Tener amigos es una parte esencial de la vida. De hecho, diversos estudios han encontrado que tener amigos trae la felicidad y que tener vínculos de amistad fuertes y profundos aporta diversos beneficios para nosotros, entre los que destacan la longevidad y el estar protegidos contra el estrés, la depresión y la degeneración neurocognitiva.
El detalle está en que hacer amigos no siempre es sencillo -como especialmente suele suceder cuando ya somos adultos-, pues al momento de buscar amistades hay diversos factores que pueden influir en ello, desde el entorno en el que nos encontramos hasta ciertos aspectos de nuestra vida personal.
De acuerdo con una investigación reciente, las personas con menos estudios son un sector que especialmente ha sufrido esto, pues hoy en día tienen menos amigos que en la década de los años 90. Y el sitio en el que viven tiene mucho que ver.
Así lo reporta el estudio "Disconnected: The Growing Class Divide in American Civic Life" (Desconectados: la creciente división de clases en la vida cívica estadounidense), realizado con los resultados de la Encuesta sobre capital social estadounidense de 2024, en la que participaron más de 6.500 adultos estadounidenses.
En este informe, se menciona cómo la vida social y cívica ha ido evolucionando con el paso de los años. Mientras que en décadas anteriores la socialización ocurría comunmente en sitios como clubes, grupos y organizaciones, poco a poco han ido disminuyendo los espacios para hacerlo y actualmente hay menor participación en actividades organizadas.
Sin embargo, el reporte señala que aunque este declive ha sido general, no ha afectado a todos por igual: los estadounidenses sin títulos universitarios son el grupo más afectado. El factor principal, como comentábamos al inicio, tiene que ver con el lugar en el que viven.
A diferencia de quienes sí cuentan con títulos universitarios, las personas sin estudios a menudo residen en comunidades que la investigación a denominado "desiertos cívicos", es decir, lugares o comunidades sin espacios adecuados para la socialización. Esto incluye sitios comerciales, como bares, cafés y restaurantes, así como lugares públicos, como los parques, los centros comunitarios y las bibliotecas.
Como resultado de esto, las personas con menos años de educación formal participan con menos frecuencia en la vida comunitaria, son menos activos cívicamente, tienen menos amigos cercanos y reciben menos apoyo social que quienes tienen títulos universitarios de cuatro años.
Pero además de esto, hay otros factores que pueden influir en las diferencias sociales entre las personas con estudios y las que no los tienen. El ir a la universidad, por ejemplo, es algo que influye mucho en esto, pues es un espacio en el que se forman muchas conexiones -personales y profesionales- que acompañan la vida adulta.
Por otro lado, señalan también que quienes tienen un título universitario tienen una mayor participación en voluntariados, lo que aumenta sus posibilidades de conocer y entablar amistad con otras personas.
El reporte concluye que, con estos resultados, la capacidad de cultivar un fuerte apoyo social es cada vez más un privilegio reservado a los que tienen educación universitaria, en lugar de una característica común de la vida estadounidense.
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