Patricia tuvo cuando era muy pequeña una lesión cerebral que no fue fácil detectar ni tratarla después, la única solución para poder vivir era una intervención quirúrgica que le limitó mucho su independencia y autonomía.
Ahora Patricia necesita a su amiga Dora, una perra labrador entrenada como perro de terapia, para ir ganando en independencia, para ir recuperando parcelas de su vida que la lesión le había quitado y su madre Marisa lo sabe y hasta que no lo ha conseguido no ha cejado en su empeño pero ahora, quiere más. No es suficiente con que el caso de Patricia esté solucionado, es imprescindible que se regulen estas situaciones por ley.
Tenemos asimilada la figura del perro guía a las personas invidentes o con visibilidad reducida pero hay muchos casos en los que los perros previamente adiestrados se convierten en una figura que acompaña, que ayuda y que apoya a sus dueños en su día a día y en sus distintas patologías.
En comunidades autónomas como Madrid o Cataluña, la figura del perro guía está regulada, hay una normativa que regula la asistencia de los alumnos a los centros educativos con estos perros pero en las demás comunidades apenas hay nada.
Hablamos de perros que pueden detectar las bajadas de azúcar de sus dueños y ayudarles cuando lo necesitan, perros de terapia o perros como Dora que puede detectar las crisis epilépticas de su dueña, Patricia e incluso sus continuos ataques de desorientación. Dora es vital para Patricia, para que no dependa siempre y en todo momento de la compañía de Marisa, su madre.
Pequeños pasos
Este curso Patricia ha conseguido poder volver a las clases después de que le detectaran la lesión y comenzara el tratamiento. Una hora cada día, un avance que significaba mucho para Patricia y para su madre.
Marisa se quedaba esa hora esperando a su hija en secretaría por si necesitaba su ayuda, por si tenía un ataque epiléptico o por si se quedaba completamente desorientada.
Este próximo curso, Patricia va a poder acudir dos horas cada día al instituto, es otro pequeño paso en la recuperación de su propia vida y ahí surgió la posibilidad de que fuera Dora quien la acompañara cada día a clase.
La necesidad de una ley
Al no estar normalizado por ley Marisa decidió abrir una petición popular online recogiendo firmas. El primer día fueron 24.000 las personas que le mostraron su apoyo firmando, gracias a ello fue más sencillo hablar con la delegada de educación de Málaga, donde ellas viven y se solucionó el problema de cara al próximo curso.
Patricia y Dora irán juntas a clase sin ningún problema.
La petición de Marisa sigue abierta para que no se quede sólo en el caso de su hija, para que la administración tome la iniciativa y legisle a favor de que los perros adiestrados puedan acompañar a los niños que los necesitan a los centros educativos. Para que otros muchos niños, puedan también como Patricia recuperar parcelas de independencia que les ayuden aún más a afrontar sus patologías y a normalizarlas con sus compañeros. En el fondo hablamos de educación, de justicia y de integración, algo que de una u otra manera nos afecta a todos.
Fotos | change.org | perrosguia.once.es | pixabay.es
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