Aún recuerdas el día que te dijo que el test era positivo. Incluso suspiras conmovido recordando cómo te emocionaste en ese instante, y cómo empezaste a imaginar cómo sería todo: cómo sería el embarazo, cómo sería el parto y cómo sería el momento en que por fin cogerías a tu bebé y sentirías todas esas emociones que la gente explica.
Y fue maravilloso cuando los primeros días podías cogerla en brazos, dormirla, acunarla,... en definitiva, cuidar de ella y sentir que no lo estabas haciendo tan mal al observar que contigo también se relajaba y dormía, como confiando plenamente en tu capacidad de hacerle sentir segura.
Sin embargo, desde que volviste a trabajar todo cambió un poco. Pasabas ya muchas horas fuera de casa, y en vez de haber dos personas para la casa y el bebé, se quedaba solo una, ella, para ambas cosas; y normalmente, en soledad, es imposible sacarlo todo adelante. Así que desde entonces, al llegar del trabajo, te haces cargo de todo cuanto puedes y cuando por fin puedes estar con tu bebé te das cuenta de que no quiere estar contigo y te rechaza.
Es normal, son horas complicadas
Si hablamos de un bebé chiquitín, de días o semanas, lo habitual es que en caso de que llore lo haga por hambre, o bien por la hora que es. Si es por hambre y toma teta, está claro que ahí los papás no tenemos nada que hacer: "Cariño, espera, no te duches todavía, que me está buscando el brazo...". Pero si ya ha comido es probable que llore porque es mala hora.
Muchos bebés cierran "la persiana" hacia las siete u ocho de la tarde (a menudo hablamos de ello como de cólicos del lactante). Son horas en que baja la luz solar y empiezan a notar cansancio, sueño y agobio de todo el día... y entonces entran en un extraño círculo vicioso en el que quieren dormir pero no pueden porque están como sobrepasados, y como lloran, aún se sobrepasan más.
Es normal, madre no hay más que una
Cuando son un poco más mayores y ya no hablamos en términos de días o semanas, sino en términos de meses, entonces la cuestión va más relacionada con el tan necesario vínculo afectivo que el bebé ha creado con la madre. Dicen los expertos que todos los bebés, incluso los que nacen a término, llegan al mundo prematuros: antes de tiempo porque nacen muy inmaduros (y por eso lloran tanto al principio), necesitando muchos brazos o en algunos casos porteo, como si habláramos de canguros.
Es lo que conocemos como exterogestación, y es una época en que el bebé pasa mucho tiempo con la madre, en su cuerpo, sus brazos y con su pecho, como si siguiera formándose y creciendo fuera. Se haga o no, sea el bebé tan dependiente o no, lo habitual es que sea ella la que cuide más del bebé porque es ella la que se suele coger la baja más larga. Esto hace que el bebé tenga a mamá como su cuidadora principal y como esa figura a la que recurrir cuando se sienta en cierto peligro.
Claro que papá no es peligroso, pero no es mamá. Y hay bebés que por el simple hecho de no estar con mamá, ya lloran. Dicho de otro modo: aunque papá le quiere más que a nada, y aunque es su padre, sangre de su sangre, para el bebé, sus brazos son tiempo sin los de mamá, y entonces se queja y llora.
No forzar, pero estar ahí
¿Qué hacer entonces? En algunas ocasiones he recibido consultas de este tipo, de padres que me preguntan cómo actuar porque su hijo o su hija, la personita por la que daría su vida, le evita o incluso llora con desesperación si intenta cogerla en brazos. Otras veces es la madre la que se siente fatal al ver que el bebé solo quiere estar con ella, incluso culpable por haber creado ese vínculo que no existe aún con el padre, como si hubiera hecho algo mal.
La realidad es que no es culpa de nadie, sino algo normal en muchos bebés, que necesitan un poco más de tiempo para sentirse seguros en brazos de una persona que no sea mamá. Lo que se recomienda, entonces, es no forzar la situación. En contra de lo que mucha gente aconseja, pasar más tiempo con el bebé, si está llorando, no es positivo. Primero, porque cuando un bebé llora no te ve, segundo, porque tampoco te oye, y tercero, porque si está llorando y sufriendo, cuando más rato pase más difícil será que a la próxima le parezca mínimamente apetecible compartir tiempo contigo.
Por eso, lo ideal es que los acercamientos sean cuando el bebé se sienta completamente seguro, y esto es en brazos de mamá. Cuando está despierto con mamá y no está comiendo, papá se puede acercar poco a poco y decirle cosas, cantarle, hacerle juegos, y demostrarle así, poco a poco, que es una persona en la que puede confiar, y que no tiene nada de peligroso.
A medida que pasen los días y las semanas, papá se irá convirtiendo en uno más y cada vez aceptará pasar más tiempo con él. Por eso se dice que no hay que forzar, pero que hay que estar ahí, relacionándote con el bebé para que te conozca y vayáis creando, poco a poco, una relación.
Y así llegará un momento en el que podrá estar con los dos sin ningún problema, y después otro momento, hacia los dos años normalmente, en el que incluso puede suceder lo contrario, que papá se convierta en el ser más increíble que conoce; y entonces te rías recordando aquellos tiempos en los que no te podía ni ver y rías también (mientras te limpias la baba que te cae) al darte cuenta de que cuenta contigo para todo.
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