Por qué me cuesta tanto confiar en las personas y cómo hacerlo para no salir herido

Por qué me cuesta tanto confiar en las personas y cómo hacerlo para no salir herido
Sin comentarios

Confías en alguien, te abres, compartes tus secretos más profundos… y de repente, esa persona te falla, te decepciona. La confianza es uno de los pilares en las relaciones, pero para muchos, abrirse a los demás puede convertirse en un reto enorme.

Si te preguntas por qué te cuesta tanto confiar en las personas, este artículo te puede ayudar. Reflexionamos sobre qué hay detrás de esta desconfianza y cómo empezar a confiar.

No te garantizamos no salir herido (nadie puede hacerlo), porque confiar conlleva riesgos, pero tal vez sí sea posible minimizar ese riesgo (escogiendo bien) y acabar haciéndolo desde la apertura y la confianza, sin barreras, asumiendo los riesgos y descubriendo que, en efecto, compensa hacerlo, porque nos da la oportunidad de crear relaciones auténticas y genuinas.

¿Por qué cuesta tanto confiar?

1) Haber vivido experiencias de traición

Si alguna vez te han fallado -ya sea una amistad, pareja o familiar- es normal que el miedo a que vuelva a ocurrir esté presente. La traición, sobre todo cuando es inesperada, deja cicatrices emocionales que nos hacen más cautelosos en el futuro.

Por ejemplo, si un amigo contó algo tuyo a tus espaldas o una pareja te fue infiel, tu cerebro te dirá que es más seguro no confiar, porque te quiere 'proteger'.

2) Sentir miedo al rechazo

Confiar implica abrirte, mostrar quién eres y, en cierto modo, exponerte. El temor a que alguien te rechace por lo que vea en ti puede hacer que levantes barreras. Quizás pienses: "¿Y si les cuento algo personal y luego lo usan en mi contra?". Este miedo es más común de lo que parece.

3) Tener una baja autoestima

Cuando no te sientes suficiente o crees que no vales lo suficiente, confiar en los demás se convierte en una montaña más difícil de escalar. Piensas que los demás no te verán con buenos ojos o que, eventualmente, se darán cuenta de tus "defectos" y te abandonarán.

4) Haber crecido en un entorno complicado

Si durante tu infancia presenciaste muchas discusiones, mentiras o falta de confianza entre tus padres o cuidadores, es probable que hayas aprendido que "no se puede confiar en la gente". Estas creencias se forman en edades tempranas y, aunque de adultos podemos modificarlas, están muy arraigadas.

¿Es posible confiar sin salir herido?

En realidad, no se puede: si confiamos, asumimos la posibilidad de que nos dañen, confiando en que no lo harán. Pero aceptamos esa posibilidad. Y es que, el riesgo 0 no existe.

Sin embargo, aprender a confiar también implica 'seleccionar' bien en quién confiamos y en quién no. ¿Quién se ha ganado nuestra confianza? ¿Qué necesitamos para empezar a confiar? Son preguntas que podemos hacernos para empezar.

Cuando confiamos, asumimos la posibilidad de que nos dañen, confiando en que no lo harán, aunque siempre exista un mínimo riesgo.

Y recuerda que no se trata de confiar ciegamente o de ser escéptico todo el tiempo. Se trata de buscar el equilibrio, entre aprender a confiar poco a poco en las personas que lo merecen, aquellas que se han ganado nuestra confianza, y no 'darlo todo' a la primera. Estos son algunos consejos para empezar a confiar:

1) Hazlo poco a poco, paso a paso

No tienes que abrirte por completo a la primera de cambio. La confianza se construye con el tiempo. Empieza con cosas pequeñas, como compartir un detalle o un pensamiento, y observa cómo responde la otra persona.

Si respetan tu confidencia, es una señal de que puedes avanzar un poco más. Por ejemplo, si un amigo siempre cumple con lo que dice, puedes ir dándole más espacio en tu vida poco a poco.

2) Escucha tu intuición

Nuestra intuición es una herramienta más que podemos usar en nuestras relaciones. A veces, algo dentro de nosotros nos dice que una situación o persona no es del todo confiable, pero solemos ignorar esa voz interna. Aprende a escuchar tus corazonadas.

Si sientes que alguien no es de fiar, quizás sea mejor no abrirte tanto. Eso sí, ¡no confundas intuición con miedo irracional!

3) Valora tu confianza y entrégasela a quien se lo merece

Como decíamos, el riesgo 0 de salir heridos no existe, pero sí podemos minimizarlo. Por ello, dale valor a tu confianza. No todo el mundo la merece.

Entrégasela a quien 'se la haya ganado', a quien te haya demostrado, a quien te despierte esa intuición de poder hacerlo tranquilo. Esto no te garantiza al 100% que nunca te vayan a traicionar, pero sí es una forma de afinar y de acercarnos a esas relaciones de confianza.

4) Descubre con qué límites te sientes bien y ponlos

Confiar no significa permitir que los demás traspasen tus límites. Aprender a decir "no" o "esto no me parece bien" es importante. Por ejemplo, si notas que una persona te presiona para contarle cosas íntimas antes de que estés preparado, es válido decir que necesitas más tiempo. Los límites protegen tu bienestar.

5) Acepta que confiar conlleva un riesgo

Como decíamos, parte de confiar es aceptar que siempre existe la posibilidad de que alguien no cumpla nuestras expectativas. Nadie es perfecto, y eso incluye a las personas en las que confiamos.

Sin embargo, aprender a vivir con esta incertidumbre te permitirá disfrutar más de las relaciones. Si siempre actúas en base a ese miedo a que te hagan daño, también puedes perder la oportunidad de formar vínculos profundos y significativos.

6) Trabaja en tu autoestima

Cuanto más seguro te sientas de ti mismo, menos dependerás de la validación externa. Esto significa que si alguien te falla, no lo verás como un reflejo de tu valor personal, sino como una mala decisión de la otra persona, o simplemente como su elección.

La confianza empieza contigo mismo. Si te sientes bien contigo, confiarás más fácilmente en los demás porque sabrás que, pase lo que pase, cuentas con los recursos para volver a estar bien.

Foto | Portada (Película Amor y amistad, 2016)

Temas
Inicio