Acaban de pasar las fiestas de Navidad y eso quiere decir que ahora llegan unos meses de tranquilidad y sosiego, lejos de las miradas y el juicio de tus cuñados. Unos meses (o quizás semanas), porque con mucha suerte no volveréis a compartir mesa hasta la próxima Navidad y con poca suerte os veréis en un cumpleaños dentro de poco, o peor, cualquier fin de semana comiendo en casa de tus padres o de los padres de tu mujer.
¿Que de qué estoy hablando? Sí hombre, ya sabes, de los 14 momentos en los que sonríes o te muerdes la lengua cuando te hablan tus cuñados cuando ahí dentro, en tu cabecita, la sangre hierve y en tu imaginación les estás estrangulando hasta verles agonizar.
1. "¿Y no les dais biberón, con lo bien que va?"
Sucede al principio, cuando sois primerizos y os quieren demostrar que además de primerizos sois unos pardillos y, de paso, justificar la opción que ellos escogieron aleccionándote: porque ellos saben lo que hacen, y hacen lo mejor. "Que sí, que la lactancia materna es lo más natural, pero oye, al final es un rollo porque solo se lo puede dar la mujer y con el biberón se crían igual y ella puede descansar. Además, eso de darle tú el biberón es una pasada, ¿no crees?".
Y tú crees que sí, que seguro que es una pasada, pero que ya que el niño se coge bien al pecho, está engordando bien y la mamá, aunque cansada, está contenta y no quiere cambiar, pues que siga con la lactancia. Y aunque les dices que va bien de peso y tal, te insisten en "lo cómodo que es lo otro, que sabes cuánto toma y lo controlas, en vez de tener que estar dando teta cada dos por tres y en cualquier lado sin saber si ha comido mucho o poco".
2. "¿No crees que lo cogéis mucho en brazos? Al nuestro apenas le cogemos y es mucho más independiente"
"Porque te va a destrozar la espalda y se te van a quedar los brazos hechos polvo, amén de las muñecas, que no veas cómo duelen... el nuestro al principio quería muchos brazos, pero ya le hemos ido enseñando que ni hablar, que tiene que aprender a estar solo porque no va a tenerlo todo en la vida. Míralo, ahí está solo en el cochecito y tan tranquilo".
Y claro, contestas que no te ves capaz de dejarle llorar, que prefieres atenderle, que has leído que es mejor que no lloren... "Eso dónde lo has leído, ¿en internet? Porque ahí no te puedes fiar de nadie, escribe cada lunático...". "No, en un libro de crianza". "Pff, pues vaya tontería. Los niños, de toda la vida, han tenido que aprender que son ellos los que van a tener que sacarse las castañas del fuego y que no pueden depender siempre de sus padres para todo, y cuanto antes lo sepan mejor".
Así que te lo dicen de ese modo, con tal convencimiento, que sí, les estrangularías para no seguir discutiendo. Nunca más.
3. "¿En serio duerme con vosotros? Jajaja, qué mal: este lloró un par de días y ahora es súper feliz durmiendo solo"
"Lo que me faltaba... tener que dormir con el bebé dentro de la cama. Ahí dándome patadas y poniéndome la mano encima. ¡Si es que además eso no puede ser bueno! Mira, de verdad que creo que sois un poco blandos en este sentido. Los niños tienen que dormir en su habitación, en su cuna. ¡Claro que lo pasan mal unos días! Pero luego se les pasa y lo agradecen. No tiene sentido tenerlos siempre en la cama porque mira el hijo de la panadera, que nos explicaba el otro día que tiene pavor a la oscuridad y con 13 años muchas noches va a dormir con ella. ¡Trece años!".
Que tú no le has preguntado cómo lo hacen ellos. Que es que además no te interesa. Que te han preguntado ellos qué tal duerme, y para no mentir has dicho la verdad, que se despierta bastante y que menos mal que lo tienes en la cama, porque si no dormiría peor. Pero no, resulta que ellos saben mejor que tú que tu hijo dormiría mucho mejor solo.
4. "¿Que le habéis puesto las vacunas opcionales? Qué tontería, si son opcionales es porque no son importantes"
"De hecho, es que yo odio los pinchazos... no me gustan nada las vacunas, ni las analíticas ni nada. Lo paso yo peor que mi bebé, así que si pudiera no le ponía ni una. Pero como ahora te dicen mala madre por todo, pues le hemos puesto las que tocan. Pero oye, esas opcionales ni de coña, que he leído por ahí que si no las ponen en el pediatra es porque no serán tan importantes. Además, ya ves... no las lleva y no le ha pasado nada".
