Hemos visto cómo en los últimos años, especialmente a raíz de la pandemia, se está hablando cada vez más de la salud mental, sobre todo en las redes sociales y entre los más jóvenes.
Y hemos conocido los beneficios de ello; romper tabús, visibilizar, normalizar... Sin embargo, ¿esto podría ser también un arma de doble filo? ¿Existen también inconvenientes en el hecho de hablar 'tanto' de salud mental? Esto es lo que dicen las investigaciones.
La importancia de hablar y divulgar pero con sentido
Claro, no es lo mismo hablar de salud mental, y divulgar sobre la misma, con conocimiento de causa (de la mano de profesionales expertos en el sector), que narrar diagnósticos y tratamientos psicológicos y psiquiátricos, sin ton ni son, en Tiktok e Instagram.
De hecho, a raíz de que se visibiliza todo esto mucho más, los sistemas escolares, alarmados por los crecientes niveles de angustia y autolesión, están introduciendo cursos preventivos sobre autorregulación emocional y atención plena.
Identificar trastornos es bueno, pero no lo es sobreinterpretar síntomas
Qué ocurre, que recientemente, algunos investigadores están advirtiendo de que "corremos el peligro de exagerar". Argumentan que las campañas de concienciación sobre la salud mental ayudan a algunos jóvenes a identificar trastornos que necesitan tratamiento con urgencia, pero que también tienen un efecto negativo en otros.
Y este es que les puede llevar a sobreinterpretar sus síntomas y a verse a sí mismos como más problemáticos de lo que son. Sobre esto, el psicólogo estadounidense Scott Lyons advierte en su libro Addicted to Drama que "el 60% de los jóvenes que usa TikTok acaba autodiagnosticándose algún porblema de salud mental".
En relación a todo esto, los investigadores señalan resultados inesperados en ensayos de intervenciones de salud mental en escuelas en el Reino Unido y Australia. Concretamente, encontraron que, los estudiantes que recibieron capacitación en los conceptos básicos de atención plena, terapia cognitivo-conductual y terapia dialéctica conductual no salieron más sanos que sus compañeros que no participaron.
Y, de hecho, algunos estaban peor, al menos por un tiempo. Por otro lado, una nueva investigación de Estados Unidos muestra que entre los jóvenes, "autoetiquetar" que tienen depresión o ansiedad se asocia con habilidades deficientes para afrontar situaciones, como la evitación o la rumiación.
En un artículo del 2023, publicado en la revista New Ideas in Psychology, dos psicólogos investigadores de la Universidad de Oxford, Lucy Foulkes y Jack Andrews, acuñaron el término "inflación de prevalencia". Esta hipótesis se refiere a que, paradójicamente, las campañas de concienciación están contribuyendo a este aumento informado de los problemas de salud mental.
Los investigadores sostienen que, hasta que una investigación de alta calidad haya aclarado estos efectos negativos inesperados, los sistemas escolares deberían proceder con cautela con las intervenciones de salud mental a gran escala. Uno de sus autores aclara:
"No es que tengamos que volver al punto de partida, sino que debemos hacer una pausa y potencialmente desviar la ruta" [...] "Es posible que algo muy bien intencionado se haya excedido un poco y deba recuperarse".
El problema más urgente es la falta de prevención y de acceso al tratamiento
Sin embargo, esta sigue siendo una opinión minoritaria entre los especialistas en salud mental de adolescentes, ya que la mayoría coinciden en que el problema mucho más urgente es la falta de acceso al tratamiento.
En España, no olvidemos que hay seis psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, lo que la sitúa muy por debajo de Alemania (41), Reino Unido (18), Francia (15) e Italia (9) (es decir, psicólogos clínicos en la seguridad social). Y claro, no todo el mundo puede pagarse un psicólogo privado (en España, la consulta ronda los 60-80€).
En el caso de EEUU, alrededor del 60% de los jóvenes estadounidenses con depresión grave no reciben tratamiento, según Mental Health America, un grupo de investigación sin fines de lucro.
En situaciones de crisis, las familias desesperadas recurren a las salas de emergencia, donde los adolescentes suelen permanecer durante días antes de poder ingresar. Según los expertos, hay buenas razones para adoptar un enfoque preventivo, enseñando a los jóvenes habilidades básicas que podrían prevenir crisis posteriores.
¿Hablar de salud mental? Sí, pero con cautela y sentido crítico
Está claro que hablar de salud mental nos ha ayudado a derribar mitos, a destigmatizar y a normalizar. Hace unos años, en la época de nuestros abuelos, 'solo los locos iban al psicólogo', y parecía algo muy grave o 'muy malo'.
Sin embargo, en la actualidad cada vez más gente va al psicólogo para adquirir herramientas que le permitan manejar su malestar y desarrollar habilidades que promuevan su bienestar. Y ya no se vive como algo 'raro', se habla más de ello y está bien.
Pero hemos de ir con cuidado. Una cosa es hablar, normalizar y divulgar, y la otra cosa es que los jóvenes se autodiagnostiquen cosas que no tienen (y esto es peligroso). Además, que un diagnóstico siempre debe ir acompañado de un buen tratamiento.
Por eso es tan importante fomentar el sentido crítico y que ellos puedan discernir la información que ven en redes, así como las personas (¿son profesionales? no es lo mismo un coach que un psicólogo, por ejemplo) que la están divulgando.
Y por último, también es fundamental que los que no son profesionales del sector, no se dediquen a publicar contenido sobre el tema que en realidad, no dominan. Está bien normalizar hablar de salud mental, pero recordemos que sigue siendo un tema delicado y complejo, y que no se puede hablar de él a la ligera.
Foto | Portada (Película As Neves, 2024)