No quiero volver a oír una queja en casa a ninguno de mis hijos sobre si tal o cual cosa no pueden hacerla. No pienso tomarles mucho en cuenta después de conocer a Jennifer y su historia, ya os lo digo.
Pero también mediré mucho más mis palabras a la hora de dirigirme a ellos porque sin duda esta es una, sino la más bella historia sobre la importancia de los mensajes que les damos a nuestros hijos y encima esta viene con final feliz y sorpresa genética. ¡Pleno completo!
Jennifer es una joven norteamericana que por un defecto congénito nació sin piernas, por ese mismo motivo sus padres la abandonaron en el hospital el mismo día de su nacimiento. Hay vidas que empiezan con crudeza y la de Jennifer fue una de ellas.
Cuando era aún pequeña, una pareja de una pequeña ciudad de Ilinois decidió adoptarla sin mirar a sus inexistentes piernas sino a su derecho a ser feliz.
Ellos sólo le prohibieron una cosa cuando Jennifer fue creciendo, no existe el concepto “no puedo”. La inculcaron confianza en sí misma, le infundieron fuerza y la animaron a soñar y a luchar por vivir sus sueños.
Los sueños de Jennifer no eran sencillos: ella siempre quería ser atleta y gimnasta y se había fijado en una persona que encarnaba lo que ella quería llegar a alcanzar, la gimnasta Dominique Moceanu.
Obviamente muchos otros niños en condiciones incluso más amables que las que tenía Jennifer, se habrían desanimado pero ella no. Con el apoyo de sus padres, trabajó, se esforzó y fue superando poco a poco todas las expectativas que se había marcado hasta convertirse con 7 años en una campeona de gimnasia en el estado de Ilinois.
Jennifer siguió creciendo y madurando, aprendiendo y esforzándose y en un momento de ese crecimiento y maduración, les planteó a sus padres la duda sobre su familia biológica, aquella que la abandonó nada más nacer al no querer ver nada más allá de sus piernas.
Quiso saber cuál hubiera sido su apellido, cuál era su origen. Papeles y ficheros para buscar e investigar sobre su pasado la llevaron a la sorpresa más increíble de su vida….
¿No preferís que os lo cuente ella misma?
Pues sí, la respuesta es sorprendente aunque vistos los acontecimientos casi era lógico pensar que biológicamente Jennifer y Dominique podían ser hermanas. Una vez que se las ve juntas no queda lugar a dudas, son tremendamente parecidas entre sí.
Hermanas y amantes ambas de la gimnasia por encima de las dificultades evidentes que encontró Jennifer desde su nacimiento.
Tan evidentes como evidente es que a fin de cuentas sólo la fuerza de voluntad es la que nos mueve en la vida muchísimo más que nuestras propias piernas y el apoyo y la comprensión y el auxilio que unos padres de verdad le dieron en los momentos más duros, que seguro que también los hubo, la ayudaron a subir tan alto como jamás nadie habría llegado a soñar, salvo la propia Jennifer.
La próxima vez que tus hijos trepen a algo o se planteen algún reto ¿has pensado qué mensaje les vas a transmitir? Yo me lo he replanteado después de conocer su historia y creo que vamos a empezar a prohibir el "no puedo" si realmente es algo en lo que queremos ponerle ganas, ganas de la de verdad.
Vía | littlethings.com
Fotos | jenbricker.com
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