Siempre hemos oído decir que la dieta más saludable es aquella en la que entran en juego todo tipo de alimentos. Eso es lo que queremos para nuestros hijos, que coman variado y, si además se pueden adaptar a los menús diarios familiares, mucho mejor. Eso sí, hay que tener en cuenta que las necesidades nutricionales de los niños de 1 a 3 años de edad todavía son algo diferentes a las de los adultos.
Vamos a repasar en este artículo qué aporte nutricional necesitan estos peques, en qué alimentos se encuentran principalmente los nutrientes y cuáles son las cantidades diarias recomendadas.
Aporte nutricional diario en niños de 1 a 3 años
Una nutrición adecuada es aquella que permite a nuestro organismo mantenerse sano y realizar las funciones vitales con normalidad. En este contexto, encontramos macronutrientes, que cubren principalmente las demandas energéticas, y micronutrientes en forma de minerales y vitaminas.
Los requerimientos calóricos se determinan en función del metabolismo, ritmo de crecimiento y gasto energético propio de la edad. De esta forma, los expertos establecen un rango de 1.250-1.300 kcal/día para los niños de 1 a 3 años. En líneas generales, las cantidades recomendadas para ellos de cada cosa son las siguientes:
Macronutrientes. Carbohidratos: 50-60% (solo un 10% de refinados) / Grasas: 30-35% (predominando las mono y poliinsaturadas) / Proteínas animales y vegetales: 10-15%
Micronutrientes: Minerales. Potasio (g/d): 3.0 / Sodio (g/d): 1.0 / Calcio (mg/d): 550 / Fósforo (mg/d): 550 / Magnesio (mg/d): 80 / Hierro (mg/d): 8 / Zinc (mg/d): 5 / Cobre (mg/d): 0,5 / Yodo (µg/d): 80 / Selenio (µg/d): 20
Micronutrientes: Vitaminas. A (µg/d): 400 / D (µg/d): 7 / E (mg/d): 5 / K (µg/d): 12 / C (mg/d): 45 / B1 Tiamina (mg/d): 0.5 / B2 Riboflavina (mg/d): 0.7 / B3 Niacina (mg/d): 7 / B6 Piridoxina (mg/d): 0.7 / B7 Biotina (µg/d): 10 / B12 (µg/d): 0.8 / Folato (µg/d): 125
Dicho aporte ha de ser obtenido mediante una alimentación sana, variada y equilibrada, que constituya la base de un buen hábito alimentario una vez llegada la edad adulta. Por tanto, los alimentos que deben formar parte de las comidas diarias de niños de entre 12 y 36 meses son:
- Pan: de 6 a 11 raciones (rebanadas).
- Pasta o arroz: 2 cucharadas.
- Otros cereales: ¼ taza.
- Vegetales: de 3 a 5 raciones (cucharadas).
- Frutas: de 2 a 4 raciones.
- Lácteos: de 2 a 3 raciones ( ½ taza de leche o yogur o 1 rebanada de queso).
- Proteínas: de 2 a 3 raciones de carnes, legumbres, pescados, aves o ½ huevo.
- Grasas, azúcares y productos procesados (salsas, azúcares, caramelos, bollería o aperitivos salados): solo esporádicamente y en pocas cantidades.
Asimismo, debemos cocinar siempre de la forma más sana posible: al horno, al vapor, a la plancha, etc. En la medida de nuestras posibilidades, evitaremos los fritos, salsas y rebozados.
Un menú diferente según la edad
En contraposición a los niños, los adultos precisan consumir una media de 2.000 kcal diarias que irán disminuyendo a medida que se acerca la vejez. Por este motivo, los menús infantiles no pueden ni deben ser una réplica exacta de los de los adultos.
A partir de los 30 años, y con una actividad física moderada, la principal preocupación radica en mantener a raya las calorías, ya que se tiende a efectuar un menor desgaste energético y, por tanto, a ganar kilos. Se establece como norma el consumo de 0,8 g de proteína por kilo de peso y día. Las carnes más recomendables son las de aves o conejo, pues tienen menor proporción de grasa.
Los alimentos proteicos se deben combinar con vegetales o frutas, que aportan pocas calorías. Y el plato único, siempre que contenga los nutrientes necesarios, es mucho más recomendable que un menú de varios platos.
Los lípidos o grasas son determinantes para el sistema neurológico, pero en cantidades moderadas. Es fundamental disminuir al máximo el consumo de grasas saturadas y centrarse en las insaturadas, que se encuentran, por ejemplo, en el aceite de oliva y en el jamón ibérico.
Dentro de las grasas insaturadas son especialmente recomendables los ácidos grasos Omega 3, presentes sobre todo en pescados azules; y Omega 6, que se encuentran en vegetales, cereales o semillas.
Los niños europeos presentan carencias
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) afirma que los niños europeos de 1 a 3 años tienen necesidades nutricionales específicas. No obstante, en su estudio sobre necesidades de nutrientes y la ingesta dietética de lactantes y niños pequeños en la Unión Europea, se observa que gran número de preescolares recibe una dieta desequilibrada que provoca un registro de carencias en:
- DHA (acido docosahexaenoico): ácido graso del grupo Omega 3 que forma parte de las células del cerebro y de la retina, y que ayuda al desarrollo visual y cognitivo. El pescado azul -salmón, anchoas, sardinas- y la yema de huevo son ricos en grasas DHA.
