Y terminamos nuestro repaso por las tres bases del aprendizaje de vuestros hijos. Hemos hablado ya del error y del juego, hoy es el turno de la socialización natural, que no es otra cosa que la posibilidad de relacionarse y aprender de otros seres humanos, pero comenzando por su familia cercana y su hogar.
Socialización natural: aprendiendo de modelos
Nuestros cachorros humanos, como humanos que son, son seres sociales. Y aprenden mucho por imitación de sus modelos. Los animales aprenden casi todo de sus padres y el ser humano no es diferente.
Somos su primer y más intenso modelo, pero recordemos que los niños aprenderán de lo que hacemos, más que de lo que decimos. Pero sobre todo lo que va a favorecer su aprendizaje y hasta el desarrollo integral de sus capacidades intelectuales es una relación cercana, el contacto físico y el que atendamos sus necesidades naturales.
Los niños imitan lo que hacen los demás y aprenden de ello. Desde que son bebés y miran lo que nos llevamos a la boca al comer, y esto sucederá durante toda su infancia.
Los pequeños seres humanos siempre han crecido en tribus o grupos humanos pequeños, rodeados de familiares de todas las edades, con los que compartían experiencias, aventuras y conversaciones. Lo ideal sería proporcionar el ambiente más natural posible a nuestros hijos, permitiendo, con seguridad y estando presentes mientras sea necesario para su tranquilidad (y la nuestra) que se relacionen con personas de todas las edades.
No solo debemos procurar que se relacionen con niños de exactamente su edad y en ambientes artificialmente creados, sino acompañándonos en el quehacer diario, las compras y las visitas, con flexibilidad. Esa es la verdadera socialización, la que les permite conocer la sociedad en su conjunto de forma lo más natural posible.
Resumiendo, si dudáis si podéis ofrecerle un aprendizaje correcto a vuestros hijos, comenzad por las tres bases: no temáis el error, favoreced el juego y ofrecedles una socialización natural.
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