Creo que una de las mayores ilusiones que tenemos quienes somos padres, es que nuestros hijos sean felices. Ver que a medida que crecen se van convirtiendo en unas personas mentalmente fuertes, que se adaptan fácilmente a cualquier situación y que eso les hace vivir con una alegría que irradian a los demás, es una satisfacción que te indica que lo estás haciendo bien.
Aunque los niños puede tener cambios de humor por las situaciones que estén viviendo cada día (no se puede estar alegre todo el día, todos los días), existen comportamientos que los niños felices suelen tener de forma frecuente y natural.
Demuestran afecto
A un niño feliz generalmente no lo cuesta expresar sus sentimientos, especialmente con las personas a las que quiere. Aunque cada uno tenga su propia forma de demostrar su cariño, estas acciones suelen ser espontáneas, repentinas y además denotan que hacerlo les genera alegría.
Por eso debemos valorar cada pequeño detalle que tienen, desde que te regalen una piedra, hasta que te hagan un dibujo. Para ellos es la demostración de su amor puro e incondicional.
Hacen planes a futuro
Los niños que se crian en un entorno sano y feliz tienen expectativas de hacer cosas y descubir el mundo que les rodea. Son niños que hacen planes y aunque perciban el tiempo de una forma distinta que nosotros, alrededor de los 7 años empiezan a pensar en el futuro (aunque sea muy próximo) y a soñar con acciones que pueden llevar a cabo más adelante.
Se ríen mucho y tienen sentido del humor
No hay señal más inequívoca de que un niño es feliz, que ver una sonrisa en su cara con asiduidad. Aunque el sentido del humor es algo que se desarrolla poco a poco, cuanto más felices son, más pronto empezaremos a verlo.
De hecho, a un niño feliz le gusta hacer reír a los demás, y a medida que su lenguaje se haga más rico, encontrará más formas de lograrlo. Socializar, hacer bromas y chistes en familia -y muy importante, dar ejemplo-, es fundamental para transmitir y cultivar esta actitud.
Son optimistas
El ser optimista y positivo tiene que ver con una actitud ante la vida que facilita tener pensamientos más realistas y positivos ante situaciones adversas.
Precisamente un niño feliz se toma cualquier suceso desde un punto de vista positivo, incluso cuando se trata de algo que no le gusta, o cuando le sucede algo de forma contraria a como la esperaba. Son capaces de ver que ni siquiera "las cosas malas" anula las buenas.
Les gusta jugar
Los niños felices necesitan jugar y jugar hace felices a los niños. Se trata de una acción que funciona en doble sentido y que es necesaria para el desarrollo de la personalidad y de habilidades fundamentales para el niño.
Por ese motivo es muy importante que tengan tiempo para jugar de forma libre, para que ellos mismos creen los escenarios en donde dejar volar su imaginación. Por supuesto, es una actividad donde deberíamos participar con frecuencia, ya que aprendemos los unos de los otros y esos momentos quizás sean unos de los recuerdos de la infancia más bonitos que les podemos dejar a nuestros hijos.
Si un niño no para de jugar y en momentos tan "simples" como salir de casa no para de saltar o de correr, sin duda se trata de un niño feliz.
Les gusta estar en familia
Sin un niño se siente feliz en el entorno que le rodea, lo demostrará queriendo compartir tiempo de juego, de experiencias (por ejemplo, en la cocina), y de diálogo con su familia.
Generalmente buscará jugar con sus padres, propondrá pequeños planes y se divertirá con ellos incluso sin salir de casa.
Son valientes y seguros de sí mismos
Un niño que se siente feliz suele tener autoconfianza y una buena autoestima, lo cual no significa no sentirse inseguro a veces o no tener complejos. Significa reconocerlo y afrontarlo, y reconocer también todas las cosas buenas que somos.
Al sentirse bien consigo mismo y al saber que cuenta con sus padres en todo momento, no tendrá problemas en tener iniciativa y enfrentarse a situaciones nuevas.