- Hierro: mineral que favorece el desarrollo cognitivo e inmunitario. Nuestro organismo lo exige para muchas funciones, como mantener los músculos sanos y llevar y almacenar oxígeno en el cuerpo. También evita la anemia. Se encuentra mayoritariamente en la carne roja y los mariscos con concha (berberechos, mejillones).
- Vitamina D: básica para la absorción del calcio y el desarrollo de los huesos. Los rayos solares ayudan a sintetizarla. Nuevamente el salmón y la yema de huevo aparecen en los primeros puestos de aporte de vitamina D, a ellos se suma el zumo de naranja.
- Yodo: mineral importante para la función cognitiva y el desarrollo del sistema nervioso. Si lo buscas en el supermercado, lo encontrarás en buena cantidad en la sal yodada, vegetales marinos (algas) y bacalao fresco.
Como causas fundamentales de estos resultados, se puede apuntar a la crianza en entornos con falta de luz solar, los malos hábitos alimenticios, la resistencia del niño a tomar sólidos, intolerancias y otros problemas de salud puntuales tales como diarreas. Por su parte, la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) valora el uso de las leches con formulaciones adaptadas como "parte de una estrategia para aumentar la ingesta de hierro, vitamina D, y PUFA n-3 y disminuir la ingesta de proteína en comparación con la leche de vaca sin fortificar".
Cómo evitar el déficit nutricional infantil
Por supuesto, el objetivo es promover buenos hábitos alimentarios basados en la dieta mediterránea, rica en frutas y verduras, cocinada de manera saludable y consumida en porciones adecuadas, variadas y equilibradas. En este punto, hay un consenso universal.
Sin embargo, a veces es difícil conseguir que los pequeños de la casa ingieran todos los nutrientes que precisan en las proporciones adecuadas. Como se desprende del informe de la EFSA, no es una cuestión que se circunscriba a países en conflicto o vías de desarrollo, sino que se da en el ámbito europeo debido, probablemente, a nuestro estilo de vida cada vez más frenético, amén de la oposición directa de algunos infantes a incorporar nuevos sabores o texturas a su dieta.
En este sentido, la leche es un alimento completo, de consumo diario y fácil acceso, lo que la convierte en una gran aliada para lograr una alimentación sana y equilibrada que aporte los elementos que el niño necesita en la etapa de su vida que nos ocupa.
Frente a la leche de vaca sin modificar, la incorporación de las leches de crecimiento o leches adaptadas para la alimentación de los niños de 1 a 3 años de edad resulta de gran utilidad, ya que permiten alcanzar el perfil nutricional adecuado de forma más específica.
No todas las leches son iguales
La formulación de las leches infantiles varía en función de la franja de edad a la que van destinadas. Las diseñadas para menores de 1 a 3 años, especialmente aquellas enriquecidas con DHA, hierro y vitamina D disminuyen el riesgo de sobrecarga renal por su menor contenido en proteínas respecto a la leche de vaca.
También aseguran una ingesta óptima de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, así como un menor consumo de grasa saturada y de colesterol. Todo ello, a su vez, contribuye a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en la edad adulta.
Por otro lado, las leches de crecimiento cuentan con una composición personalizada por los distintos fabricantes, por lo que tampoco en este caso son todos los productos iguales. De ahí la importancia de revisar el etiquetado para detectar las diferencias y acertar en la elección. Hay leches adaptadas que por vaso pueden aportar a un niño 24 veces más cantidad de hierro que la leche de vaca (el 35% de la cantidad diaria recomendada), el 44% de las cantidades diarias recomendadas de calcio y el 75% de las cantidades diarias recomendadas de vitamina D, además de añadir fósforo y vitaminas A, B1, C y E.
Un producto que promueve la dieta equilibrada
Las conclusiones del estudio ALSALMA, primer análisis español sobre la ingesta dietética en niños de 0 a 3 años, dadas a conocer por la revista Acta Pediátrica revelan que, en la franja de edad de 1 a 3 años, existe un consumo excesivo de proteínas (3 veces más de lo recomendado) y escaso de AGP, vitamina D, hierro y ácido fólico. Casi el 90% de los niños españoles no ingiere las cantidades recomendadas de vitamina D, y más del 21% las de hierro.
Aunque en este momento no existe una recomendación específica de consenso por parte de la comunidad científica, lo cierto es que en informes de EFSA, ESPGHAN y recientemente también de la Asociación Española de Pediatría, se consideran las leches de crecimiento como una opción útil para aportar los nutrientes clave durante la etapa de 1 a 3 años. Obviamente, han de estar integradas en una alimentación variada. La cuestión es que con un gesto tan cómodo y sencillo como ofrecer un vaso de leche a un niño, los padres pueden confiar en que éste recibe los nutrientes que requiere sin tener que someter al resto de su alimentación a un "tercer grado".
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