La dieta paleo se ha hecho famosa entre los seguidores de la vida sana y fitness aduciendo que nuestro cuerpo no se ha terminado de adaptar del todo a la comida moderna. Su filosofía defiende que lo más natural y beneficioso para todos es alimentarnos como lo hacían los primeros humanos durante la era paleolítica, hace unos dos millones a diez mil años.
Hasta hace muy poco, se creía que dicha dieta, basada en lo que obtenían mediante la pesca y la recolección, se componía en su mayoría de proteínas animales, frutas, verduras, frutos secos y semillas, excluyendo las legumbres, que al parecer no se incorporaron hasta la aparición de la agricultura.
Tras esa filosofía que aboga por la vida sana y una alimentación natural se mueve un negocio multimillonario: se estima que el mercado mundial de alimentos Paleo, estimado en 10.660 millones de dólares en el año 2022, alcance un tamaño de 12.840 millones de dólares en 2028, creciendo a una tasa anual de 3,2% durante el período previsto 2022-2028, según el Informe Global Paleo Food Industry Research Report, Growth Trends and Competitive Analysis 2022-2028.
Sin embargo la ciencia ha puesto en evidencia un error de base en esta famosa dieta: un estudio pionero publicado en Nature Ecology & Evolution, afirma que las plantas constituían la principal fuente de proteínas para los cazadores-recolectores, "un patrón dietético distinto que desafía la noción predominante de una alta dependencia de las proteínas animales entre los grupos humanos preagrícolas", como afirman literalmente los investigadores.
Lactancia materna, poca carne, pero muchas proteínas de fuentes vegetales: así era la dieta en la era paleolítica
Este estudio combinó trazadores de isótopos utilizados en investigaciones previas y otros más sensibles al consumo de plantas para hallar los hábitos alimentarios y los patrones de movilidad de los cazadores-recolectores preneolíticos en el norte de África en Taforalt. En particular, investigaron la proporción de plantas en su dieta y si esta población dependía de alimentos locales.
Para realizarlo, tomaron muestras de dientes y huesos encontrados en uno de los cementerios más antiguos y grandes de la zona. Los resultados evidenciaron un importante impacto del consumo de leche materna, de carne, pero en un nivel muy significativo, de plantas: "nuestro análisis mostró que estos grupos de cazadores-recolectores incluían una cantidad importante de materia vegetal procedente de plantas silvestres en su dieta. Incluso para la mayoría de las personas, los recursos vegetales eran la principal fuente de proteínas dietéticas".
Los resultados también evidencia que los humanos de esa era tenían una alta flexibilidad en su dieta, una ausencia de consumo de alimentos acuáticos y prevalencia de caries en los dientes que sugiere bastante dependencia de alimentos vegetales silvestres cariogénicos como bellotas y piñones. Además, la presencia de piedras de moler en los mismos depósitos sugiere un procesamiento vegetal, lo que es posible evidencia de que las nueces y bellotas se molían para obtener harina o sémola.
Este estudio es un hito porque ha logrado acercarse mucho a la dieta real de ese momento de la historia a través de estudios químicos. Lo más relevante de todo es que han encontrado evidencias reales de un patrón dietético en su mayoría vegetariano y altamente flexible, teniendo en cuenta que estamos hablando de comunidades nómadas que dependían de las condiciones que se encontraban a su paso.
Estudios como este aportan una perspectiva real sobre las verdaderas condiciones alimenticias de los promeros humanos y enriquecen el debate de las "modas alimenticias" que aparecen y que, de al parecer de forma errónea, le dan un peso muy significativo a cierto tipos de alimentos (como la carne en la dieta paleo), cuando la evidencia científica apunta hacia otros derroteros, como lo es la prevalencia en la antigüedad de dietas en su mayoría vegetarianas.
Imagen | IA con Copilot Designer