Pocas cosas nos cambian tanto la vida como el tener hijos. Desde el cambio de rutina, hasta las prioridades, intereses y el valor de las cosas, tener hijos es una transformación total, en la que ya nada vuelve a ser igual.
Algo que ocurre cuando tenemos hijos, es que ya no nos resulta sencillo hacer ciertas actividades, pero eso no es necesariamente algo malo. Hoy te cuento por qué tener hijos complica algunas cosas, pero hace todo mucho mejor.
Desde el momento en el que sabemos que un bebé viene en camino, miles de pensamientos inundan nuestra mente. Dudas, miedos e inquietudes que antes no conocíamos se hacen presentes y comienzan a poner un mensaje en nuestra vida: ya nada será igual.
Ahora tenemos que ver no solamente por nosotros, sino también por esa personita que ya es parte de nuestra familia y que pronto llegará a ocupar un espacio en nuestro hogar y nuestra vida.
Algunas actividades se vuelven complicadas
Desde el embarazo, comenzamos a darnos cuenta qué hay ciertas actividades que ya no podemos o debemos hacer, o que cuestan más trabajo, pues ya no es solo pensar en nosotros, sino también en ese niño o niña que viene en camino.
Después, cuando finalmente nace nuestro bebé, debemos pasar por ese lento y agotador proceso de adaptación, en el que todos nos ajustaremos a un ritmo y estilo de vida muy distinto del que solíamos conocer. Y es aquí, cuando algunas cosas comienzan a complicarse cuando tenemos hijos, pues ahora hay que tomar en cuenta otras cosas, objetos y situaciones que antes no nos acompañaban.
Tomemos como ejemplo el salir de viaje cuando nuestros hijos son bebés o niños pequeños. Antes quizás nada más pensábamos en un destino, nos poníamos de acuerdo, empacábamos un poco de nuestra propia ropa y tomábamos camino a la aventura.
Ahora, debemos tomar en cuenta muchas cosas: que el lugar al que vayamos sea seguro para nuestros hijos, que llevemos todo lo que necesitan, que estén en condiciones para viajar, que empaquemos suficiente ropa para estar preparados para todo, etcétera.
O sin irnos demasiado lejos: las salidas a la calle para algo tan sencillo como ir al mercado. Si antes tomábamos nuestro bolso o cartera y salíamos disparados por la puerta, ahora debemos llevar otras cosas que pueda necesitar nuestro hijo mientras estemos fuera de casa.
Pero también, todo se vuelve mejor
Es verdad. Tener hijos hace que algunas cosas se tornen más complicadas de hacer. Pero también, hace que todo, absolutamente todo, hasta las experiencias más comunes y cotidianas de la vida, se vuelva mejor.
Y es que cuando tienes hijos, tu visión del mundo cambia de una forma extraordinaria. Vuelves a encontrar esa capacidad de asombro que habías perdido hace años y que te vuelve a dar una inyección de felicidad desmesurada.
Las cosas más comunes y rutinarias, se vuelven aventuras llenas de descubrimientos y sensaciones nuevas. Antes de tener hijos pudiste haber visitado mil veces un sitio. Pero cuando vuelves con ellos, es como si fueras por primera vez, porque aprendes a ver el mundo a través de sus ojos.
Y qué decir de esa ilusión que vuelve a tu vida cuando se trata de cosas mágicas y fantásticas como la Navidad, Papá Noel, los Reyes Magos, los cuentos de hadas, y todas esas cosas que tus hijos anhelan y que te contagian de una forma impresionante a través de sus caritas llenas de inocencia.
Con niños en casa, las mañanas se llenan de ojitos dormilones y cabecitas despeinadas, mientras que la tardes se miran inundadas de risas y anécdotas inocentes y graciosas. Y por las noches, te encuentras teniendo conversaciones que nunca creíste tener, y que llenan de amor y alegría tu corazón.
Sí, quizás tener hijos haga que algunas cosas se vuelvan más complicadas de hacer. Pero al ser padres, tenemos la oportunidad de volver a ser niños y ver el mundo como ellos lo hacen. Y por eso, definitivamente, tener hijos hace que todo se vuelva mejor.
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