Tres estrategias para tratar a la familia si critica tu forma de criar (II)

Hablábamos hace unos días sobre como podemos afrontar con estrategias de comunicación y empoderamiento personal las críticas que la familia haga a nuestra forma de criar. Hemos visto ya como la empatía y tener buena información son una primera manera de tratar de solucionar estos conflictos.

Pero si esto no da resultado, y no siempre lo da, hay que empezar a pensar en como mantener nuestra independencia como padres y adultos que somos evitándonos la mayor cantidad de disgustos posibles y sobre todo, protegiendo a nuestros hijos de comentarios, costumbres o estereotipos que puedan dañar su autoestima o la nuestra propia.

Aunque la familia no lo entiende debemos tener siempre presente una cosa: los padres somos los principales garantes del bienestar de nuestros hijos y es su bienestar lo primero que debemos tomar siempre en cuenta. Incluso si otro familiar se ofende o molesta, nuestra obligación es hacia nuestros hijos.

La segunda estrategia: poner limites, perno no entrar en laconfrontación

La segunda estrategia es la del empoderamiento: poned límites pero no entrad en la confrontación. Si nuestra forma de criar a los niños es diferente diametralmente a lo que se acostumbra en la familia o nuestro círculo social es posible que no nos sirva de nada la primera estrategia o peor, que solo sirva para aumentar la hostilidad y los comentarios maliciosos o los ataques.

Estos nacerán de la disonancia cognitiva y la sensación de que, al actuar de forma diferente, estáis atacando su manera de actuar o ver el mundo aunque nunca busquéis pelea. Y eso es fundamental, no caer en la confrontación, no enfadarse con las críticas por muy feas que suenen, no pelear. Esto no es una batalla a ver quien gana.

Llegado a un punto no se argumenta ni se informa de las razones, pues se hará claro que no nos van a escuchar. Es el momento de empoderarse completamente y exponer vuestros límites a los adultos que no los tienen.

Tenéis derecho a decir lo que os parece aceptable en el trato y lo que no, y sobre todo, de ser leones que defienden a sus crías, que al fin y al cabo, es ante quienes de verdad vais a tener que responder al final.

Obvio que eso no pasará habitualmente. Las familias que respetan a sus miembros y los aman son capaces de aceptar la diferencia sin buscar más peleas, pero si os toca un familiar muy impositivo y jerárquico o una persona envidiosa con problemas de autoestima, que las hay, lo inteligente es no entrar en confrontación.

Lo correcto es ser asertivo y marcarles los límites claramente si invaden vuestra intimidad u os tratan despectivamente. Son vuestros hijos y la decisión sobre su crianza es vuestra. Escucharéis las opiniones que solicitéis y es ya obvio que la suya no os interesa ni os gusta como os tratan. Informad de ello con seguridad.

Los hijos los educa quien los trae al mundo. Ellos ya educaron o educan o educarán a sus propios hijos y nadie tendrá que decidir sobre eso. Dejadlo claro de forma conjunta. Cuando os mostréis como adultos que deciden sobre sus vidas volverán a su lugar, pero si dejáis espacio a la discusión o la inseguridad, dejaréis una brecha que nunca se podrá cerrar.

La tercera estrategia: la sonrisa ausente

La tercera estrategia es la de la sonrisita ausente. Funciona estupendamente. Ante las críticas, sonreir con cara de que no escuchas y decir "si, si, si" con un tono no demasiado atento. Y luego seguir haciendo las cosas en tu casa y delante de ellos como a ti te pareza. Eso si, con la sonrisita boba pero autosuficiente, dándo el valor que merecen las pullas y las palabras desagradables.

No contar nada más de lo necesario, no hablar de tu crianza y dejar de dar explicaciones de ninguna clase o seguir la conversación. Mientras sigues con tu hijo de tres años a la teta... ponerte a hablar de la retirada de Beckham o del Fin de mundo Maya que no llegó.

Al final, se aburren si no les das cancha. Ya veréis. Dos no pelean si uno no quiere. Es lógico que alguna vez os harten y saltéis, pero cuanta mayor sea vuestra serenidad y tengáis claro que la opinión que tienen no os afecta ni os influye, mejor.

Y si nada da resultado, si ese familiar no merece que ni tu ni tu hijo tratéis demasiado con él, quizá no queda otro remedio que ser distante y verlo menos de lo que harías si te sintieras feliz en su compañía. Empoderados de nosotros mismos.

Al fin y al cabo, la familia no la elejimos, nos llega, y no merecemos que nadie nos trate mal. Espero que estas tres estrategias os sean de utilidad si la familia critica como criáis a vuestros hijos.

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