Seguimos hoy entrevistando en Bebés y más a Elvis Canino, director de la página "No me maltrates soy un niño", activista de la crianza respetuosa y la paternidad responsable, dentro de los temas que vamos a tratar en este marzo, mes del Padre. La primera parte de esta entrevista la publicamos ayer.
¿Por qué crees que en ocasiones el padre mezcla su rol de protector con un rol agresivo?
Nuestra Sociedad Patriarcal nos lo ha enseñado por generaciones. Tanto, que se ha empeñado en desconectarnos como hombres de nuestro propio lado femenino, relegándolo a un rincón de supuesta “inferioridad”.
Considero que esta desconexión es responsable del desequilibrio en que vivimos. Afectándonos como humanidad tanto en lo social, como en lo espiritual y hasta en lo ecológico. Por eso vivimos en un mundo tan locamente desequilibrado y desorientado.
Se nos enseña que el hombre debe ser duro, agresivo, a que debe reprimir sus sentimientos, ¿verdad?
Fíjate en lo “normal” que resulta el que se nos enseñe a los varones desde muy chicos a reprimir emociones, a “destacar” en los deportes rudos, a ser autosuficientes, a comportarnos como “varoncitos”.
Todo esto nos garantiza la aprobación del entorno, de la sociedad y por supuesto, la de nuestro propio padre y a veces hasta la de nuestra madre.
A los chicos se les impide realizar algunas actividades o se les etiqueta negativamente si les gustan, ¿te refiere a eso?
Por ejemplo, sé que de la mayoría de los papás que conozco, pocos por no decir ninguno, se atreverían a aprobar en público que su pequeño varón juegue con muñecas o ame bailar ballet. Siendo estas actividades de exploración perfectamente válidas para cualquier niño sin importar su género.
Todo eso habla mucho de lo arraigados que están los valores patriarcales y machistas en nuestra psique. De lo insistente que ha sido el entorno en aclararnos desde temprano que un bando es azul, otro rosa y punto.
Algo que es absurdo pues ya no vivimos en cavernas, por lo que no hace falta rugir para ser respetado.
¿Por qué todavía cuesta tanto a muchos adultos romper el ciclo de comunicación violenta con sus hijos que aprendieron de sus padres?
Por que no sanamos esa misma relación con nuestros padres, así como ellos no la sanaron con los suyos. Es una cadena que solo se rompe con un gran trabajo de mirada interna, sanación y perdón.
Con esto no solamente romperíamos el ciclo de comunicación violenta con las generaciones posteriores, sino que también solucionaríamos muchos de nuestros problemas tanto individuales, como de sociedad y de especie. Problemas que, aunque no seamos conscientes de ello, tienen su origen allí, en la falta de perdón y reconciliación con el Padre, la Madre y el Hijo que componen nuestra psique emocional.
Pero, nunca es tarde, Elvis.
Eso es. Nunca es tarde para observarnos, descubrirnos y sanar todo aquello que hemos llevado a cuestas durante toda nuestra vida, allá en un rincón del alma.
El trabajo de sanación nunca termina, veo cada día de mi vida como una oportunidad para sanar algo más, para aligerar mi carga y ser libre. Pienso que es la única forma de enseñar a mi hija lo que es la libertad, conociéndola yo.
¿Qué beneficios has notado al romper el ciclo de violencia educativa habitual?
Pienso que romper el Ciclo de violencia es la única forma de acabar con la violencia imperante, aunque suene redundante.
Fíjate Mireia, ¿cómo llegamos al mundo? Con violencia. El parto ha dejado de ser algo natural para convertirse en algo artificial, medicalizado y totalmente tecnificado en nombre del progreso y la “civilización”.
Se ha convertido en un acto en que, en nombre de la ciencia, se violenta a la madre y al bebé, perdiéndose así lo sagrado del mismo.
Se nos priva en el mismo momento en que llegamos al planeta de nuestra más básica necesidad de protección, contacto y seguridad, reemplazando el contacto piel con piel por el calor artificial del mal llamado “retén maternal” o "nido", por ejemplo.
¿La atención al parto debe cambiar para respetar nuestra naturaleza mamífera y la necesidad de intimidad y contacto?
La ciencia parece que ha olvidado que somos mamíferos y nos trata como una especie de máquinas que nacen en una especie de “taller mecánico”, llamado quirófano como para sutilizar la cosa.
Con métodos fríos que se alejan mucho de la intimidad y la paz que requiere un momento tan mágico y tan crucial para lo que será el resto de nuestras vidas.
Tanto que ha obligado a la mujer a parir en la antinatural posición horizontal, para que el médico se sienta cómodo y esté en una posición de superioridad, aunque mamá y bebé tengan que sufrir, o peor aún, estén anestesiados.
Y ni hablar de la violencia perpetrada con las cesáreas innecesarias, todo en favor del bolsillo y la conveniencia personal de un gremio.
Y después del parto, ¿sigue la violencia?
Luego, la sociedad hace todo lo que está a su alcance para despegarnos del nexo mágico de la lactancia antes del tiempo natural.
Nos agreden, obligándonos a controlar esfínteres antes de tiempo para lanzarnos a una guardería, porque papi y mami deben trabajar. Se nos pone en manos de una niñera muy violenta llamada televisión.
Se nos obliga a dormir solos, a crecer rápido, a complacer a los demás, a “portarnos bien”… todo a cambio de aprobación.
Existen tantas formas sutiles de violencia en la crianza tradicional que no sé cómo todavía hay gente que se extraña por lo hostil que es nuestro mundo.
¿Toda esa violencia luego tiene un reflejo en la sociedad completa?
Para erradicar la violencia de nuestras vidas, debemos dejar de usarla como abono para la semilla del futuro, que obviamente son los niños.
En vez de seguir abonándolos con violencia, separación, competencia y desconexión, es hora de comenzar a aplicar la única cura que existe. Esa que cada maestro espiritual que ha pasado por este planeta nos ha recordado, haciendo énfasis en que lo sana todo: nada más y nada menos que el Amor.
Mi agradecimiento enorme a Elvis Canino por esta hermosa entrevista. Como siempre, al hablar con él, me siento hermanada y descubro una persona comprometida con el fin de la violencia en el mundo a través del amor hacia los niños. Espero que vosotros hayáis sentido lo mismo. La nueva paternidad llega a nosotros con hombres como él.
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