“Lleva un mes en la guardería y parece que vamos p'atrás”

“Lleva un mes en la guardería y parece que vamos p'atrás”
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Parece que era ayer cuando tu hijo empezó la guardería y ya ha pasado un mes. Un mes en que todo ha cambiado mucho tanto para ti como para tu hijo, que ha pasado de estar en casa con sus padres a pasar varias horas sin vosotros, en la guardería.

Pasado este mes haces balance y parece que las cuentas no salen. La gente suele decir que allí se espabilan mucho, que les va bien, que aprenden muchas cosas, que… y sin embargo tú no ves nada de eso, porque tu hijo está más nervioso, duerme peor, come peor y ahora es más dependiente, siguiéndote a cualquier parte como si no quisiera dejarte sola ni un momento.

Entonces empiezas a dudar, porque en resumidas cuentas lleva un mes en la guardería y parece que en vez de ir hacia adelante, que es lo que todos esperabais, el niño va “p’atrás”. En vez de mostrar más autonomía, de estar más feliz, más mayor o más espabilado resulta que está yendo hacia el punto contrario. Entonces viene cuando te preguntas: ¿Es normal? ¿Hago algo para remediarlo?

La importancia de tratar de entender a nuestros hijos

La mayoría de cosas que les suceden a nuestros hijos tienen una explicación. La mayoría de sus comportamientos también. Por eso, lo más importante para unos padres y para su hijo es que le entiendan o como mínimo traten de hacerlo.

La situación que he relatado arriba es típica estos días, cuando muchos padres, acostumbrados a que sus hijos vayan creciendo y madurando con el paso del tiempo se dan cuenta que desde que va a la guardería parece que su pequeño gran niño empieza a hacerse pequeño otra vez.

La razón de que esto suceda puede ser doble: o es una regresión, que es un mecanismo que tenemos los humanos para tratar de volver a épocas pasadas, como si quisiéramos revivirlas, porque en esos instantes nos sentíamos mejor que en la actualidad (¿no os habéis preguntado nunca por qué hay gente que parece que vive anclada en el pasado?) o es simplemente una consecuencia lógica de los cambios que se están produciendo, fruto del miedo o del sentimiento de soledad (aunque las regresiones también son lógicas y normales, ojo).

Desde que va a la guardería se despierta mucho más

Sucede que muchos niños empiezan la guardería cuando tienen ya más de un año y algunos niños, con esa edad, se despiertan muy poco (una vez o dos) y otros ni siquiera se despiertan (y otros como los míos, se despertaban varias veces). Pues bien, a raíz de ir a la guardería muchos niños empiezan a despertarse más a menudo, como cuando tenían pocos meses de vida, en lo que parece un comportamiento que ya estaba superado.

Ante esta situación hay profesionales que llegan a recomendar el típico “no le hagas mucho caso”, porque entienden que los niños “están aprovechando un momento de debilidad de las madres, que se sienten mal por llevarles a la guardería, para tratar de que les hagan caso a todas horas e incluso para conseguir dormir con los padres”. Muchos padres incluso llegan a asentir ante estas afirmaciones porque “es cierto, estos días venía a la habitación para meterse en la cama, cuando siempre ha estado bien en su habitación”.

La realidad es que los niños no suelen ser tan macabros como los adultos, por lo que la explicación es bastante más simple: después de muchos meses viviendo a todas horas con una madre, un padre o unos abuelos, es decir, con unos referentes conocidos y queridos y en un entorno familiar, de repente pasa varias horas al día (no varios minutos, varias horas) en un lugar que aún no sienten familiar, con una cuidadora que no es tampoco parte de su familia conocida y con niños que tampoco son demasiado amigables.

Lo más lógico que le puede llegar a suceder a un niño ante una situación así es que por la noche, ante la incomprensión de saber que hay momentos del día en que se quedará solo (sin sus referentes más queridos), se despierte cada dos por tres para ver que todo está bien, en orden. Incluso querrá meterse en la cama de los padres para estar cerquita de ellos en búsqueda de una “reconciliación”, algo así como un “demostradme que me queréis, por favor, que empiezo a dudar”.

Desde que va a la guardería ha vuelto a ser más dependiente

Otra de las cosas que pueden suceder es que, por el mismo motivo, un niño sea de repente más dependiente de su madre (o padre). El niño que antes pasaba largos ratos jugando solo o sin inmutarse porque mamá le dejaba solo un momento porque iba a hacer otra cosa puede haber cambiado de comportamiento evitando quedarse solo y siguiendo a su madre en cuanto ve que atraviesa una puerta para salir.

“No permita que su hijo crezca dependiendo de usted. Deje que juegue solo y aprenda a pasar ratos sin la compañía de un adulto para que vaya solucionando él solo sus propios problemas” podría decir alguien al respecto.

Sin embargo, el comportamiento del niño es de nuevo totalmente lógico. Antes no tenía problemas porque estaba siempre con mamá o con un adulto conocido. Sabía que aunque saliera de la habitación él iba a estar ahí tranquilamente, sin peligro alguno que le acechara, y que pronto iba a volver. Ahora, sin embargo, las cosas son diferentes. Mamá no está siempre, a veces pasa horas en un sitio desconocido con gente desconocida y todavía no controla demasiado el tiempo como para saber cuándo va a suceder eso ni cuánto tiempo va a estar ahí dentro. Lo más lógico es que esté alerta todo el día, sin separarse de su madre por si acaso, no vaya a ser que le de por irse y le deje igual de solo que cuando se queda en la guardería.

En resumidas cuentas

Muchos niños empiezan la guardería y lo viven bien, sin problemas ni efectos secundarios. Muchos otros lo pasan mal y los “daños colaterales” son los cambios de comportamiento en casa o incluso la aparición de regresiones, todo ello procesos normales. Que sean normales no quiere decir que no haya que intervenir de alguna manera (lo digo por si a alguien se le ocurre eso de “bah, es normal, no hay que hacer nada…”), porque son procesos en los que un niño está mostrando que verdaderamente se siente inseguro y que además está muy preocupado.

¿Qué hacer? Pues ya digo, algunos profesionales son capaces de decir que no debemos permitir que se metan en nuestra cama, que no debemos ceder a su “chantaje” o que debemos seguir intentando que jueguen solos sin nuestra presencia, para que no desandemos lo andado. Yo en cambio sugiero (además de que cada madre encuentre la respuesta a la pregunta), permitir que el niño viva la situación del mejor modo posible, es decir, dándole todo el cariño que siente que ha perdido porque ahora pasa varias horas sin sus seres más queridos.

“Ven aquí a mis brazos, hijo mío. Nada ha cambiado, mamá te sigue queriendo”.

Foto | allygirl520 en Flickr
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