En el siempre sorprendente blog del periodista Miguel Jara he leído un artículo que analiza un estudio interesantísimo sobre la medicalización del fracaso escolar que quiero compartir con nuestros lectores, que son mayoritariamente padres comprometidos con el bienestar presente y futuro de sus hijos, padres responsables que quieren saber y aprender para ser mejores padres.
El trabajo, titulado “La medicalización del fracaso escolar“ es obra del médico Juan Gérvas y de la profesora, Paula González-Vallinas.
El fracaso escolar es un tema que nos preocupa a todos, queremos que nuestros hijos sean felices y también darles las herramientas para tener el mejor futuro posible. Sin embargo los datos son preocupantes, pues un 40% de los estudiantes no terminan su escolarización satisfactoriamente y considero que estas cifras son intolerables.
He analizado las causas de esta situación en varios temas, especialmente en el que titulé Suspenso en Educación, p ero no había encontrado esta parte del puzle hasta ahora. Pues se que a los padres de niños pequeños también os preocupa ¿qué escuela espera a vuestros hijos?
Confiamos en un sistema y en unos profesionales contando con que podrán guiar la educación de los niños, pero la realidad es que, incluso si nosotros nos esforzamos y los niños tienen naturales deseos de aprender, el tiempo nos los devuelve con unas posibilidades de un 40% de fracaso.
Pero, si la culpa no es del sistema, ni de los recursos, ni del profesorado, ni de nosotros, la culpa queda en los niños. Yo no creo que eso sea así.
Los niños que criamos y que conocemos demuestran desde muy pequeños un deseo de aprender y una curiosidad innata enorme, alegría al descubrir cosas nuevas y un espíritu inquisitivo e investigador lleno de gozo.
¿Cuando cambia esto? ¿Qué está pasando para que tantos de ellos, consigan o no superar sus estudios satisfactoriamente, lo hagan cansados y sin placer? ¿Qué hacemos con los niños que no se adaptan a la disciplina y a la organización escolar tradicional?
“Las peculiaridades devienen enfermedades, cuando en realidad lo enfermizo es pretender a todos los niños iguales pues no hay niño que no tenga en algún momento una variación de la conducta.”
Este trabajo señala que al considerar inocentes a la sociedad, el profesorado, la organización escolar y los padres la culpa recae en los niños. Y de estos, al no ser posible el que el alumnado responda de manera predecible y homogenea a la enseñanza, al sector sanitario, terminando en una situación muy peligrosa, considerar cualquier variación de conducta no controlable, en un problema médico.
“Los docentes tienen que responder a situaciones que no controlan frente a un alumnado desinteresado y cabe la tentación de pasar las propias responsabilidades a otros sectores, como el sanitario. Es decir, cabe el transformar en problema de salud toda anormalidad vivida como tal por el sistema educativo. Así, el fracaso escolar y las dificultades escolares devienen problemas sanitarios y requieren métodos preventivos y curativos médicos.”
Sabemos que hoy existe una verdadera epidemia de diagnósticos de hiperactividad, trastornos de desarrollo y de atención, y muchos de esos niños reciben una fuerte medicación que no llega a solucionar el problema. En algunos casos esto es real y la medicación necesaria, pero en otros estoy segura que la solución pasa más por medidas conjuntas y por una verdadera adaptación de la escuela a las particularidades de cada niño que al uso de medicamentos.
Y es que la normalidad es un concepto muy variable. Si el sistema se enfoca a conseguir niños que mantengan la atención en temas que por el motivo que sea no les interesan, al aprendizaje memorístico más que vivencial, a estar callados y sentados en clase, resulta previsible que una considerable parte de los alumnos no van a poder adaptarse a ello.
Pero no creo que estén enfermos en todos los casos o que tengan que ser, a medio plazo, personas que no sepan adaptarse a la vida en sociedad o que no puedan aprender los conocimientos fundamentales.
La medicalización del fracaso escolar, es decir, el considerar a los niños que no se adaptan al sistema imperante como enfermos, no creo que sea la solución mejor si no se inverte realmente en buscar otras soluciones y, sobre todo, otras explicaciones de manera autocrítica. Los autores de este trabajo señalan que esto está sucediendo, pero realmente yo no puedo decir si es cierto o hasta que punto o en que porcentaje sucede, pero realmente me parece una cuestión preocupante. ¿Vosotros pensáis que pueden tener razón en cierta medida?
Via | Blog de Miguel Jara
Más información | Equipocesca
En Bebés y más | ¿Qué escuela espera a nuestros hijos? (I)