Es habitual que en las visitas médicas de control de embarazo haya profesionales demasiado obsesionados con el peso de las embarazadas, y digo demasiado obsesionados porque se ciñen a la recomendación de 1 kg por mes, que muchas veces es insuficiente y que puede llevar a las mujeres a ponerse casi a dieta para llegar a ese requerimiento, siendo un error.
Sucede también que algunas mujeres quieren evitar una ganancia de peso excesiva, por eso de evitar tener que perder muchos kilos después del parto. Puede ser también peligroso, porque se ha visto que ganar poco peso durante el embarazo puede aumentar la transmisión de contaminantes de la madre al feto.
Compuestos organohalogenados
Lo han constatado investigadores de la Universidad de Oviedo en un estudio realizado a 482 madres asturianas. En él, han visto que las mujeres que ganan peso de manera adecuada transmiten menos compuestos organohalogenados (OHs) que aquellas que no aumentan el peso suficiente.
Los compuestos organohalogenados son contaminantes muy resistentes, tóxicos, que se adhieren a la grasa de los animales y, cómo no, a la nuestra. Están presentes en plásticos, pesticidas, aislantes y también en el aire. Tarde o temprano, por culpa de la alimentación actual, las industrias, los productos que les compramos y la contaminación, toda persona se va contaminando con ellos. Sin embargo, cuando esto sucede durante el desarrollo del feto en el útero, puede afectar negativamente a la tiroides y aumentar el riesgo de problemas de salud ya en la infancia.
Datos del estudio
El estudio ha sido realizado por un equipo dirigido por la doctora Adonina Tardón García y en él han estudiado la relación entre la exposición prenatal a los OHs, la ganancia de peso de la madre en el embarazo y otras características relacionadas. Para llegar a las conclusiones comentadas consiguieron muestras de sangre de la madre, del cordón umbilical y de la placenta, y así analizaron la concentración de OHs en cada muestra.
El estudio forma parte del proyecto Infancia y Medio Ambiente (INMA), financiado por el Instituto de Salud Carlos III y en él buscaron no sólo los compuestos organohalogenados, sino también policlorobifeniles (PCB) y policlorobifeniles éter (PBDE). Todos los bebés tenían niveles detectables de contaminantes organohalogenados, aunque vieron que la mayor concentración de contaminante fue el insecticida DDT, encontrado en el 99,7% de los bebés. Esto es curioso, porque el DDT fue prohibido hace más de 40 años, pero es tan contaminante que sigue formando parte de nosotros y, lo que es peor, se transmite a los bebés vía placentaria.
Luchar contra esto es muy difícil, es decir, contra la contaminación, porque el control es relativamente deficitario. Por poner un ejemplo, hay leyes que establecen cuál es el nivel máximo de contaminante que puede contener un alimento, y así con cada alimento, pero ninguna ley calcula cuánto contaminante puedes llegar a consumir si sumas varios alimentos a la vez, que es precisamente lo que hacemos cuando comemos, ingerir varios alimentos juntos.
Así que como por ahí, de momento, lo tenemos difícil (aunque por ahí es precisamente por donde deberían venir las soluciones), sólo nos queda tratar de controlar lo que está bajo nuestro control, y en este caso el peso a ganar en el embarazo es uno de esos factores.
Dicen los expertos que una mujer con peso normal debería ganar entre 11,6 kg y 16 kg, que como veis, están muy lejos de los 9 kg del "kilo por mes". Así que en caso de embarazo, lo ideal es comer sano, lo más sano posible, pero comer sin mirar la báscula. No es el momento de tratar de controlar el peso ni el momento de hacer dieta.
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Foto | Thinkstock
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