Cuando nuestros hijos son muy pequeños es cuando más duermen, por este motivo, debemos garantizarles un adecuado descanso. Durante sus primeros meses se puede optar por un moisés o por una cunita, pero siempre, a partir de los 4 meses deben descansar en una cuna.
Esta cuna se puede reducir mediante protectores acolchados a lo largo de los bordes de la cuna, así consigues que tu hijo se encuentre en un ambiente reconfortante y blandito. Las medidas adecuadas de una cuna deberían ser las siguientes:
Las cunas deben estar provistas de unos barrotes que estén separados entre si por una distancia de entre 4 y 6 centímetros, ya que esta es la distancia de seguridad para que el niño no pueda meter la cabeza a través de los barrotes y así poder hacerse daño. La altura también es muy importante al menos debe tener unos 60 centímetros desde la base del colchón, ya que esta es la mínima altura para que el bebé no pueda caerse. Una cuna, debe ser lisa y no tener ningún tipo de elemento que el niño pueda utilizar para agarrarse.
El somier de la cuna es otro elemento importante, debe ser rígido y sólido, que no pueda deformarse, de esta manera se garantiza que el niño tenga un desarrollo sano en su estructura ósea y muscular. El colchón nunca tiene que ser demasiado blando y mucho menos ceder bajo el peso del cuerpo, debe ser confortable pero rígido y uniforme, debe adaptarse al cuerpo.
Todos los materiales de la cuna deben ser atóxicos y antiirritantes y debes estar en un perfecto estado. Todas sus partes metálicas deben ser resistentes a la corrosión.
Hoy en día ya hay en el mercado unas cunas llamadas evolutivas y convertibles, sin variar la estructura de la cuna, con unos pequeños cambios, la puedes convertir en un pequeño sofá, en una cama, en un escritorio o en un parque infantil. Aunque también puedes optar por la cuna convertible, que al ser de mayores dimensiones, al desmontarla, se convierte en una habitación infantil completa aunque parezca difícil creerlo.
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