La sonrisa del bebé

La sonrisa del bebé en principio tiene el objetivo de intensificar la interacción entre la madre (padre o cuidadores) y el bebé para mantener la proximidad de ambos y desarrollar los lazos de apego. El acto de sonreír tiene un componente instintivo y otro aprendido.

Las primeras sonrisas son espontáneas y reflejas, ciertos estímulos provocan una sonrisa fugaz, incompleta y automática, es decir, no es una respuesta a otra persona e indica que el bebé se encuentra bien.

En la siguiente etapa de sonrisas sociales selectivas; el niño comienza a limitar los estímulos a los cuales sonríe. Hacia la cuarta semana de vida los estímulos que más producen una sonrisa con carácter social son los auditivos y el más eficaz la voz humana (especialmente la de mamá). Durante la quinta semana el rostro humano comienza a ser el motivo preferido para sonreír. Ya para esta época la sonrisa es completa y sostenida lo cual induce al adulto a responderle de forma cariñosa y juguetona. Cuando los motivos a los cuales el bebé sonríe van siendo más discriminados, la sonrisa es social y selectiva. El bebé comienza a distinguir los motivos que les hace sonreír; en esta fase se observa que quien lo cuida suele provocarle más sonrisas que los extraños.

Por último aparecen las respuestas sociales diferenciadas y es la fase que perdura toda la vida. Aquí el niño sonríe abiertamente ante una figura familiar. Es más cauteloso con los extraños a los cuales rehuye o bien dirige una sonrisa con fines de sociabilidad (aprendido por norma social) pero manteniendo una distancia.

Es importante que estimules a tu bebé para que sonría. Háblale con diferentes tonos, hazle caricias, juega con él. Si tu bebé no sonríe después de la sexta y octava semana de vida es recomendable que se lo comuniques a su pediatra.

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