Hace poco leí en el libro publicado por la Asociación ALE “Educar en casa día a día“ un artículo en el que se hablaba de Roland Meighan, interesantísimo, que explicaba la manera en la que aprendemos verdaderamente. Si esto es cierto, y la verdad es que mi intuición y mi experiencia como madre y como educadora me hacen creerlo, supondría que es necesario cambiar las ideas que tenemos sobre la forma en la que enseñamos y enseñan a nuestros hijos. Hablar y compartir es la mejor manera de aprender.
Durante las épocas del año que pasan más tiempo con nosotros es cuando mejor vamos a poder aprovechar el aprendizaje natural, ofreciendo al niño, sea cual sea su edad, entornos y experiencias adecuadas a su desarrollo y que potencien su curiosidad, la experimentación libre, las preguntas y las conversaciones.
La jerarquía de las formas de aprendizaje
El Dr. Roland Meighan ha creado la Tabla de Aprendizaje y en ella explica de manera muy gráfica lo eficientes y eficaces que resultan los diferentes sistemas de aprendizaje y enseñanza. Su trabajo se crentra en los estudiantes ya escolarizados pero es que precisamente los padres y educadores de niños más pequeños seguro que se dan cuenta que sus experiencias corroboran lo que se expone.
La memorización que más permanencia tiene es la que hacemos cuando enseñamos algo a alguien y la que es menos eficaz es la que recibimos de la enseñanza formal en la que alguien da una clase magistral desde su estrado.
Los datos que expone son estos: Enseñar a otros se graba en la memoria en un 90%, la práctica tiene una permanencia del 75% y el hablar en un grupo de discusión sobre un tema hace que se memorice un 50% de la información. Esto sin duda señalaría que la mejor manera de enseñar es usar la colaboración entre las personas, explicándo unos a otros cosas, llevarlas a la práctica y a lo vivencial y hablar sobre los diferentes temas abiertamente, aportando cada uno lo que sabe o lo que desconoce.
Hablar y compartir es la mejor manera de aprender
Sin duda con los niños podeis ver que es cierto. Un pequeño aprende mejor si hablamos con él dejandole participar, hacemos las cosas con las manos y dejamos que decida lo que le interesa y le emociona. Incluso si nos muestra algo que ha aprendido a hacer sabemos que eso no se le olvidará nunca, o cuando se lo enseñan a un hermanito pequeño. Como decía, hablar y compartir es la mejor manera de aprender.
Las potencialidades de los niños son enormes, solamente necesitan atención adulta y libertad de experimentación dentro de límites adecuados para llegar a desarrollarlas. Porque ser libres, incluso en vacaciones, no es no tener límites, sino poder ejercer la libertad dentro de un entorno seguro que no condicione cada uno de sus movimientos conforme a las necesidades adultas.
Es decir, los niños necesitan mancharse, correr, gritar, saltar, escalar, experimentar con la comida, mojarse, ver animales y plantas, tocar muchos objetos de diferentes materiales, preguntarnos sobre todo lo que les rodea con libertad y sabiendo que serán escuchados, pero eso solo es posible si adecuamos el entorno a la naturaleza del niño. No es sencillo, especialmente para los que vivimos en ciudades o estamos muy condicionados por los horarios, pero el ideal es que los niños puedan disfrutar de espacios y entornos seguros en los que ser niños.
El aprendizaje libre y elegido
Roland Meigan asimismo sostiene que el aprendizaje que se realiza de manera obligada y obligatoria, sin la “invitación” del educando, es mucho menos efectivo. El aprendizaje más efectivo es el libre y elegido por el educando.
Aplicando esta idea a los niños pequeños, si observamos bien a nuestros hijos que todavía son enormemente libres y capaces de rechazarnos si no están interesados en lo que queremos enseñarles, veremos que es cierto. Para cada pequeño llega el momento de aprender una cosa y entonces la aprenderá a la velocidad del rayo, pero si nos empeñamos en enseñarle algo que no le interesa o que no está preparado para asimilar, todo será en vano.
En la Tabla de Aprendizaje de Meighan los valores menores de memorización corresponden, en orden decreciente a la demostración, el audiovisual, la lectura y la enseñanza formal. Me ha parecido muy interesante y bastante cierto, completamente conforme a lo que he experimentado en toda mi vida como estudiante, educadora y madre. Los niños aprenden por interés propio, compartiendo, hablando con nosotros y entre ellos mucho más que sentados en un pupitre o empollando un libro, porque ese aprendizaje se borra y el vivencial se queda para siempre. La creatividad es fundamental en el aprendizaje verdadero.
Conclusión
Todo esto se puede aplicar a muchos campos educativos, pero en el que nos interesa como padres preocupados por la mejor educación posible para nuestros niños, la conclusión sería: ayudemosles a aprender compartiendo con ellos sus intereses, su curiosidad y ofreciéndoles conversaciones y tiempo. Nada deja más huella. Hablar y compartir es la mejor manera de aprender.
Más información | Ronald Meighan, ALE
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