Sabemos que el cerebro de la mujer cambia durante el embarazo para tener un mayor vínculo con el bebé una vez nace. Sabemos también que una vez el bebé ha nacido, su cerebro crece y reacciona cambiando para adaptarse a la nueva situación.
¿Y si hablamos del padre? ¿Nos pasa algo a los padres cuando tenemos un hijo? Obviamente, la respuesta depende mucho de cada padre, ya que en nuestro cuerpo no se produce ningún cambio físico, pero sí, se ha visto en un estudio reciente que el cerebro de los hombres cambia al tener hijos y cambia más cuanto mayor es el tiempo que pasa al cuidado de su bebé, hasta el punto que llega a funcionar, casi, como el cerebro de una madre.
Diferencias entre el cerebro de la madre y el padre
Para hacer el estudio, investigadores del Centro de Ciencias del Cerebro Gonda de la Universidad de Bar-Ilan, en Israel, estudiaron a 89 padres primerizos. Primero vieron cómo funcionaba el cerebro de 20 madres heterosexuales que eran las cuidadoras primarias y lo compararon con 21 papás heterosexuales que eran los cuidadores secundarios (lo que suele suceder en la mayoría de ocasiones).
A todos ellos les hicieron escáneres cerebrales mientras les enseñaban vídeos de padres interaccionando con sus hijos, para ver qué zonas del cerebro se activaban. Vieron que la diferencia era bastante clara, puesto que las mamás mostraban más actividad en la amígdala (cinco veces más) y en otras estructuras de procesamiento emocional que los padres. Esto quiere decir que las madres se preocupan más, están más comprometidas y son más conscientes de las señales de peligro del bebé, probablemente como consecuencia del embarazo, del parto y de haber asumido el rol de cuidadora principal.
Los padres, en cambio, tenían más actividad en el surco temporal superior del cerebro, que es una región que es importante para la socialización, algo así como la parte del cerebro que nos ayuda a interpretar las expresiones faciales, a procesar el habla y a entender cómo nos relacionamos con los demás. Esto viene a decir que la crianza de los padres tiene más que ver con lo racional, con la empatía, con la comprensión del sufrimiento.
Algo así como, resumiendo, decir que las madres atienden a sus hijos cuando lloran porque sienten que están sufriendo mientras que los padres les atienden porque saben que están sufriendo.
¿Qué pasa cuando es el padre el que cuida al bebé?
Ahora bien, esas diferencias que podría decirse que son estructurales, es decir, que con ellas se nace, debían confirmarse observando qué pasaba si era hombre el cuidador primario del bebé.
Para analizar esto, estudiaron a 48 padres homosexuales que estaban criando a sus hijos como cuidadores primarios. Vieron que en estos casos se activan mucho ambas regiones, la racional de los padres heterosexuales que son cuidadores secundarios y la emocional de las madres que son cuidadoras primarias. Lo más curioso es que la amígdala de estos padres se activa prácticamente al mismo nivel que el de las madres.
En palabras de Ruth Feldman, investigadora principal:
Tienen las estructuras cognitivas de los papás, pero la amígdala es sensible a las experiencias de cuidado infantil [...] Mientras más involucrados están los padres en un cuidado activo, más activará la red paterna a la red materna.
Es decir, se refiere a la red materna como la parte emocional del cerebro del hombre que se activa en mayor medida cuanto más tiempo pasa un hombre con sus hijos.
Pero ojo, no estamos hablando de amor
Por si acaso alguien está pensando que hablamos de amor, los investigadores analizaron los niveles de oxitocina (la hormona del amor) y vieron que los niveles eran muy parecidos para las madres y los padres, independientemente de si eran cuidadores primarios y secundarios.
¿Y todo esto qué quiere decir?
Pues que los padres también somos capaces de cuidar a nuestros hijos (esto ya lo sabíamos, claro) y que nuestro cerebro cambia para hacerlo posible hasta el punto que un padre, cuidador primario, llega a relacionarse con su hijo de una manera más emocional que el resto de padres, sintiendo el mismo vínculo y la misma preocupación que puede sentir una madre.
Como pegas al estudio, que me ha parecido muy interesante, echo en falta más individuos en la comparación. Por ejemplo, no sabemos cómo funciona el cerebro de un hombre que es cuidador primario de un bebé cuando su pareja es mujer, que actúa como cuidadora secundaria. Y en esta pareja, tampoco sabemos cómo actúa el cerebro de la mujer. Quizás al ejercer el papel que habitualmente llevamos a cabo los padres su parte más emocional del cerebro se active menos y se active más la social... o quizás la emocional sigue activa y aumenta la "red paterna".
Estaría bien que en próximas investigaciones tengan esto en cuenta porque así podremos ver cómo las elecciones que toma cada pareja a la hora de cuidar y criar a su bebé nos prepara de una u otra manera, según sea nuestro rol.
Por lo pronto, y como padre que ejerce el papel de cuidador secundario, tengo claro que mi vida cambió al tener a mis hijos. No sucedió el primer día, ya lo conté una vez, pero poco a poco, con el tiempo, me fui convirtiendo cada vez más en un padre cuidador, preocupado y consciente. Si mi cerebro cambió conmigo, no sé... imagino que sí, pero tampoco me preocupa.
Vía | Medline Plus
Foto | Thinkstock
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