Son las doce de la madrugada, la casa está en silencio y a oscuras, todos duermen, pero algo empieza a moverse en la habitación de los niños, tu hijo de tres años que hasta hace un minuto dormía plácidamente comienza a agitarse. Vaya, parece que no encuentra la postura, que diría mi abuela, pero es algo más, esto no es normal, no deja de moverse y comienza a mover los brazos, se gira, da golpes contra la cama, se sienta y te mira sin verte mientras llora y grita. Le llamas para que se calme y despierte pero no te oye, intentas alcanzarle pero huye de tí.
Si has pasado por esta situación sabrás lo que es sentirte impotente, lo que es el miedo. Si aún no lo has pasado te diré que vas a experimentar una de las peores noches de tu vida, estás ante un episodio de lo que llamamos terrores nocturnos: qué son y qué puedes hacer en esos casos es algo que vamos a intentar explicarte.
Los terrores nocturnos afectan a un 6% de los niños de edades comprendidas entre los tres y los nueve años, generalmente aparecen de forma esporádica y suelen desaparecer sin dejar secuelas en el niño.
¿Qué son los terrores nocturnos?
Los terrores nocturnos son una de las parasominas infantiles o alteraciones del sueño. Ocurren durante la fase de sueño profundo, en la fase no REM, esa fase en la que podéis cambiarle el pijama a vuestro hijo que el ni se inmuta y que cuando eran recién nacidos os ha hecho levantaron de golpe de la cama a comprobar que siguen respirando. Es en la transición de esta fase no REM a la fase REM, en la que se producen los sueños, cuando pueden tener lugar los terrores nocturnos debido a que en vez de hacerse de forma suave, se produce un salto brusco debido a la imperfección del sistema nervioso en esas edades.
Es esta brusca transición lo que asusta al niño, su corazón late más rápido, suda, tiembla y se mueve sin control, y todo ello sin llegar a despertarse. Podríamos decir que sería como tener una pesadilla mientras estás sonámbulo.
Según el Dr. Dev Banerjee del Hospital BMI Priory en Birmingham, es completamente normal que un niño entre tres y ocho años tenga terrores nocturnos y que estos suelen tener una duración de entre dos y quince minutos.
¿Está sufriendo?
Podríamos decir que no. Los terrores suceden mientras se está en la fase profunda y por tanto, su cerebro, al menos su parte consciente, por raro que nos pueda llegar a parecer sigue dormida por lo que el niño no se está enterando de nada de lo que le pasa en ese momento. De hecho no va a recordar absolutamente nada una vez esté despierto. Esa es la principal diferencia respecto a las pesadilla. En estos casos vas a pasar más miedo tú que tu hijo.
¿Qué hacer en ese momento?
Ver a tu hijo comportarse como la niña del exorcista, pero sin tanto maquillaje, es un mal trago lo pintes como lo pintes y es realmente muy complicado no actuar por instinto y correr a abrazar a tu hijo. Pero en este caso, según el Dr. Banerjee intentar sujetar a tu hijo puede ser contraproducente ya que va a intentar zafarse y puede hacerse daño en la lucha.
La clave es hablarle, de forma calmada y suave de forma que cuando haya entrado en la fase REM y se despierte le resulte fácil volver a dormirse. Lo que podemos hacer es vigilar que en sus movimientos no se golpee con nada y tengamos un disgusto mayor.
También es importante recordar que no se va a acordar de nada de lo que ha sucedido y por tanto será contraproducente hablar de este episodio con el niño o delante de él pues podemos provocar que se asuste inconscientemente y tenga, esta vez sí, las muy temidas pesadillas con este tema. Recordad que la imaginación de un niño es también su peor enemigo a la hora de dormir tranquilo.
¿Se puede hacer algo para que no aparezcan?
Las medidas preventivas son las mismas que para las pesadillas o cualquier otra alteración leve del sueño, y su éxito no está asegurado pero se sabe que pueden ayudar a reducir la frecuencia de las crisis.
Los terrores nocturnos suelen aparecer en época preescolar, cuando el niño se enfrenta a algo nuevo, duerme en un sitio no habitual o cuando está sometido a una falta de sueño. Por tanto esos son algunos de los síntomas que debemos evitar. Con algunos, como el enfrentarse a un nuevo curso, cambio de colegio, etc. No vamos a poder hacer demasiado salvo intentar explicarle que todo va a ir bien y que será una nueva aventura.
Del resto, lo que debemos evitar es que los niños se acuesten sobreexcitados, o que no duerman lo suficiente, para ello mantener una rutina constante puede ser de gran ayuda durante estas etapas, así como leer un cuento antes de dormir o dar un pequeño masaje y caricias si vemos que hoy ha sido un día especialmente ajetreado.
Si los episodios suceden a una hora similar durante varios días el Dr. Banerjee recomienda que despertemos al niño un cuarto de hora antes y dejar que vuelva a dormirse de nuevo. Esto suele funcionar en este tipo de casos extremos.
Los niños con una imaginación más viva son los más propensos a este tipo de situaciones, en estos casos suele ayudar que redirijamos esa imaginación durante el día hacia el arte, el canto y el teatro donde puedan expresar todo lo que llevan dentro.
Las luces para dormir, aunque pueden ayudar a la hora de conciliar el sueño, pueden ser perjudiciales una vez entramos en la fase profunda ya que nuestro cerebro necesita la oscuridad para descansar y tener un estímulo luminoso cerca termina siendo contraproducente. Lo mejor es retirar las luces una vez se hayan dormido.
El exceso de temperatura en la habitación hace que nuestro cerebro tampoco descanse pudiendo favorecer la aparición de desórdenes en el sueño.
Otro factor que se sabe influye a la hora de padecer terrores nocturnos es la genética, se sabe que la mayoría de los niños que padecen terrores nocturnos tienen padres que los han sufrido también de pequeños, pero contra esto poco se puede hacer ya.
Espero que os hayamos podido ayudar a entender qué son los terrores nocturnos y cómo actuar en estos casos. ¿Han sufrido vuestros hijos terrores nocturnos alguna vez? ¿Qué les ha ayudado?
Vía | parentdish En Bebés y Más | Parasominas infantiles: terrores nocturnos en los niños, Terrores nocturnos y pesadillas de los niños. Cómo distinguir