Las palabrotas son palabras malsonantes o calificadas como groseras que pueden llegar a ser ofensivas para otros. Hay niños que, por diversas razones, dicen palabrotas en algún momento (o etapa) de su vida.
Una de estas razones es el hecho de que las escuchen por parte de los adultos. ¿Cómo influye que digamos palabrotas delante de los niños? Como veremos, esto puede influir no solamente en su lenguaje, sino en su forma de relacionarse y comunicarse con los demás, así como de expresar sus emociones.
Decir palabrotas delante de los niños influye en su lenguaje
Es alrededor de los cinco o seis años de edad cuando los niños suelen empezar a decir palabrotas (el momento en el que ya dominan el lenguaje). Aunque pueden empezar más tarde, o incluso hacerlo en la adolescencia. Las causas son varias, pero influye enormemente lo que escuchan a su alrededor. ¿De qué forma?
Actúan por imitación
Los niños, sobre todo los niños pequeños, actúan (y aprenden) por imitación. Si delante suyo decimos palabrotas (y además de forma recurrente), es inevitable que tarde o temprano, ellos también las digan.
El entorno refuerza su lenguaje
Además, hemos de tener en cuenta que cuando los niños aprenden a hablar, el estímulo que les refuerza ese lenguaje es su entorno. La forma en la que respondemos a sus aproximaciones a palabras, tiene un alto impacto en cómo será su lenguaje, porque nuestra respuesta refuerza su conducta.
Esto también ocurre cuando le enseñamos una nueva palabra a nuestro hijo. Pero claro, no es lo mismo una palabra que una palabrota; cuando son palabras que no nos gustan, hemos de cuidar ese lenguaje, porque ellos lo reproducen, muchas veces sin mala intención o por falta de conciencia, sencillamente porque se ha instaurado esta dinámica de imitación/repetición.
Palabrotas y gestión emocional
Por otro lado, la imitación de nuestro lenguaje también puede darse cuando son más mayores y conscientes de lo que significan las palabrotas. Y esto también tiene que ver con la gestión emocional; así, si por ejemplo nos ven enfadados y diciendo palabrotas, entenderán que esa es una forma aceptable para manifestar un desacuerdo o para expresar una emoción, y por lo tanto, la reproducirán.
Normalizar decir palabrotas
Y también entenderán que esa una forma apta para relacionarse con las demás personas, sin respeto, porque de tanto escucharlo lo habrán normalizado. Y esa normalización es muy peligrosa; lo ideal y por lo que debemos trabajar en su crianza es que, cuando escucharan una palabrota, eso les chirriara, como una señal interna que les dijera "esto no está bien" o "esto no suena bien".
Aunque, claro, no debemos tampoco exagerar, y debemos fijarnos bien en el contexto en el que el niño o adolescente dice la palabrota para adaptar nuestra respuesta a la situación. No es lo mismo decirla en un contexto puntual de enfado e impulsividad, como para uno mismo, que decirla a otro para insultar, porque no sabe qué significa, para hacerse el gracioso, etc.
Por qué a los niños les gusta decir palabrotas
Sin embargo, hemos de tener en cuenta que, más allá de porque las escuchan en su entorno, hay algunos factores que también explican por qué a los niños les gusta decir palabrotas.
Por ejemplo, sabemos que son palabras fáciles de pronunciar, que tienen una fuerte sonoridad. Además, provocan una reacción en las personas del entorno, que de repente ofrecen su atención a quien las dice.
Así, son palabras que llaman la atención, y es una forma sencilla de expresar ira, enfado o frustración. Y por otro lado, en el contexto social, los niños muchas veces imitan a sus amigos o compañeros que dicen palabrotas, para sentirse integrados y parte del grupo.
Por ello, no es de extrañar que en algún momento los niños digan palabrotas, aunque entender esto no significa que debamos aceptarlo o pasarlo por alto, porque es lógico que no nos guste y/o nos preocupe.
Cuidar nuestro lenguaje para cuidar su desarrollo
Es importante cuidar nuestro lenguaje delante de los niños cuando hablamos con otra persona, pero también, y sobre todo, cuidar el lenguaje que utilizamos para dirigirnos a ellos. Por supuesto, siempre evitar usar palabras inadecuadas o inofensivas hacia ellos, porque esto es una forma de maltrato.
Y además, esto les puede afectar enormemente a la autoestima, a la imagen que tienen de sí mismos, a su autoconfianza... y además, y como decíamos antes, puede distorsionar la idea que tienen de una buena adecuada gestión emocional. Por todo esto, cuidemos nuestro lenguaje para que nuestros hijos sean niños sanos emocionalmente y respetuosos consigo mismos y con los demás.
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