Y te dan ganas de decirle "por ahí dónde, ¿en internet?", pero no, te muerdes la lengua otra vez mientras intentas hacer una mueca similar a una sonrisa y te piensas si decir "bueno, nosotros es que hemos pensado que es mejor que no coja una neumonía o una meningitis y que si no están en el calendario es porque no hay dinero en el estado para eso" pero al final te callas y no dices nada para no seguir con el tema.
5. "Pero deja de darle el pecho ya, mujer. Mira el nuestro, está majísimo con el biberón y además duerme como un bendito"
Porque claro, el tuyo se sigue despertando por las noches y el suyo es de museo. Un bebé de museo que, según dicen, todo lo hace bien.
6. "¿Hasta los seis meses sin darle nada más de comer? Pfff, menudo pediatra... este come cualquier cosa que le eches"
Porque no le dan de comer, le echan de comer. Y además, qué más da lo que diga la OMS, la AEP, UNICEF, tu pediatra, tu enfermero y quien sea. Eso de hasta los seis meses leche materna es una barbaridad para ellos: "mi madre con 3 meses me daba de todo, y mira qué bien estoy". "Ajá" (ahora entiendo por qué eres tan capullo). "Así que ya ves, desde los cuatro meses le damos cereales, potitos, fruta y mi madre más de una vez le ha dado verdura, carne, pescado, lentejas ¿verdad, cari? Y sin que nos lo haya dicho nadie. Hasta natillas le di el otro día... ¡¡no veas cómo se las come!!"
(Ya, ya... yo es que al mío sólo le damos teta porque lo que queremos es que se muera de inanición...).
7. "¿Y aún no dice 'mamá' ni 'papá'? Yo lo llevaría al pediatra, porque al nuestro ya le he oído decir muchas cosas"
No solo es un bebé de museo, es que además es el más listo de los bebés del parque. Tú no le has oído decir nada, pero según ellos sí, habla por los codos. Y quizás sea verdad, pero coñe, eso no quiere decir que el mío sea un lelo solo porque aún no ha dicho mamá y papá cuando aún es un bebé. De verdad, que es que parece que se estén repartiendo las medallas y ellos estén pidiendo a gritos una para su hijo.
8. "¿Y no le castigas con la rabieta que te acaba de montar? Pues vais listos. Yo a este no le dejo pasar ni una"
Porque claro, cuando hay gente los niños a los que se les permite demostrar sus sentimientos pueden llegar a hacerlo, montarte una rabieta porque están nerviosos, o porque no les estás haciendo caso, o porque en ese momento quieren algo, y ahí las miradas de los demás se clavan en tu nuca esperando tu reacción, a ver cómo le castigas.
Y no haces nada que no hagas en otras ocasiones (o lo intentas, porque la presión es importante). Le atiendes, vas con él a ver qué quiere, le explicas las cosas, tratas de encauzar la situación de manera adulta, porque aunque él es un niño, tú eres un adulto, y cuando por fin lo tienes todo solucionado y el niño calmado, resulta que, o has sido muy blando o has tardado demasiado tiempo en solucionarlo: "Buff, anda que yo iba a tener paciencia para eso. Le castigas y listo... anda que no va bien eso de sentarles en un rincón. O le metes el broncazo y ya verás como no lo repite... y si no, le pegas en el pañal".
9. "Pues a mí me pegaron y ya ves, aquí estoy"
Que sería lo que sigue al punto anterior, cuando les dices que no tienes intención de castigarle ni de pegarle, porque no crees que sea un buen sistema educativo. "Pues sigue así, con el diálogo, que ya verás dónde acabas. Mira, al mío no le dejo pasar ni una y ahí lo tienes, que me obedece un montón". "Ya, pero es que yo no quiero un niño que obedezca a todo lo que le digo... quiero que sea un niño con criterio propio". "¿Qué? Jajaja. Eso que lo has leído, ¿en el libro ese de crianza? Pues ya ves que muy bien no te va: mira cómo se ha puesto por una tontería".
(Ahora mismo me estoy viendo apretando tu cuello con todas mis fuerzas mientras golpeo tu cabeza contra el suelo una y otra vez, pero no, parece que es todo fruto de mi imaginación porque te sigo viendo beber de tu vaso con aire de suficiencia).
10. "¿Pero por qué le sigues dando el pecho si ya tiene un año? ¡Si dicen que eso ya no les sirve para nada!"
