Tomar la decisión de terminar una relación con una persona a la que, además, aún queremos, puede ser una de las más difíciles y dolorosas que enfrentamos. Es una decisión que se siente como realmente contradictoria. A menudo, nos aferramos a la esperanza de que las cosas mejorarán o incluso nos autoengañamos, especialmente si aún hay amor entre nosotros y nuestra pareja.
Pero claro, hemos de reconocer, aunque duela, que hay momentos en los que el amor no es suficiente para sostener una relación saludable y feliz. Recuerda que, el hecho de que esta decisión sea muy complicada de tomar y duela, no significa que no debas tomarla, porque tal vez te lleve a una vida más feliz.
Cada caso es único, pero en este artículo hablamos de tres señales inequívocas de que ha llegado el momento de romper con tu pareja, incluso si todavía hay amor, que tal vez te ayuden a reflexionar.
1) Hay un estancamiento personal: ya no avanzamos, ya no aprendemos
Una relación sana debería ser un espacio donde ambas partes puedan crecer y desarrollarse como personas. Es decir, el otro nos hace crecer, y viceversa. Pero claro, a veces nos estancamos, es como si 'la relación no diera para más'.
Por eso una señal de 'alerta' podría ser sentirse estancado en nuestra vida personal, emocional o profesional, pero además, sentir que esto tiene que ver con la relación que mantenemos con la otra persona. Claro que desarrollar estas áreas depende de uno mismo, pero en este caso es como si, en cierta forma, el otro nos frenara. Esto puede manifestarse de varias maneras:
- Percibes falta de apoyo: Si tu pareja no te apoya en tus metas y aspiraciones, y en cambio te desanima o te critica (aunque no lo haga abiertamente), esto puede obstaculizar tu crecimiento personal.
- Vives en la 'comodidad excesiva': Sentirse atrapado en una zona de confort donde no hay retos ni oportunidades de aprendizaje puede significar estar sacrificando tus propias ambiciones por la estabilidad de la relación.
- Tu desarrollo emocional está estancado: Tal vez al principio la relación te ayudaba a mejorar tu inteligencia emocional, sentías que crecías... Pero ya no; te sientes estancado en esta área, como si ya no pudieras aprender nada de tu pareja.
Ejemplo: Tienes el sueño de empezar tu propio negocio, pero tu pareja constantemente te desanima diciendo que es una idea poco realista. A pesar de amar a tu pareja, te das cuenta de que su falta de apoyo está frenando tu crecimiento y te impide perseguir tus sueños.
2) La rutina ha absorbido toda la pasión (y no hay ganas de reavivarla)
La rutina puede ser sigilosa. Empiezas la relación con un torbellino de emoción y novedad, con todo el chute de adrenalina del enamoramiento, pero con el tiempo, las cosas pueden volverse predecibles y monótonas (sobre todo, si no cuidamos todo esto).
Encontrarse en una relación donde cada día se siente igual que el anterior puede afectar seriamente la pasión y la conexión entre tú y tu pareja. Y claro que la llama no debe ser la misma al principio que durante la relación, porque todo evoluciona, pero es necesario un mínimo de emoción para seguir.
- Falta de emoción: Te puedes sentir atrapado en un ciclo interminable de hacer las mismas cosas una y otra vez, como ver una serie juntos todas las noches o ir al mismo restaurante cada fin de semana. Esto nos puede gustar (la rutina también tranquiliza y da seguridad), pero cuando no es el caso... podemos sentir que la chispa de la emoción se desvanece y nos ahoga.
- Falta de interés en el sexo y/o rutina aplastante: La rutina puede matar el deseo sexual. Si el sexo se vuelve aburrido o poco frecuente, y además no innovamos (con fantasías, juguetes o juegos eróticos, etc.), esto puede ser una señal de que la rutina está afectando la intimidad física y emocional entre tú y tu pareja.
- Falta de conexión emocional: La rutina también puede hacer que te desconectes emocionalmente de tu pareja. Y un día te das cuenta de que te encuentras pasando más tiempo en tu teléfono o en actividades individuales que compartiendo momentos valiosos juntos.
Ejemplo: Cada noche, después del trabajo, tú y tu pareja cenáis juntos, veis la tele durante un par de horas y luego os vais a la cama. Esto cada día, durante años, y tú sintiéndote mal. Tal vez habéis tratado de 'salvar' todo esto y no ha funcionado, o tal vez ya no hay ganas de seguir trabajando en ello... Esto serían 'señales de alerta'.
3) Vuestros objetivos o planes de vida, y vuestros valores, son incompatibles
Aunque el amor puede unir a dos personas, la incompatibilidad en términos de valores esenciales y objetivos de vida puede causar fricciones irreconciliables. Por ello es importante que tú y tu pareja estéis en sintonía en áreas clave de la vida, como:
- Valores morales y éticos demasiado diferentes: Aunque no tengáis que pensar exactamente igual en todo (las diferencias también son interesantes), que haya diferencias irreconciliables en lo que respecta a la moralidad y la ética puede hacer que surjan conflictos constantes.
- Objetivos de vida incompatibles: Tener visiones muy diferentes sobre el futuro y lo que queréis lograr en la vida como pareja, puede hacer difícil la construcción de una relación a largo plazo. Por ejemplo, tú quieres hijos y tu pareja no, él quiere que viváis juntos y tú no, uno se quiere casar y el otro no...
- Estilo de vida y prioridades muy distantes entre sí: También puede pasar que vuestros estilos de vida y prioridades sean radicalmente diferentes y que no haya margen para la negociación; en este caso, no está de más barajar la opción de seguir vuestros caminos por separado, aunque haya amor y duela mucho...
Ejemplo: Tú y tu pareja tenéis opiniones opuestas sobre tener hijos. Tú sueñas con ser padre o madre algún día, pero tu pareja está firmemente en contra de tener hijos. A pesar de amaros profundamente, te das cuenta de que esta diferencia esencial de valores es incompatible con tu visión de futuro y felicidad.
Foto | Portada (Película Revolutionary Road, 2008)