La letra pequeña de la maternidad: cinco trampas en las que caemos cuando nos convertimos en madres

Hablar de maternidad es hablar de un universo entero, lleno de toda clase de temas y tópicos. Y es que la maternidad es una experiencia tan compleja y completa, con múltiples matices, variantes y posibilidades. Así como tiene su lado positivo, en ocasiones también podemos encontrarnos ante retos u obstáculos que nos dificultan esta experiencia.

Nos referimos a las "letra pequeña" de la maternidad: esas partes difíciles de la la vida con hijos que suelen sentirse como una especie de trampa, ya que no siempre se hablan y muchas veces no vemos venir hasta que ya estamos metidas en ellas.

Hablamos entonces de las cinco principales trampas ante las que nos podemos encontrar como madres.

La conciliación

Comenzamos por una de las trampas más grandes en la maternidad: la conciliación. O mejor dicho, la falta de ella. Primero, fomentan la natalidad, pero cuando ya llega el bebé, todo es complicado en la sociedad. Nos hablan de la importancia de un equilibrio entre vida profesional y familiar, sin embargo en el caso de quienes tenemos hijos las cosas se vuelven muy complejas.

Debemos separarnos de nuestros hijos desde pequeños para volver al trabajo y batallamos para poder cuidarles cuando enferman. Aunque hay sitios donde se ofrece algo de flexibilidad a las madres, en la mayoría de los casos no es así: los horarios dejan poco tiempo para la crianza y el cuidado de los hijos, y las pocas medidas que se han propuesto son cosas como abrir colegios con horario extendido o en vacaciones. Pero eso no es conciliación.

Una baja maternal insuficiente

La segunda trampa ante la que nos encontramos cuando nos convertimos en madres es la baja maternal. Aún insuficiente y poco valorada, este periodo tan importante en la vida de mamá y bebé sigue viéndose como algo sin mucha relevancia, cuando en realidad lo es todo.

Como ya hemos dicho en otras ocasiones, la baja maternal es un tiempo importantísimo para estar con el bebé, una etapa muy sensible en la que tiene lugar el cuarto trimestre (los tres meses inmediatamente después del parto) y la exterogestación (los primeros nueve meses tras el nacimiento para el bebé).

Idealmente, la baja maternal debería durar mínimo seis meses, pero en España sólo son 16 semanas y hay países en los que no llega ni a las 12. Lo que nos lleva a la tercera trampa de la maternidad...

La lactancia al volver al trabajo

Foto | iStock

Nos saturan de información sobre la importancia de la lactancia materna para el desarrollo del bebé. Nos recomiendan extenderla el mayor tiempo posible: seis meses de forma exclusiva y por lo menos continuarla hasta los 2 años de edad. Y como madres deseamos hacerlo, pues está comprobado que es lo mejor para el bebé.

¿Pero cómo lograrlo si no hay facilidades ni oportunidades para continuar con ella una vez que hemos vuelto al trabajo? Desde la falta de espacios para extraer leche, hasta horarios poco flexibles y bajas maternales cortas, continuar la lactancia al volver al trabajo es casi una misión imposible.

Hay madres que se lo proponen y lo logran a pesar de todo, pero hay que tener mucha voluntad y determinación para seguir dando el pecho una vez retomada la vida laboral. No debería ser así.

La soledad

Una trampa de la maternidad de la que poco se habla es la soledad. Quizás porque superficialmente parece algo sin sentido: ¿cómo es que ahora que ya tenemos a nuestro bebé nos sentimos tan solas? Pero aunque es cierto que nunca más estaremos solas, ser madre puede llegar a ser muy solitario.

Además de que el ritmo natural de esta experiencia indirectamente nos aísla de los demás por la rutina del bebé, nos encontramos haciendo nuestro mejor esfuerzo en un trabajo altamente demandante y que nos pone a prueba en todo sentido: emocional, físico y mental.

La transformación física y mental

Finalmente, una trampa de la maternidad que descubrimos hasta que la estamos viviendo: la monumental transformación física y mental por la que pasamos las mujeres. Desde los cambios en nuestro cuerpo y la influencia de las hormonas, hasta la pérdida de identidad y la carga mental que inicia prácticamente desde que nace el bebé, la maternidad nos cambia por completo.

Desde luego, sabemos que como cualquier etapa llegaría a cambiar nuestras vidas, sin embargo la profundidad con la que vivimos esa transformación en la que pasamos a ser "la mamá de" nos toma por sorpresa y descubrimos que nunca volveremos a ser las mismas.

Foto de portada | Anna Shvets en Pexels

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