Un nuevo estudio publicado en la revista científica Nature Neuroscience asegura que los traumas del pasado se procesan como si estuvieran ocurriendo, es decir, como si fueran una vivencia del presente.
La respuesta a por qué sucede esto la tiene nuestro cerebro, ese órgano aún desconocido y altamente complejo que recoge todas nuestras vivencias, recuerdos, emociones e identidad. Pero, ¿qué es lo que sucede exactamente a nivel cerebral cuando recordamos un trauma?
Los recuerdos traumáticos se procesan diferente
En un momento de nuestra vida, empezamos a generar recuerdos y a tener memoria. Pero no todos los recuerdos funcionan igual; concretamente, los recuerdos traumáticos funcionan de forma diferente a los recuerdos no traumáticos.
Es algo que se empezó a ver hace muchos años en los veteranos de la Guerra del Vietnam, cuando se empezó a hablar del TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático).
Así sucede en este trastorno; los recuerdos traumáticos se reexperimentan una y otra vez, en forma de recuerdos angustiosos, flashbacks, sensaciones corporales intensas o pesadillas (en el caso de los niños, se evidencia por ejemplo a través del juego, donde reproducen el evento traumático).
Y ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Yale y de la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí ha publicado un estudio donde se evalúa esta forma diferente de procesar los recuerdos.
Activación de zonas diferentes en el cerebro, según el tipo de recuerdo
El equipo tomó imágenes cerebrales a 28 personas con TEPT mientras escuchaban narraciones grabadas de sus propios recuerdos. Algunos de los recuerdos eran neutros, otros simplemente "tristes" y otros traumáticos.
¿Los resultados? Se encontraron claras diferencias en las imágenes cerebrales. Concretamente, las personas que escucharon los recuerdos tristes (pero no traumáticos), los cuales a menudo involucraban la muerte de un familiar, mostraron un alto grado de activación del hipocampo, "la estructura cerebral de la memoria", que organiza y contextualiza los recuerdos.
En cambio, cuando las mismas personas escucharon sus recuerdos traumáticos (de agresiones sexuales, incendios, tiroteos escolares y atentados terroristas), el hipocampo no se involucró.
Daniela Schiller, neurocientífica de la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí y una de las autoras del estudio, afirma lo siguiente:
"Eso nos dice que el cerebro se encuentra en un estado distinto en los dos recuerdos."
De hecho, y según la autora, el objetivo de las terapias para el TEPT suele ser ayudar a las personas a organizar sus recuerdos a fin de que puedan observarlos de una manera más distante del presente (es decir, que puedan percibirlos desde la lejanía, como algo que ocurrió, pero que ya no está sucediendo).
Y con estos resultados, encontramos una posible explicación de por qué sucede esto a nivel cerebral. Así lo explica Schiller: "El cerebro no parece encontrarse en un estado de recuerdos; parece estar en un estado de experiencia actual".
La zona del cerebro que se activa ante un recuerdo traumático
Pero, ¿qué zona se activa cuando recordamos eventos traumáticos? El giro cingulado posterior, o GCP, el cual suele estar involucrado en el pensamiento dirigido internamente, como la introspección o la ensoñación.
También se observó que, cuanto más graves eran los síntomas de TEPT de la persona, mayor actividad aparecía en el GCP. Curiosamente, el GCP no es una zona relacionada con la memoria, sino que está implicada en el "procesamiento de la experiencia interna".
Las terapias para abordar el trauma y el TEPT: ¿debemos exponernos al recuerdo?
Entonces, ¿deberían las personas con TEPT exponerse a sus recuerdos traumáticos para sanar esa experiencia dolorosa? Actualmente las terapias psicológicas más empleadas y efectivas para procesar un trauma así lo hacen, ya que en ellas la persona debe repasar sus recuerdos traumáticos en un entorno seguro.
El objetivo es que la persona pueda re-construir una narrativa coherente e integrada de su historia (que en el trauma, queda rota, y su cerebro bloqueado), y que la intensidad emocional asociada al recuerdo perturbador, pierda fuerza hasta desaparecer.
Así, son tratamientos que deben seguir aplicándose (siempre adaptándose a cada paciente), ya que según Ilan Harpaz-Rotem, uno de los autores del estudio, los nuevos hallazgos sugieren que volver a visitar el recuerdo es un elemento crucial del tratamiento.
De esta forma, se ayuda a la persona a construir un recuerdo que pueda organizarse y consolidarse en el hipocampo, a fin de que lo viva como un recuerdo finalizado, y no como un evento actual que le atormenta.
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