Tres consejos para enseñar a pensar a nuestros hijos

Cuando nuestros hijos sean adultos deseamos que sean capaces de pensar por ellos mismos, tomar su propias decisiones de manera responsable, valorar la información que reciben, hacer valer sus opiniones con respeto, poner límites a posibles abusos de autoridad, reaccionar ante las dudas y problemas, elegir su propia vida y hacerlo desde la seguridad.

Aprender a pensar libre y críticamente no se logra, por arte de magia, a cumplir la mayoría de edad, es un proceso que comienza en la niñez y del que los padres somos los principales garantes. Para ayudaros a acompañarlos en este crecimiento os ofrecemos estos tres consejos para enseñar a pensar a vuestros hijos.

Confía en tu hijo

Eso no quiere decir que dejemos de lado nuestro fundamental papel de educadores y cuidadores. La máxima responsabilidad sobre la seguridad y bienestar de nuestros hijos en nuestra y deberemos tomar muchas decisiones por ellos mientras son pequeños.

Tampoco quiere decir que les dejemos evaluar todos los riesgos pues, especialmente en la primera infancia, carecen de la información necesaria para hacerlo.

Los niños son muy observadores y construyen, además, su propia imagen, con aquello que les transmitimos. Si confiamos en ellos se sentirán mucho más capacitados y serán más responsables. Demostrándoles que esperamos que actuen con prudencia, inteligencia y de forma consciente les ayudaremos a hacerlo, pues, además, los niños desean complacernos. Sencillamente, confía en ellos, son muy capaces, seguro.

Escucha sus opiniones y deseos

Los bebés suelen saber muy bien lo que quieren que es, al fin y al cabo, lo que necesitan, pues son todavía puro instinto. Sin embargo a medida que crecen y desarrollan la conciencia del yo exigirán poder decidir.

Esto no será siempre posible, especialmente cuando lo que pidan sea peligroso para su integridad física o emocional. O cuando manifiesten un deseo imposible de cumplir o que consideremos inadecuado en ese momento.

Pero si habrá muchas cosas en las que vamos a poder contar con ellos, escuchar su opinión y sus deseos, tomándolos en serio y valorándolos como importantes para su desarrollo. Podamos o no acceder a lo que piden o consideremos que su opinión es adecuada en un determinado momento, escucharlos es fundamental. De ese modo negociaremos y les enseñaremos como se negocia.

Al contar con ellos y pedirles opinión no cedemos autoridad, sino que la ganamos, mostrándonos respetuosos con ellos como individuos y dándoles valor.

Poder expresar sus opiniones libremente va a ser una extraordinaria enseñanza para ellos, un entrenamiento para su vida futura insustituible.

Da explicaciones y pide que él se explique

En la medida de lo posible y adaptándonos a la edad del niño y su maduración es conveniente que abramos un diálogo en el que las opiniones y deseos del niño y las decisiones que tomemos, especialmente si no son las que el esperaba, las justifiquemos con una explicación racional y serena. Da explicaciones y permite que el niño se explique.

Esto enseñará al niño que merece ser tenido en cuenta y recibir respuestas que no sean una simple orden. No siempre van a entender las explicaciones y no siempre les complacerán, pero el simple hecho de darlas les ayuda a organizar su pensamiento, saberse valorados y estructurar sus propias argumentaciones.

Paralelamente deberíamos dejarles expresarse libremente manifestando las razones de sus propuestas, lo que, quizá al principio sea complicado por un manejo del lenguaje en formación o una impulsividad infantil normal y sana, pero que irá mejorando con el tiempo, poniendo las bases de una relación de confianza mutua.

Cuando estamos dispuestos a escuchar a nuestros hijos y a darles nuestras explicaciones vamos a construir una confianza mutua, hasta el punto de que, cuando sea necesario negar algo y no es el momento de explicar o el niño no puede todavía entender, aceptará que esa decisión concreta debe aceptarla porque sabe con certeza que somos dignos de confianza y velamos por sus intereses, no por nuestros caprichos o convenciones.

Permítele intentarlo y fallar

En ocasiones puede que la idea o propuesta de nuestro hijo no nos parezca demasiado buena, pero, si no corre peligro, es conveniente dejarle intentar llevarla a cabo, pues nada enseña más que el proponerse un reto y luchar para lograrlo. Permítele intentarlo y permítele fallar sin penalizarlo.

Habrá veces en las que nos sorprenderá y resultará que tenía él razón, situación que deberemos reconocer y transmitirle nuestro entusiasmo, e incluso que estábamos nosotros en un error. Otras veces no funcionará bien, pero él aprenderá de su error, pues asi aprendemos los seres humanos y nosotros acogeremos su aprendizaje con orgullo y cariño, nunca reprochándole el haberse equivocado o no habernos obedecido sin rechistar.

No le dañes emocionalmente ni le grites

Ninguna relación humana está libre de conflictos. El problema no son los conflictos, sino la manera de resolverlos y afrontarlos. En todo este proceso en el que nuestro hijo aprende a pensar por él mismo y a tomar sus decisiones nuestra actitud es fundamental para que gane seguridad y piense libre y tranquilo. El miedo a nuestra reaccion, los insultos, burlas, chantajes o gritos no son una buena estrategia, dañan emocionalmente e impiden que se pueda pensar con lucidez. ¿No os pasa a vosotros lo mismo?

Espero que estos tres consejos para enseñar a nuestros hijos a pensar y a tomar decisiones os ayuden a construir una relación sana y a que los niños puedan desarrollar su capacidad de raciocinio y ejercicio de la libertad con una base firme.

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