Con este sencillo hábito logré desconectar de verdad del trabajo y separarlo de mi vida personal

Antes me ocurría siempre; acababa de trabajar y me llevaba el trabajo a la vida personal. No acababa de desconectar del todo; repasaba los últimos problemas del trabajo, cómo podía resolverlos, qué le había dicho a X compañero, por qué X compañero había actuado así... Por supuesto, física y mentalmente era agotador.

Y hasta que no tomas conciencia real de esto, y de sus consecuencias, es muy difícil pararlo. Por suerte, un día logré encontrar un sencillo hábito que me ayudó a desconectar de verdad del trabajo y separarlo de mi vida personal. Te cuento cuál es y cómo implementarlo.

El ritual de cierre: un acto simbólico para marcar el fin del día laboral

En la era digital, donde las fronteras entre la vida laboral y personal a menudo se desdibujan, encontrar maneras efectivas de desconectar se ha vuelto una necesidad vital.

Como psicóloga, lo cierto es que he explorado diversas estrategias, pero permíteme compartirte una que ha transformado mi propia vida y la de muchos pacientes: el "ritual de cierre". Imagina esto: terminas tu última reunión del día, cierras tu ordenador y antes de salir de tu espacio de trabajo (o justo al llegar a casa), realizas un pequeño pero significativo ritual.

Este podría ser apagar la luz, guardar tus utensilios de escritura o simplemente cerrar la puerta. Este acto simbólico marca el fin de tu jornada laboral y el comienzo de tu tiempo personal.

Este sencillo hábito actúa como un puente entre dos mundos, ayudándote a mentalmente desconectar del trabajo y entrar en un espacio más relajado. Al igual que el actor que se quita el disfraz al final de la obra, o el médico la bata, el ritual de cierre te permite dejar atrás los roles laborales y abrazar tus roles fuera del trabajo.

Cómo apliqué este hábito a través de un ejemplo

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Permíteme compartir mi propia experiencia para ilustrar cómo este hábito ha transformado mi vida. Hace algunos meses, como te decía, me encontraba luchando contra la tendencia de llevarme trabajo a casa, lo que resultaba en noches estresantes y días interminables.

Fue entonces cuando decidí implementar el ritual de cierre. Mi ritual es simple pero efectivo. Al final de cada jornada, tomo unos minutos para revisar mi lista de tareas pendientes y anotar lo que queda para el día siguiente.

Luego, apago mi ordenador y enciendo una pequeña vela en mi escritorio. Este acto simboliza el cierre de mi día laboral y la apertura hacia un espacio más tranquilo.

Por qué es efectivo este truco según la psicología

En las primeras semanas, noté resistencia interna. Mi mente aún estaba atrapada en proyectos y correos electrónicos no resueltos. Sin embargo, con la práctica constante, la vela se convirtió en un ancla poderosa. Al encenderla, mi mente asociaba automáticamente ese acto con la transición hacia el tiempo personal.

Es lo que se conoce como condicionamiento clásico en psicología, un mecanismo de aprendizaje del cerebro mediante el cual le enseñamos, y acaba asociando, un estímulo discriminativo (en este caso, una vela), con una respuesta condicionada (en este caso, desconectar). Gracias a esto, pronto, la ansiedad que solía acompañarme en las noches se desvaneció.

Este hábito no solo me ha permitido desconectar con mayor eficacia, sino que también ha mejorado mi rendimiento laboral. Al establecer límites claros, he aprendido a trabajar de manera más enfocada y productiva durante el día, sabiendo que habrá un final definido. Además, mi tiempo personal se ha vuelto más valioso, ya que estoy completamente presente en el momento.

Cómo implementar tu propio ritual de cierre

Ahora que has conocido el poder de este sencillo hábito, ¿cómo puedes implementarlo en tu vida? Aquí te comparto tres pasos prácticos para hacerlo:

  1. Identifica un acto simbólico: Puede ser tan simple como apagar tu ordenador, apagar el móvil del trabajo, cerrar una aplicación clave o poner una señal física en tu espacio de trabajo (o en casa, al llegar).
  2. Elige un momento específico: Establece un momento concreto para realizar tu ritual de cierre. Puede ser al final de tu jornada laboral oficial o justo antes de salir de tu lugar de trabajo.
  3. Mantén la consistencia: La clave está en la repetición. Cuanto más consistente seas con tu ritual, más efectivo se volverá como señal para tu mente, que acabará asociando ese símbolo/acto con el final de la jornada laboral.

Recuerda, el objetivo aquí no es añadir más estrés a tu día, sino proporcionarte un espacio mental para desconectar y recargar pilas. Prueba diferentes enfoques hasta encontrar el ritual que funcione mejor para ti. Con este sencillo hábito, podrás encontrar una nueva armonía entre tu vida laboral y personal y ¡desconectar de verdad!

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