Lo de que los niños jueguen con pistolas o rifles es un tema que nunca me ha gustado, de hecho me choca mucho cuando vamos a casa de algunos amigos y mis hijas empuñan esas armas de juguete. Y lo que me parece de muy mal gusto son estos baberos que muestran el lema “Futuro miembro de la Asociación del Rifle” o encontrar una habitación infantil decorada con todo tipo de armas.
Tampoco me gusta demasiado ver a los bebés con trajes de equipos de fútbol o portando pancartas de partidos políticos (una imagen bastante habitual en época electoral), aunque al menos en esos casos se supone que no se promulga la violencia.
De hecho estos insólitos baberos algo tienen que ver con la política. Precisamente en época electoral y ante una posible victoria de Barack Obama (que no favorece la libertad de llevar armas, aunque digamos que tampoco hace mucho por limitarla) el presidente de la Asociación del Rifle también hace campaña.
Y he aquí un modo más de propaganda para su causa: adoctrinar a padres e hijos con semejante lema que quiere perpetuar entre generaciones una afición bastante peligrosa. En un país en el que se producen 30.000 muertes al año por armas de fuego que casi cualquiera puede comprar, creo que no hacen falta nuevos "adeptos a la causa".
Encontrarse el Museo Nacional de las Armas de Fuego de Virginia un souvenir como esos baberos que indican que el bebé será miembro de la Asociación del Rifle me parece de muy mal gusto. El lema “Futuro miembro de la Asociación del Rifle” lo lleva impreso el babero, que se vende por unos 10 euros, sobre el logotipo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA).
¿El cuarto de los niños o la sala de armas?
Y ya que el bebé lleva un babero de ese tipo, por qué no vamos a decorar su habitación con rifles y revólveres. En una de las habitaciones del Museo de las Armas de Fuego se recrea una habitación clásica del niño medio americano, con una estantería en la que cuelgan varios fusiles de juguete y una cama sobre la que reposan revólveres y cómics de hazañas bélicas.
Una habitación infantil bastante chocante, sin duda. Y no es cuestión solo de gustos, porque si se tratara de decorar con princesas o con gallos (por decir algo) tampoco me gustaría esa habitación, pero considero que son motivos bastante más inocuos.
Normalizar las armas en el entorno del niño no hace sino normalizar la violencia. Probablemente esos niños hijos de los fanáticos de las armas las empuñen en pocos años, porque hay otros muchos motivos para que hayan adquirido esa "afición" y no solo que su habitación parezca un arsenal.
De hecho podría no resultarnos tan extraño que, en un país donde hay manuales que proponen, entre otras barbaridades, dejar armas de fuego cargadas al alcance de los niños en casa para probar su temeridad, rifles y pistolas acaben siendo tan "amigos" y compañeros de niños y mayores.
Y entrecomillo lo de "amigos" porque los datos señalan que en Estados Unidos un 45% de los hogares guardan armas y un 34% de los adultos poseen una pistola: como consecuencia de esta proliferación 60 niños mueren al año por incidentes con armas de fuego.
Cada uno educa a sus hijos con sus "manías" (o no, que mis hijas ni saben de qué equipos somos sus papás). Es complicado no transmitir las aficiones, pero si abogamos por no obligar a que hagan la actividad extraescolar que nosotros queremos, con más razón no deberíamos inculcarles determinadas prácticas que además pueden ser tan peligrosas. Y es que las armas no son una "afición" cualquiera.
En definitiva, "educar" desde niños a nuestros hijos en el uso de las armas de fuego, marcando su camino como futuros miembros de asociaciones de armas, conviviendo con rifles, ambientando la casa con pistolas... es más bien adoctrinar y perpetuar la aceptación de la violencia en una sociedad demasiado acostumbrada a ella.
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