. Los niños son imitadores por naturaleza y muchas de las cosas que nosotros hagamos, ellos también las harán.
Por ejemplo, podemos explicarles que cuando nos dirigimos a los demás de manera amable y respetuosa, no sólo generas una sensación positiva en el otro, sino que además es más probable que esa amabilidad y respeto regrese a ti. En cambio, si nos portamos altaneros o le exigimos al otro, no solo les incomodaremos, hasta podríamos hacerles sentir mal y que nos rechacen o devuelvan el mal trato.
Explícale la Ley de causa y efecto
Es algo que todos conocemos muy bien: para cada acción corresponde una reacción. Todo lo que hacemos tiene consecuencias, positivas o negativas. Aquí lo importante es explicarles cuáles son las consecuencias de sus actos, para que comprendan la razón e importancia de hacer o no hacer ciertas cosas. Por ejemplo:
- Si golpeas a otro niño lo lastimas y le haces sentir mal.
- Si te subes a un lugar alto debes tener cuidado pues podrías caerte.
- Si le gritas a alguien lo hieres y puede sentirse triste u ofendido.
- Si no recoges tus juguetes del piso, alguien podría tropezar y lastimarse.
- Si no comes tus alimentos podrías sentirte débil o sin energía.
Recordemos que la mayoría de los niños que "se portan mal" no saben que lo que hacen está mal. Nuestra responsabilidad es enseñarle entonces el por qué no deben hacer tal o cual cosa, y qué es lo que sucede si actuamos de cierta manera.
Muéstrales que ellos son responsables de sus actos
Así como les enseñamos que toda acción tiene una reacción, debemos enseñarles que ellos son los responsables de lo que ocurra a causa de sus actos. Por ejemplo, si nuestro hijo toma un bote de pintura y lo tira al piso, la consecuencia es que hace un desastre. Ahora su responsabilidad es limpiarlo (acompañado de nosotros pues son muy pequeños aún) y mostrarle que ese tiempo que "perdimos" limpiando algo que pudo haberse evitado, fue tiempo que no pasamos juntos haciendo algo divertido como leer o jugar.
Creo que estos tres puntos nos pueden ayudar a enseñarle a nuestros hijos la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal. Así mismo les enseñará a comprender que todo lo que ellos hagan tendrá una consecuencia y de sus acciones dependerá que ésta sea buena o sea mala.
¿Cómo le explicas a tus hijos que lo que importan son las consecuencias de sus actos?
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