Al mayor siempre se le presta más atención porque es el primero que hace todo y al pequeñito porque es el bebé nuevo y el que se lleva todos los mimos.
En la mayoría de los casos es normal que el segundo hijo pueda sentirse “menos querido" o sentir que sus padres le prestan menos atención.
Hay dos tipos de reacciones a esta situación. Pueden convertirse en niños muy tímidos y retraídos, como que están siempre en segundo plano, o por el contrario, como acto de rebeldía ser los más revoltosos.
Por supuesto, quiero creer, todos los padres queremos a nuestros hijos por igual, no a unos por encima de otros, pero ¿qué podemos hacer para que el niño no sienta esa carencia afectiva?
Lo primero que necesita es que se le preste atención. Algunos utilizan todo tipo de medios, que los padres no saben interpretar, para reclamar atención.
Dedicarle un tiempo especial en el día exclusivamente a ellos, a la hora de ir a la cama por ejemplo, o de dar un paseo, que sienta que hay momentos donde recibe los mimos de papá o de mamá en exclusividad.
No regañarle todo el tiempo, festejar sus logros. En vez de decirle todo lo que hace mal, decirle lo que hace bien, le gustará sentirse reconocido y le dará ánimo para hacer las cosas mejor, en lugar de hacerlas mal para llamar la atención.
En algunas familias ser el segundo no es tan malo como lo pintan, lo digo por experiencia. Todas las expectativas y las tensiones están puestas en el primero, mientras que los segundos somos menos controlados.
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