Ayer os dimos a conocer un método para dormir de una autora no demasiado conocida en nuestro país, llamada Tracy Hogg.
Se trata de un método que podría considerarse conductista, por cómo se lleva a cabo, pero con mejores intenciones y con algo más de respeto que el más conocido método Estivill.
Después de explicar un poco la filosofía de esta enfermera hoy hablaremos un poco más del método, mostrando cómo se lleva a cabo y explicando también por qué no acaban de gustarnos algunos puntos que la autora expone, con la premisa clara de que, a pesar de ello, nos parece una buena alternativa al mencionado método Estivill.
En qué consiste su método
La mejor manera de entender cómo funciona su método es leer el libro de la autora donde está todo explicado con pelos y señales, sin embargo, para que conozcáis un poco en qué consiste, os haré un pequeño resumen con algunos de los puntos más destacados.
Hogg comenta que para dormir a un bebé debemos primero decidir cuál será el método más habitual, pues aquello que hagamos será lo que el bebé esperará que hagamos siempre. Algo así como decir que si los primeros días lo dormís meciéndolo durante media hora tendremos que hacerlo así siempre y por mucho tiempo, porque será esto lo que el bebé esperará.
La verdad es que esto no está exento de lógica, sin embargo el mecer o arrullar a un bebé suele ser una solución a una falta de conciliación del sueño y no una decisión premeditada en plan “cuando nazca mi bebé lo meceré durante más de media hora para que se duerma”, es decir, la mayoría de veces se hace porque el bebé no puede dormirse solo o porque al no poder dormirse empieza a gemir y llorar de puro cansancio.
También recomienda que el niño duerma solo en la cuna para fomentar su independencia pero no a costa de dejarlo llorar. Es decir, asumir que cuando un bebé llora está tratando de decir algo y que por ello hay que atenderlo. Una vez se ha calmado lo volvemos a dejar en su cuna porque sus necesidades ya están cubiertas (y lo demuestra no llorando).
En este punto discrepo un poco porque normalmente los bebés piden contacto (o comida) y dejan de llorar cuando lo consiguen. Volviendo a estar tranquilos y en brazos de papá o mamá se duermen de nuevo sabedores de que están con ellos (se cubre su necesidad) y, al dejarlos de nuevo en la cuna, dejamos de darles lo que estaban pidiendo, ergo estamos dejando de cubrir realmente sus necesidades (pero como duermen, no se enteran). Aún así, siempre es mejor hacer esto que dejarle llorar un tiempo determinado o hasta que el niño decide que no hace falta seguir haciéndolo porque su necesidad no se va a cubrir.
Para dormir a los niños nos dice que los bebés no deberían depender de apoyos, que define como aquellos objetos o actos a los que puedan acostumbrarse y cuya ausencia les haga sentir nerviosos. Según dice los bebés no aprenderán nunca a dormirse solos si les creamos un condicionante como el hombro de papá, el chupete, un paseo de media hora, el pecho de mamá, etc.
De nuevo discrepo, básicamente por el tema del pecho de mamá y la lactancia. Si un bebé tiene hambre y mama de noche lo más lógico es que se quede dormido con el pecho. No es que mamar sea un apoyo, es que es una necesidad y como maman casi dormidos, es casi imposible separar a un bebé que come para que se quede despierto.
Si en vez de hablar de comida se está refiriendo al pecho como excusa para hacer succión (la llamada succión no nutritiva), como pudiera estar succionando un chupete, la cosa cambia (aunque sólo un poco). Bajo mi punto de vista los niños tienen el reflejo de succión porque les sirve para calmarse y tranquilizarse en ausencia de otras herramientas menos físicas y más psíquicas. Si no se le deja coger el pecho para succionar o un chupete, lo más probable es que llore y pida algo que llevarse a la boca (quién sabe si acabará metiéndose la mano o un dedo). Entonces, si llora porque quiere succionar algo, somos nosotros los que no le permitimos utilizar un “apoyo" que necesita y no al revés, como dice ella, que por succionar el pecho o un chupete lo estamos acostumbrando a algo que luego no podrá dejar de utilizar.
Por poner un ejemplo, es como si alguien dice que los adultos que duermen de lado no pueden dormir con almohada porque es un apoyo. Es cierto que no la necesito para dormir, pero si no la tengo dormiré peor y necesitaré poner un brazo o algo para estar más cómodo. Si alguien de repente me diera una, dormiría mejor y, de quitármela de nuevo me quejaría, pero no por haberme acostumbrado, sino porque realmente la necesito para no despertarme con el cuello contracturado.
Siguiendo con lo que nos dice Tracy Hogg, según ella hay que tener en cuenta que un apoyo no es un objeto de transición, como un peluche o una mantita, ya que el objeto de transición permanece con el bebé mientras que el apoyo desaparece y de ahí el problema. De todas maneras comenta que prefiere que los bebés no tengan objetos para dormir, pues así desarrollarán sus propios medios para calmarse.
Con esto sí estoy de acuerdo, pues tampoco soy muy amigo de la transición entre el calor humano y la soledad mediante un objeto inanimado, ahora bien, las estrategias para calmarse uno mismo llegan cuando madurativamente un niño está preparado para calmarse solo (mediante herramientas que van apareciendo a medida que el cerebro racional se va desarrollando). Hasta ese momento todo lo que sea calmarse uno mismo se hará de manera errática provocando probablemente un estrés muy elevado en el niño (llorar hasta la extenuación, por ejemplo, o aprender que nadie va a darte lo que realmente necesitas, pese a estar viviendo una situación como potencial amenaza).
Continuará…
Mañana, para acabar, explicaremos la técnica que debemos seguir según la autora tanto para conseguir que duerman, como para conseguir que luego lo hagan durante toda la noche.
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Foto | Owlpacino, masochismtango en Flickr
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