Según una encuesta elaborada por el Club de Malasmadres y DKV, siete de cada 10 mujeres españolas se sienten más cansadas ahora que antes del confinamiento, y un 86% se muestra apática, triste y desmotivada. Los datos son realmente preocupantes, y ponen de manifiesto que lejos de decrecer, el estrés físico y emocional de las madres se ha disparado en estos meses.
Y es que a parte de los estragos físicos que está causando el coronavirus, la pandemia también nos está afectando psicológicamente, y los padres somos uno de los colectivos que más lo está sufriendo. Durante el confinamiento tuvimos que combinar el teletrabajo con la crianza de los hijos y su educación en casa, una carga demasiado exigente que a muchos ha acabado pasando factura.
Ahora ya no estamos confinados, pero el estrés emocional sigue creciendo. Son muchos los padres y madres que continuan teletrabajando con los niños en casa, y muchas las familias que han decidido no salir de vacaciones en este verano tan incierto. A todo esto se suman las dudas por lo que ocurrirá con la vuelta al cole de septiembre y, en general, por todo lo que la pandemia está trayendo consigo.
Las madres nos sentimos tristes, apáticas y desmotivadas
El el Club de Malasmadres y DKV llevan tiempo trabajando en un proyecto conjunto llamado 'La hora de cuidarse', cuyo propósito es ayudar a las madres a cuidarse para poder cuidar mejor de su familia.
Enmarcado en este proyecto, decidieron realizar una encuesta a 10.000 mujeres españolas para analizar la salud mental de las madres en estos meses, y los resultados no pueden ser más preocupantes.
Entre las razones descritas por las mujeres se encuentra la carga de trabajo a la que están teniendo que hacer frente en esta situación excepcional, y que les obliga a compaginar el teletrabajo con la crianza de los hijos, su educación y las tareas del hogar. A todo ello se suma el panorama incierto derivado de la vuelta al colegio y la falta de tiempo para dedicarse a una misma.
Ante esta situación de estrés mental y físico las madres piden, en primer lugar, poder estar a solas sin los hijos ni la pareja; en segundo lugar, dormir; en tercer lugar, poder hacer lo que quieran; en cuarto lugar, poder desconectar, y en quinto lugar, estar en silencio. Sin embargo, un 43% de las mujeres afirma que no podrá conseguir estos propósitos durante sus vacaciones de verano.
Las madres, quienes más estrés sufrimos durante el confinamiento
Los datos que esta encuesta ha revelado vendrían a sumarse a los de una investigación realizada hace dos meses por la Universitat Politécnica de València, y que puso de manifiesto que las madres con niños pequeños que teletrabajan fueron quienes más estrés sufrieron durante el confinamiento, pues además de tener que sacar su trabajo adelante, fueron las encargadas de realizar el seguimiento escolar de sus hijos y de facilitar el teletrabajo a sus parejas.
Pero aunque este tipo de estudios y encuestas se centren en en el papel de las madres, lo cierto es que los padres también están sufriendo el estrés físico y emocional que la pandemia ha traído consigo. En muchas familias la situación económica está siendo delicada e incierta, y las dudas con respecto al trabajo, el colegio y la conciliación son generalizadas.
Ante este panorama desolador lo único que podemos hacer es tratar de descansar y disfrutar junto a nuestros hijos durante el mes de vacaciones que todavía tenemos por delante. Además, es fundamental y necesario encontrar tiempo para nosotros mismos y para estar en pareja.
En lo que respecta al comienzo de las clases y la incertidumbre que esta situación genera, es muy importante encontrar soluciones eficaces y seguras que nos permitan conciliar, sea cual sea el escenario de vuelta al cole que se presente. Aunque, obviamente, esas soluciones escapan en la mayoría de los casos al control de las familias, de ahí nuestra preocupación.
En este sentido, el Club de las Malasmadres puso en marcha una campaña en Change.org para que las familias sean una prioridad en la sociedad, exigiendo al Gobierno medidas urgentes que permitan una conciliación sin renuncias.
Foto | iStock
Vía | EuropaPress, El País
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