Las rutinas son muy importantes para la autonomía y desarrollo de los niños: así podemos implementarlas

Desde que son bebés, los padres enseguida nos damos cuenta del efecto positivo que las rutinas tienen en la vida de nuestros hijos. Por eso, procuramos siempre respetar sus horarios de comida y sueño, y establecer ciertos hábitos diarios que sabemos que les proporcionan calma y contribuyen a su correcto descanso.

Pero a medida que van creciendo, las rutinas continúan siendo igual de importantes y necesarias para los niños, no solo porque les ayudan a organizar su día a día y les aportan seguridad, sino porque además, las rutinas fomentan su autonomía y sentido de la responsabilidad.

Te explicamos cómo afectan las rutinas a la vida de los niños y por qué es tan importante implementarlas en su día a día.

Nueve grandes beneficios de las rutinas en la vida de los niños

Cuando un bebé nace no conoce nada acerca del mundo que le rodea, el orden de las cosas o la organización del tiempo. Somos los adultos quienes debemos comenzar a mostrárselo mediante el establecimiento de rutinas y hábitos diarios (es decir, actividades que se repiten todos los días de la misma manera).

Las rutinas son fundamentales en la vida de los niños, por lo que es necesario establecerlas desde los primeros momentos de vida.

A medida que los niños van creciendo las rutinas se irán interiorizando hasta ser capaces de ponerlas en práctica por sí mismos de manera autónoma.

En general, podríamos decir que las rutinas son positivas y necesarias para todas las personas, pero muy especialmente para los niños. Estos son los principales beneficios que aportan las rutinas en los más pequeños:

Seguridad

Como acabamos de mencionar, los niños van descubriendo el mundo que les rodea de forma paulatina, a medida que van creciendo. Pero no saber lo qué  va a ocurrir o cómo se va a desarrollar su día suele generarles ansiedad y miedo.

La adquisición de rutinas y hábitos que se repiten periódicamente aporta a los niños tranquilidad y confianza, además de la seguridad de saber en todo momento qué deben hacer.

Autonomía, responsabilidad e independencia

El hecho de tener rutinas y hábitos diarios hace que los niños muestren la confianza necesaria como para acometer estas tareas de forma autónoma, pues ya conocen lo que es, cómo se desarrollas y lo que se espera de ellos.

Esto a su vez les permiten "entrenar" habilidades indispensables para la vida, como el sentido de la responsabilidad, la autodisciplina, el compromiso y la independencia.

Autoestima

Todo lo mencionado en el punto anterior va a tener un efecto positivo en la autoestima del niño, y por consiguiente en su felicidad: "se lo que hay que hacer a continuación y me siento capaz de hacerlo solo".

Productividad y organización

Interiorizar lo que tenemos que hacer y saber cómo hacerlo a base de repetirlo una y otra vez, repercute positivamente en nuestra productividad, planificación y organización del tiempo.

Enseñan a los niños hábitos saludables

Ciertas rutinas diarias relacionadas con la alimentación, el sueño y la higiene enseñan a los niños a interiorizar y mantener unos hábitos saludables que les acompañarán durante toda la vida.

Mejora el clima de convivencia

Por último, cabe mencionar otro aspecto positivo de las rutinas y es que estas inciden directamente en el clima familiar. Cuando los niños saben lo que tienen que hacer y lo llevan a cabo, el día a día se vuelve más fácil y relajado, se evitan las prisas, las discusiones y el mal humor.

¿Cómo implementar las rutinas en casa?

Cuando las rutinas se implementan desde el principio, es más fácil que los niños vayan interiorizándolas y poniéndolas en práctica por sí mismos. Aún así, si sientes que a tus hijos les cuesta seguir unas rutinas o crees que ciertos hábitos no están debidamente implementados en vuestro día a día, estos consejos podrían ayudarte:

Equilibrio ente flexibilidad y rigidez

Es indudable que las rutinas son muy beneficiosas para los niños, pero ¡ojo!, debemos evitar ser excesivamente rígidos con ellas, pues de lo contrario podríamos generar un clima de tensión y evitar importantes aprendizajes de vida, como la resiliencia o la toma de decisiones.

