Museos divertidos para los niños

Museos divertidos para los niños
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La idea sobria que existía hasta hace unos años sobre un museo ha cambiado, también hay que tener en cuenta los esfuerzos de algunos profesionales para que los museos sean divertidos para los niños, que fascinen, enseñen, despierten la curiosidad, etc.

Philip Yenawine, asesor de educación del Museo Picasso en Málaga, ha creado un método muy adecuado para que los niños puedan iniciarse en el mundo del arte. Es bastante obvio que no interesa lo mismo a un niño que a una persona adulta, tampoco perciben el mismo concepto de las obras.

Partiendo de esta base, este experto decidió que las visitas a los museos destinadas a los niños debían ser más cortas y se debían seleccionar obras que pudieran atraer la atención y despertar la curiosidad de los niños.

No sólo es necesario escuchar la explicación que proporciona el guía del museo, es importante que los niños exploren la obra con la mente o con los ojos, ya que en toda obra siempre hay un deseo comunicativo elaborado por el artista. Aunque hay algunas que son bastante difíciles de comprender, como pudiera ser toda la obra de Pablo Picasso, parece que el método de Philip Yenawine está dando sus frutos incluso con este tipo de arte. Se les pide a los niños que miren directamente y que ellos saquen sus propias conclusiones, no hay que inculcarles cual es el significado, que deben pensar al ver la obra. Es una manera de facilitarles el desarrollo intelectual y que lleguen a inquietarse, a fascinarse e introducirse en ese maravilloso mundo que es el arte.

La idea, según este experto, sería que los padres visitaran con antelación el museo y eligieran las obras que pudieran ser más divertidas para los niños, sean con colorido, escenas cotidianas, animales, etc. Entonces, cuando se realiza la visita al museo en compañía del niño, ante las obras seleccionadas se les puede preguntar que es lo que ven, lo que piensan o lo que creen.

Es importante escuchar al niño sea o no una respuesta satisfactoria, la importancia de escucharles y valorar sus explicaciones hace que se den cuenta de que nos interesa su opinión y que no es sólo un juego de adultos. Ante el interés que podamos despertar, nuevos sentimientos y ganas de aprender se verán rebosantes en el niño.

A todo esto, hay que conjugar la visita que realicemos al museo con algún lugar donde relajarse y dejar que los niños se explayen, como puede ser un parque, una local de juegos o incluso las tiendas de algunos museos que ofrecen piezas o juegos adecuados para los niños.

Según Philip Yenawine, es necesario que los museos tengan más interés por comunicarse con los niños, ya que en un futuro serán ellos quienes valorarán las obras y tendrán la formación adecuada para ello. Son muchos todavía los museos que son sobrios y que están faltos de comunicación con la infancia, si tanto padres como museos ponen un poco de su parte, la formación intelectual de un niño será plena y gratificante.

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