De pediatras y enfermeras: "A partir del año la leche materna ya no tiene sentido" (¡mentira!)‏

Cada vez más los pediatras y las enfermeras (les doy género así por una cuestión de hábito) se están convirtiendo en una ayuda inestimable para las mamás que amamantan a sus bebés, tanto en la promoción de la lactancia materna como en el soporte cuando las cosas van mal.

A pesar de ello, aún queda mucho camino por recorrer y me doy cuenta de ello cuando hablo con alguna conocida y me explica las vistas con el pediatra y la enfermera, contándome cosas como que “a los 15 meses me dijeron que ya no tenía sentido dar el pecho, porque ya no es alimento”. ¡Mentira!

Si no sabes torear, pa’ qué te metes

Claro, tú (yo, enfermero de pediatría) te ves ahí cada día rompiéndote los cuernos para intentar que las madres que quieren dar el pecho puedan hacerlo, das apoyo a aquellas que llevan amamantando meses y meses y reciben críticas de la familia directa e indirecta y resuelves dudas de las que piensan que “igual tienen razón y le estoy haciendo un mal”, para que luego otros como tú (como yo), vestidos también con una bata blanca, digan a la ligera a una madre que da el pecho a su hijo que ya no tiene sentido hacerlo.

Es una metedura de pata por dos razones, una, porque es mentira que no tenga sentido, y dos, porque es irrelevante cuál es la fuente de leche de un niño, a menos que el niño sufra alguna enfermedad que requiera una atención especial.

La lactancia materna sigue teniendo sentido

Se dice que la leche materna a partir del año ya no tiene sentido porque se compara con otros alimentos probablemente más calóricos y en ese sentido queda en desventaja. Se dice quizás por eso de “la leche materna, pasado un tiempo, es casi agua”, que es un falso mito que hasta hace poco sucedía a los seis meses (momento en que por arte de magia la leche de una madre se transformaba en agua) y ahora parece que sucede más tarde, hacia el año.

El caso es que la leche materna sigue siendo leche materna con sus proteínas, sus grasas, sus hidratos y sus calorías hayan pasado meses o años. Sigue siendo un alimento completísimo y lo que es más importante, sigue siendo una inestimable fuente de células inmunitarias (de defensas) para el bebé. Miento, de hecho, es la única fuente de defensas que puede recibir un bebé del exterior. El niño que deja de tomar el pecho deja en ese instante de recibir defensas, se queda con las suyas solo ante el peligro.

Como el sistema inmunitario de los niños acaba de madurar en algún momento entre los dos y los seis años (tirando más a los seis que a los dos), decirle a una madre que deje de amamantar a su hijo es un mal consejo médico, porque es pedirle que deje de ayudar al sistema inmunitario inmaduro de su hijo con su leche. En los tiempos que corren, que parece que los niños padecen más enfermedades agudas que antaño (bronquitis, otitis, laringitis,…) la leche materna sigue teniendo sentido incluso cuando el niño tiene ya 15 meses.

Quizás por eso la OMS, UNICEF y la AEP recomiendan dar el pecho al menos dos años.

La leche materna tiene más calorías que la leche de vaca

La leche de vaca aporta unas 65 kcal por cada 100 ml. La misma cantidad de leche materna aporta unas 70 kcal. No son muchas calorías más, pero sí son más que la leche de vaca.

En cualquier caso, las calorías de más o de menos no son las que tienen que decir qué alimento es mejor, sino la lógica. La leche más adaptada a un bebé humano será siempre, sin duda, la leche humana. La leche de vaca sirve como sustituto, pero habiendo leche de la misma especie, es absurdo retirar una para dar la otra.

Algunas madres de niños de más de un año, al preguntarles qué leche dan a sus hijos, me responden que sólo les dan leche materna y de vez en cuando algún yogur. A mí me parece perfecto, pero hay profesionales de la salud que opinan diferente y que llegan a tratar de insensatas a estas mujeres por no dar a sus hijos algo tan importante como leche de vaca, como si su leche no fuera apta o válida. ¿No es absurdo?

La leche materna se da en contacto piel con piel y se toma succionando

Seguro que conocéis a más de un bebé que toma pecho que cuando ve un chupete hace una cruz con sus dedos índices mientras dice “¡aleja eso de mí!”. Tiene cierta lógica, si le das a elegir entre el pecho de mamá y un sustituto de silicona, pues suelen elegir el primero. Incluso si les das un biberón con leche materna, muchos dicen lo mismo: “vale es la leche de mamá, pero ¡aleja eso de mí!”.

Dar el pecho no es sólo dar leche y ya está. No es una cuestión de darle comida y santas pascuas. Dar el pecho a un bebé es mucho más, porque es coger al bebé o niño en brazos, tenerlo cerca, sacarle el pecho y permitirle que succione de él, contactando piel con piel y dejando al bebé lleno del olor de mamá (con la nariz pegada al pecho, ¿qué otra cosa va a oler?).

Por eso es lógico que muchos niños, cuando se hacen daño, cuando están llorando, cuando se sienten solos o cuando se sienten demasiado acompañados corran a buscar a mamá y le pidan el pecho. No tienen hambre, no tienen sed, pero necesitan un rincón seguro en el que estar un rato para calmarse y no hay sitio más seguro que aquel en el que todo huele a mamá, todo sabe a mamá, estás succionando la leche de mamá y además estás tocando directamente la piel de mamá.

Foto | coatl28 en Flickr
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