Es importante no caer en la rigidez, pues tan negativo resulta que los niños crezcan sin rutinas, como que toda su vida esté controlada al milímetro.

Por ello, lo primero que debemos hacer es analizar qué rutinas y hábitos debemos implementar de forma constante y cuáles podemos flexibilizar en función de su edad o el momento en el que estemos (fines de semana, vacaciones, celebraciones...).

Es decir, deberíamos ser constantes con el cumplimiento de ciertas rutinas, como por ejemplo las relacionadas con los hábitos de higiene (cepillarse los dientes a diario...), el sueño o la alimentación (comer sin pantallas, seguir unos hábitos saludables y respetuosos en la mesa...), mientras que otras nos permitan una mayor flexibilidad.

Analizar qué rutinas les cuesta más trabajo seguir

Hay rutinas que están tan interiorizadas que a los niños no les cuesta trabajo seguir, pero otras se van adquiriendo con el tiempo y la práctica, por lo que pueden resultar más difíciles de asimilar.

Por lo general, las rutinas que más trabajo suelen costar a los niños son aquellas relacionadas con el colegio (preparar su mochila, hacer deberes, tener siempre a punto su material escolar...) y el hogar (recoger los juguetes, ordenar su armario, participar de forma activa en las tareas domésticas...).

Cada familia debe identificar aquellas rutinas que más les cuesta a sus hijos seguir para enfocarse de forma positiva en enseñárselas.

Propuestas para implementar esas rutinas que se nos resisten

Una vez hayáis identificado aquellas rutinas más "conflictivas", es aconsejable involucrar a los niños en la búsqueda de soluciones que les ayuden a interiorizar estos hábitos.

Para ello, os proponemos algunas sugerencias que podrían ayudaros:

  • Haced en familia una lluvia de ideas en la que vayáis registrando todas aquellas alternativas que se os ocurran y que puedan ayudar a los peques a interiorizar su rutina (en este post os hablábamos de la rueda de opciones que podríamos utilizar en este caso).
  • Ciertas rutinas se interiorizan mejor con calma y sin estrés, por lo que siempre que sea posible debemos jugar con el factor "tiempo". Así, por ejemplo, podemos enseñar a los niños a dejar preparada su mochila y ropa para ir al colegio el día anterior, o si las prisas de la mañana interfieren a la hora de ejecutar sus rutinas, podremos despertarle un ratito antes.
  • Al principio los niños van a necesitar de nuestro acompañamiento firme, positivo y respetuoso. En este sentido, es fundamental "no rescatarles del error" cuando olviden hacer algo ni hacer las cosas por ellos, sino ofrecerles las herramientas necesarias para potenciar su autonomía, capacidad de decisión y resolución de conflictos.

Apoyarnos en recursos visuales

Debemos evitar convertirnos en "discos rayados" que indiquen constantemente a nuestros hijos lo que deben hacer. Y es que ir siempre detrás de ellos no solo es perjudicial para su desarrollo y autoestima, sino que acaba generando el efecto contrario (los niños dejan de escucharnos).

Sin embargo, podemos apoyarnos en recursos que en determinadas situaciones les recuerden lo que deben hacer. Por ejemplo, las tablas u horarios con indicaciones, los pictogramas, las notas u otros elementos visuales pueden resultar de gran ayuda para favorecer la adquisición de rutinas.

Confianza y refuerzo positivo

Los niños necesitan que sus padres confíen en ellos y en su capacidad de aprender y poner en práctica lo aprendido. En este sentido, no dudes en alentar a tus hijos, darles seguridad y utilizar el refuerzo positivo cuando proceda para seguir incentivando la adquisición de rutinas.

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