Parece mentira, pero ya estamos a mediados de agosto y en apenas un mes volverán las rutinas, esas en que los niños van al colegio otra vez y los padres los vemos mucho menos que ahora, en verano, cuando en muchos casos estamos con ellos las 24 horas del día.
Es cierto que ser padre y madre es cansado, y que hay días que cogerías un tren a otro país (a la luna, decía mi madre que se iba a ir), quizás por eso una de las frases más habituales entre los adultos es esta: "Qué ganas de que empiece el colegio".
En Bored Panda han decidido hacer una recopilación de fotos de padres que en algún momento de sus vidas han inmortalizado ese momento, mostrando su alegría delante de sus hijos, y qué queréis que os diga... sé que es de broma, pero no me hace gracia: ¿Y si los niños saltaran de alegría en septiembre por perder por fin de vista a sus padres?
"Qué ganas de que empiece el colegio"
Seguro que conocéis esta frase. Seguro que os la han dicho alguna vez. Quizás hasta vosotros la hayáis pronunciado en alguna ocasión cuando no podéis más. Yo la he oído decenas de veces, cuando otros padres hablan de los hijos en esos meses en los que son su entera responsabilidad.
A veces me la han dicho a mí a modo de pregunta: "¿Qué tal los niños? Estarás deseando que empiece el cole, ¿no?". Pero yo siempre respondo lo mismo: "No". Y es que yo no estoy deseando que empiece el cole. Claro que hay días que ya no sabemos qué hacer; claro que hay días que parece que entran en un bucle o una espiral de malas ideas y nos desesperan; claro que hay días que te dices que no puedes mas; pero aún así prefiero que estén con nosotros a que estén en el colegio.
Cuando estamos todos los siento más cerca: hablamos más, reímos más, jugamos más, compartimos más tiempo y todo es más fácil: ¡ni siquiera tienen horarios!
El resto del año todo es corre para aquí, corre para allá, recuérdamelo después, luego me lo cuentas, mañana lo hacemos, o el fin de semana... todo es posponer momentos con ellos porque las rutinas son las que son, y las obligaciones son ineludibles, y me alejo un poco, y se alejan un poco. Y te das cuenta al caer la noche que ese día apenas has hablado con uno de ellos, o con ninguno.
Me gusta estar con ellos, me gusta tenerlos cerca, y a ellos les gusta tenernos también cerca a nosotros, papá y mamá.
¿Y si saltaran de alegría al perdernos de vista?
¿Y si al llegar al cole los niños se saludaran tras el verano y se dijeran eso de "qué ganas tenía de que empezara el colegio"? Imaginad que se lo dicen entre ellos y que ahora nos lo dicen sinceramente, que tienen ganas de que llegue septiembre para perdernos de vista, que todo les parece más fácil cuando nos ven menos, cuando saben que estamos en el trabajo, cuando les molestamos mucho menos.
Supongo que hago la reflexión porque en las fotos están los niños... porque esa frase se suele decir lejos de su presencia y siempre tenemos todos claro que a pesar de ello, los padres quieren a sus hijos ("yo les quiero mucho, pero todo funciona mejor cuando van al colegio").
Como esas parejas que se entienden mejor cuando no están las 24 horas del día juntos porque así tienen cosas que contarse; esas que empiezan a ir mal cuando se quedan sin trabajo, o se jubilan, y de repente están muchas más horas el uno al lado del otro (¿sabéis que muchas parejas se separan en las vacaciones?).
Pues eso, que veo a los padres y veo a los niños en estas fotos y a mí, pensando en ellos, me duele, me molesta; porque si mis hijos alguna vez me dijeran algo similar, si saltaran de alegría al perderme de vista porque por fin se librarían de mí, me estarían demostrando que como padre algo he hecho muy mal y que, emocionalmente, estamos muy lejos.
Y no hay nada peor para un padre y sus hijos, a punto de coger la posible cuesta de la adolescencia, que encontrarse emocionalmente distanciados.
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