Y le explicas lo de que sí sirve, que aún alimenta, que aún aporta defensas, que dicen que es muy positivo a nivel de vínculo con el niño... "¿Vínculo? Bah, qué tontería. Mírame a mí con mi hijo: ¡más vínculo imposible!". (Ya veo, ya, que no le haces ni puto caso en todo el día y solo te diriges a él para decirle lo que tiene que hacer o lo que tiene que dejar de hacer). "Lo que vas a conseguir con eso es que se convierta en un mimado y consentido, y que no sepa calmarse solo... porque se lo das cuando llora y entonces no le permites desahogarse, y eso es malo, porque se queda con el estrés dentro".
(Yo sí que tengo el estrés dentro... yo sí que necesito desahogarme...).
11. "No entiendo por qué no lo lleváis a la guardería. ¿Vais mal de dinero o algo? Porque el nuestro se está espabilando que no veas"
"Y lo dejamos todo el día. Mira que a mediodía lo podría coger porque estoy en casa y ya no hago nada más, pero aprovecho para comer tranquilamente, me echo una siesta y todo y luego lo voy a buscar. Sí llora un poco por la mañana, pero sale contento..." (lo ideal sería que entrara contento y saliera contento, o incluso triste por irse, pero nada, tú sigue...). "Y anda que no está aprendiendo cosas. El otro día un niño le quitó un juguete en el parque y se lo quitó y le pegó... anda que no aprenden a defenderse".
(Pues sí, es estupendo que sepas valorar que tu hijo arregla las cosas pegando).
12. "Hemos pensado llevarle al psicólogo, porque es muy movido y no sabemos si puede tener hiperactividad o que es superdotado. ¿El tuyo qué tal, ya habla?"
(Sí, claro que habla, si le miraras cuatro segundos verías que hay ratos en los que habla conmigo y con otras personas, y si le preguntaras algo, quizás hasta te contestaría, pero nada, tú cuéntame lo de tu hijo, que me interesa una barbaridad).
"En casa no para, está que lo toca todo y últimamente un poco rebelde, hemos leído que muchos niños superdotados tienen problemas para relacionarse y estamos pensando en llevarle al psicólogo, porque podría ser hiperactivo o superdotado... ya sabes que desde bien pequeño habla mucho, y sabe los colores, los animales... ¡Mira hijo, ¿cómo hace la vaca?! ¡Muy bien! ¿Y cómo hace el pato? ¡Bravo! ¿Y cuántos añitos tienes?".
(Dios, que se acabe esto ya...).
13. Cuando ves que tu hijo juega con el suyo y su hijo pega al tuyo y no deja de quitarle cosas y ridiculizarle...
En ese momento no te están diciendo nada. Pero ves que su hijo está tratando mal al tuyo. Ves que el niño perfecto, el de museo, el superdotado, el bien educado, está abusando del tuyo, el mimado y consentido que ha tomado teta hasta convertirlo en un despojo humano que no es capaz ni de hablar. Y no sabes qué hacer más allá de coger al tuyo y alejarlo de ese niño al que le echas una mirada de "a la próxima...". Ese momento en el que no sabes si ir a sus padres y decirles lo que está haciendo su hijo, a riesgo de que te digan que "es imposible" o "habrá empezado tu hijo" o callarte y estrangularles una vez más en tu imaginación, como si eso sirviera de algo.
14. "Es que vosotros habéis tenido mucha suerte con el tuyo, que se porta genial. Nosotros, ya ves, está hecho un trasto"
Y así hasta que un buen día se dan cuenta de que no parece ser superdotado, no parece ser hiperactivo, pero el niño se porta como los mil demonios. Tú solo ves a un niño mal educado (que no maleducado), al que le han sobrado órdenes y le han faltado abrazos, al que le ha sobrado exigencia y le ha faltado amor. Un niño que no deja de llamar la atención porque siente que no es feliz, que algo falla en su vida, que todo podría ser diferente, pero que no es capaz de reflexionar para llegar a la conclusión de que todo podría haber sido diferente si sus padres no le hubieran tratado como si fuera un experimento y le hubieran tratado como a un niño.
Y tú ahí, murmurando "os lo dije, cabrones, que lleváis años dándonos por culo con el niño, que lo estábamos haciendo mal, que vosotros lo estábais haciendo genial y ahora no soportáis lo que habéis creado... y encima os pensáis que es porque ha nacido así, y resulta que nosotros hemos tenido suerte y a vosotros os ha tocado el niño con carácter, y os convencéis de que si no lo hubierais educado así sería todavía peor... que si os pillo ahora os estampo contra el suelo y...". "¿Estás diciendo algo? Parece como que murmuras...". "No, no... digo que sí, que menos mal que hemos tenido la suerte de que nos haya tocado un niño cariñoso y comprensivo. A ver qué os dice el psicólogo... ojalá vaya todo bien." "Eso espero, tío, porque estoy que hay días que no puedo más con él".
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