Cuatro maneras de relacionarse que diferencian a las parejas de amor líquido de las de amor sólido

"Antes el amor se cuidaba, las relaciones duraban más, si había algo estropeado se arreglaba...". Quizás te suena esta frase, proveniente de tus padres, abuelos... Y aunque hemos avanzado en muchos sentidos también a nivel de pareja, está claro que las relaciones de hoy en día no son las mismas que las relaciones que tuvieron nuestros padres o nuestros abuelos (tampoco la forma de conocerse, ya que actualmente predominan nuevas formas, como el 'speed dating' o el Tinder).

Así, parece que las relaciones de pareja de hoy en día son más efímeras y 'rápidas'. Precisamente de este concepto ha hablado el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, autor de libros como "Vida líquida" o "Amor líquido".

Bauman acuñó el término "amor líquido" para describir las relaciones humanas en la era contemporánea, caracterizadas por su fugacidad y su falta de compromiso a largo plazo. Vamos a ver cuatro maneras de relacionarse que diferencian a las parejas de amor líquido de las de amor sólido (aquel más duradero y comprometido).

1) Son reticentes a comprometerse

Las parejas de amor líquido tienden a ser reticentes a comprometerse a largo plazo. Prefieren vivir el momento sin ataduras, evitando comprometerse de forma sólida sobre el futuro de la relación. A menudo el compromiso es percibido como una carga que limita la libertad individual, lo que puede llevar a una falta de claridad sobre el rumbo de la relación.

Por otro lado, en las parejas de amor sólido, el compromiso es una parte esencial de la relación. Ambos están dispuestos a comprometerse a largo plazo, planteándose metas juntos y construyendo un futuro sólido. En este sentido, el compromiso se ve como una promesa de lealtad y apoyo mutuo.

2) La intimidad es más efímera y superficial

Película '¡Olvídate de mí!' (2004)

En el amor líquido, la intimidad puede ser efímera y superficial. Las parejas comparten momentos intensos pero pasajeros, sin profundizar en el vínculo emocional. Y esta falta de compromiso hace que eviten abrirse completamente al otro, manteniendo cierta distancia emocional.

Por el contrario, en el amor sólido, la intimidad es profunda y valiosa. Las parejas comparten sus pensamientos más íntimos, sueños y miedos sin reservas. Se sienten seguros para ser vulnerables el uno con el otro, construyendo así un vínculo emocional duradero.

3) Los conflictos no se abordan

Cuando surgen conflictos en el amor líquido, puede ocurrir que las parejas se sientan tentadas a huir. Los problemas pueden ser vistos como obstáculos insuperables, y la relación puede terminar abruptamente ante el primer signo de dificultad.

En cambio, las parejas de amor sólido enfrentan los conflictos como un equipo. Ven los retos o desafíos como oportunidades para crecer juntas y fortalecer su relación, y aunque no acaben creciendo juntas a raíz de este tipo de dificultades, al menos las afrontan. Así, en lugar de huir, están comprometidos a resolver los problemas de manera constructiva y a encontrar soluciones que beneficien a ambos (siempre que se pueda).

4) Priorizan la individualidad y libertad frente a la compatibilidad

Película 'Ha nacido una estrella' (2018)

En el amor líquido, la individualidad y la libertad a menudo se colocan por encima de la compatibilidad, es decir, son una prioridad. Las parejas están más interesadas en la emoción de la novedad y la diferencia, sin prestar suficiente atención a la importancia de tener valores y objetivos compartidos.

Por el contrario, en el amor sólido, se valora tanto la individualidad como la compatibilidad. Las parejas reconocen la importancia de tener valores y metas similares y van construyendo algo compartido. Respetan sus diferencias y tratan de crear un equilibrio entre la autonomía individual y la conexión emocional con el otro.

Fotos | Portada (Película Notting Hill, 1999)

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