Cómo saber lo que hace tu hijo adolescente sin espiarlo ni invadir su intimidad

Cómo saber lo que hace tu hijo adolescente sin espiarlo ni invadir su intimidad
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Si tienes un hijo adolescente, es normal que te preocupes por si está bien (como con cualquier hijo), por si prueba el alcohol o fuma, por si "se mete en líos", si va con amistades que no te convencen, o por mil temas más propios de la adolescencia.

Y por eso, es probable que en algún momento te hayas preguntado hasta qué punto, como padre o madre, debes o puedes adentrarte en tu intimidad. ¿Debemos mirar su móvil, o preguntarle sobre sus relaciones sexuales, por ejemplo?

¿Dónde está el límite? Como veremos a través de estas cinco claves que os proponemos, lo importante es que él no se sienta espiado o invadido, y que podamos supervisar o vigilar ciertas áreas de su vida desde el respeto hacia sus espacios. Descubre cómo hacerlo sin que esto rompa la confianza que te tiene.

Cinco claves para acompañar y estar pendiente de tu hijo adolescente desde el respeto

1. Establece una comunicación abierta y sincera

Una comunicación abierta es la base de cualquier relación saludable entre padres e hijos, y una pieza fundamental si no queremos que se sientan invadidos o espiados. Haz que tu hijo adolescente se sienta cómodo hablando contigo sobre sus preocupaciones, alegrías y problemas.

Escúchale con atención, ofrécele un tiempo y un espacio de calidad para hablar y muestra empatía hacia sus experiencias y emociones. Esto le permitirá confiar en ti y estar más dispuesto a compartir aspectos importantes de su vida (o cosas que le da vergüenza contar; recuerda que los adolescentes suelen ser bastante recelosos con su intimidad, y es normal, no fuerces).

2. Toca la puerta de la habitación antes de entrar

Aunque parezca una cosa muy obvia o básica, lo cierto es que es clave. Nuestros hijos, ya no son niños; y aunque siguen siendo "pequeños" a nuestra manera, son adolescentes, y tienen derecho a tener su intimidad. Esto no quiere decir que los niños no la tengan, que también.

Sino que, ya en la adolescencia, son más recelosos con su privacidad, y es lógico que esperen que sus espacios sean respetados. Por eso, llama a la puerta antes de entrar si está cerrada; no cuesta nada y es una forma de decirle, "me gustaría hablar contigo, ¿es un buen momento para ti?".

3. Pregunta, evita los interrogatorios

¿Debemos preguntar sobre sus relaciones sexuales? La clave está en preguntar sin interrogar. Y también, en cuidar la forma en la que hacemos esas preguntas, buscar el momento adecuado... Pero, ¿qué diferencia hay entre interrogar y preguntar?

Interrogamos cuando preguntamos muchas cosas seguidas (sin dar tiempo a la respuesta), con la actitud de "cuéntamelo todo", y además, desprendemos preocupación, nerviosismo y desconfianza. Usamos preguntas más directas, "sin filtro", sin darle tiempo a pensar la respuesta, sin aceptar un silencio.

En cambio, preguntamos cuando hacemos preguntas abiertas, desde la calma y la curiosidad, desde el no juicio, siendo menos invasivos y directos... Por ejemplo; no es lo mismo decir: "¿cómo fue con Álvaro el otro día? [...] ¿te sientes cómoda con él?" (esto da espacio a que la conversación se vaya profundizando), a decir: "¿qué hacéis cuando vais a su casa? ¿ya habéis tenido relaciones sexuales? ¿No crees que es muy pronto?" (todo seguido).

4. Evita mirar su teléfono móvil

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Imagen de Freepik

Si queremos que nuestros hijos confíen en nosotros, debemos respetarlos. Y el respeto empieza por no romper la confianza ni invadir su intimidad. Por eso, no debemos mirar nunca su teléfono móvil sin su consentimiento.

Es mejor que, si tenemos dudas de algún tema -y a no ser que sea una auténtica emergencia- (por ejemplo, querer saber con quién sale, si ha probado el alcohol, o si ha empezado a fumar, etc.), observemos sus comportamientos, cultivemos la confianza mutua y le preguntemos directamente, en lugar de mirar su móvil.

Además, que si "nos pilla", esto puede romper para siempre la confianza que nos tienen, y hacer que empiecen a mentirnos u ocultarnos cosas (que tampoco es lo que queremos).

5. Acompaña sin controlar

Para evitar que tu hijo adolescente se sienta espiado, y podáis cultivar la confianza mutua, en lugar de controlarlo (con interrogatorios, sobreprotegiéndolo, etc.), acompáñalo en su camino hacia la independencia y valida sus emociones. Ofrece apoyo emocional y orientación cuando sea necesario, pero permítele tomar decisiones y aprender de las consecuencias, estimulando así su autonomía.

Establece un ambiente donde pueda cometer errores sin miedo a ser castigado o juzgado, siempre y cuando esos errores no pongan en peligro su seguridad. Recuerda que aprender de los errores es una parte crucial del desarrollo, y que las experiencias de la vida son las mejores maestras para él, aunque a veces (y eso nos haga sufrir como padres, como es lógico), duelan.

Foto | Portada (Freepik)

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