Un bebé es prematuro cuando nace antes de la semana 37 de gestación, a causa de su vulnerabilidad a los cambios de temperatura y de un deficiente sistema inmunitario, puede tener más riesgos de fallecer.
Gracias a los avances técnicos, se ha conseguido que las posibles complicaciones y las muertes sean cada vez menores. Las estadísticas nos hablan, la supervivencia de los bebés que tienen como mínimo un peso de un kilo, llega ya hoy en día a un 98%, de una mortalidad existente en el año 1990 de un 30%, se ha pasado a tan solo un 2%, aunque desearíamos que ese mínimo tanto por ciento se redujera a cero.
La cuestión es que es un éxito de la medicina, los avances que sufre, mejoran cada día más los resultados, por ejemplo, el uso de surfactantes ayuda a acelerar la madurez de los órganos del bebé, especialmente sus pulmones una vez que ha nacido. También la prevención médica es muy importante en esta reducción de muertes, cuando se prevé un parto adelantado, a la futura mamá se le administran corticoides que ayudan también a favorecer el desarrollo pulmonar del futuro bebé.
Lo más importante es fortalecer el organismo del bebé y por tanto, además de los corticoides y de los surfactantes, cuidan mucho la alimentación, ya que para un bebé prematuro, hasta la leche materna puede resultar deficitaria y por tanto complementan esta con fortificantes.
Gracias a los avances médicos y a sus técnicas, cada vez se lamentan menos muertes de bebés prematuros, debemos dar gracias a la ciencia médica y tener la esperanza de que un día no exista ningún tipo de problema para el nacimiento de un bebé.
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