Quizás te ha pasado; imagínatelo, estar charlando con tus amigos sobre anécdotas de tu infancia. Te ríes mientras recuerdas aquella vez que fuiste a la playa y viste a un delfín saltar justo frente a ti. Sin embargo, uno de tus amigos, que estaba presente en ese viaje, te mira confundido y asegura que eso nunca ocurrió.
Esta desconcertante situación podría ser un ejemplo del síndrome de la falsa memoria, un curioso fenómeno que nos lleva a cuestionar la fiabilidad de nuestros propios recuerdos. Y es que, nos podemos fiar de nuestra mente solo hasta cierto punto. ¿Por qué nuestro cerebro crea recuerdos que no existen?
Así se construyen los recuerdos
Para entender por qué nuestro cerebro puede crear recuerdos que no existen, primero debemos comprender cómo se forman los recuerdos. Nuestra memoria no es una grabadora, o una fotografía, que almacena cada detalle de nuestras experiencias de manera exacta.
Más bien, funciona como un proceso reconstructivo, donde los recuerdos se ensamblan cada vez que los evocamos. Esta reconstrucción es susceptible a influencias externas, como conversaciones, lecturas, y nuestras propias expectativas y emociones.
Por ejemplo, si hay lagunas en el relato, nuestra mente tiende a rellenarlas, aunque muchas veces, con información que imagina, proyecta... pero que no es del todo fiable. Es decir, con información falsa.
Tres factores que influyen en las falsas memorias
Por otro lado, hay varios factores que influyen en la formación de falsas memorias. Algunos de los más importantes son estos tres:
1) La sugerencia externa
La información que recibimos de otras personas puede influir en nuestros recuerdos. En experimentos famosos, la psicóloga estadounidense Elizabeth Loftus demostró que las preguntas sugestivas podían alterar los recuerdos de los participantes sobre eventos pasados.
Por ejemplo, preguntar "¿Cuánta velocidad tenía el coche cuando se estrelló contra el otro?" en lugar de "¿Cuánta velocidad tenía el coche cuando tocó al otro?" puede inducir a los participantes a recordar el accidente como más grave de lo que realmente fue.
2) La interferencia de recuerdos similares
A veces, los recuerdos de eventos similares pueden mezclarse. Esto es particularmente común cuando los eventos tienen detalles parecidos, como recordar una fiesta de cumpleaños específica entre varias celebraciones o fiestas similares.
3) Nuestra imaginación
Cuando imaginamos un evento, nuestro cerebro puede crear una memoria visual de esa experiencia. Con el tiempo, estas imágenes mentales pueden ser confundidas con recuerdos reales. Un ejemplo cotidiano es recordar haber guardado las llaves en un lugar concreto simplemente porque lo hemos imaginado tantas veces.
Recordamos mejor aquello emocional
Las emociones juegan un papel clave en la formación y el recuerdo de nuestras memorias. Sabemos que eventos altamente emocionales, ya sean positivos o negativos, suelen recordarse con más detalle, porque hay una carga emocional asociada.
Pero, curiosamente, también hemos de saber que la intensidad de la emoción también puede distorsionar los recuerdos. De hecho, las personas que experimentan eventos traumáticos pueden tener recuerdos fragmentados y, a veces, inexactos de esos eventos.
La ansiedad y el estrés pueden hacer que los detalles se mezclen o que nuestra mente llene los vacíos con información incorrecta, como ya hemos visto, porque nuestra mente tiene la necesidad de crear relatos 'coherentes' e integrados en una historia.
Consecuencias del síndrome de la falsa memoria
Las falsas memorias no solo son intrigantes desde un punto de vista teórico, sino que también tienen implicaciones prácticas importantes. En el ámbito legal, por ejemplo, los testigos oculares pueden recordar detalles incorrectos, lo que puede llevar a condenas injustas.
O en la vida cotidiana, las falsas memorias, sobre todo si son sobre temas relevantes, pueden afectar nuestras relaciones personales y nuestra percepción de nosotros mismos. Para ilustrar cómo las falsas memorias pueden manifestarse en la vida diaria, vamos a ver un par de ejemplos:
- El recuerdo de la infancia: Supongamos que alguien recuerda haber sido un gran jugador de fútbol en la escuela primaria. Sin embargo, al hablar con antiguos compañeros de clase, descubre que no era tan habilidoso como creía. Es posible que este recuerdo se haya formado a partir de un par de buenos partidos y las expectativas de los padres y entrenadores.
- El testimonio en un juicio: Una persona puede estar convencida de que vio a alguien cometer un crimen porque su mente llenó los vacíos de su memoria con detalles que le parecieron lógicos. La presión de los investigadores y el entorno estresante del interrogatorio pueden exacerbar esta situación.
Cómo gestionar las falsas memorias
Reconocer que nuestras memorias no siempre son precisas puede ser desorientador, pero también nos permite abordar nuestros recuerdos con una mente abierta. Aquí te ofrecemos algunos consejos para gestionar las falsas memorias:
- Verifica los hechos: Siempre que sea posible, corrobora tus recuerdos con evidencias objetivas o con otras personas presentes en el evento.
- Practica mindfulness: Curiosamente, mantener una práctica regular de mindfulness puede ayudarnos a estar más presentes y conscientes de nuestras experiencias actuales, reduciendo la distorsión de los recuerdos.
- Mantén la mente abierta: Aceptar que nuestros recuerdos pueden ser imperfectos nos ayuda a ser más comprensivos con nosotros mismos y con los demás.
Foto | Portada (Película Memento, 2000)